En Venezuela no hay marmotas que hagan predicciones sobre el tiempo, pero si hay ardillas, chigüres, hámsteres, ratoncitos de ciudad y de campo que lo podrían hacer. Ante la gran cantidad de problemas que están reapareciendo porque aún no han podido ser resueltos, los venezolanos nos sentimos como el protagonista de una película titulada “El día de las Marmotas”, donde el actor Bill Murray interpreta a Phil Connors, un arrogante meteorólogo de la televisión de Pittsburgh que, mientras cubre el evento anual del Día de la Marmota en Punxsutawney, Pensilvania, como por arte de magia se encuentra atrapado en un ciclo de tiempo, repitiendo el mismo día una y otra vez.
Así estamos los venezolanos, atrapados en el tiempo, porque al día de hoy estamos viviendo y sufriendo las mismas o similares calamidades que se han presentado año tras año, desde hace ya dos décadas aproximadamente.
Déjà vu
Un Déjà vu básicamente se trata de un suceso que se siente que ya ha sido vivido; Los merideños, al menos estamos pasando por esa sensación. A la fecha las colas para surtir gasolina son tan espantosas que la gente ha vuelto a pernoctar en las calles a merced de las inclemencias del tiempo y de delincuentes que aprovechan la ocasión para hacer de las suyas. El dólar disparado y en su subida incontrolable, golpea fuertemente la precaria economía de los habitantes. Este mes ya tiene el título de Diciembre Negro, porque el dólar está rompiendo barreras de forma incontrolable y las consecuencias para la nación son y serán inenarrables.
Se repiten constantemente, las fallas en el Sistema Eléctrico, sobre todo en la provincia porque en la Gran Caracas y zonas aledañas se mantiene como en una burbuja de protección y muchos citadinos con poder adquisitivo actúan como si no pasar nada. Van a los Casinos, compran: Ferraris, ropas de diseñadores famosos, ahora ubicados en AVANTI, la galería comercial de moda y tecnología más completa y costosa de Venezuela, autos de alta gama, restaurantes de lujo y los famosos bodegones.
Mientras tanto, los pensionados que durante su vida laboral ayudaron al progreso de su país, deben sobrevivir con 130 bolívares mensuales. Por esa razón vemos en las calles abuelitos y abuelitas tan decaídos, y tan pobres que se nos parte el alma. Nos preguntamos ¿hay justicia en la distribución de las riquezas en Venezuela?
El abismo
En este período de tiempo las diferencias sociales han sido abismales. Y… muy cierto lo que dijo un buen hombre de avanzada edad, haciendo una cola frente al banco para cobrar la ridícula pensión:” En Venezuela la honradez y el buen comportamiento se pagan con miseria”.
¿Cuánto tiempo durará este recrudecimiento de la crisis de los servicios? Al menos en Mérida no hay agua ni para lavarse los dientes. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que el transporte tenga que pararse por falta de gasoil y/o gasolina y se repitan los padecimientos de los usuarios?.
En fin, son tantas las preguntas que se hace la población ante las dificultades, que de verdad, cualquier marmota, tarotista, adivino, brujo o mago que pretenda vaticinar el futuro de Venezuela, se las va a ver negras porque no es fácil dadas las circunstancias apremiantes que se siguen manifestando en todos los ámbitos del devenir de la nación.
Creemos que el animal escogido para predecir las épocas que vendrán, debe ser el hámster, porque cada uno de nosotros está metido como en una rueda, dándole y dándole a las paticas porque si pareamos caemos al vacío.
Los venezolanos somos una cosa seria, y a pesar de los pesares, por allí vemos personas cargando los ingredientes necesarios para hacer las hallacas. “Aunque sean 20 hallaquitas, mijita, hay que guardar las tradiciones, al menos eso, no nos lo dejamos quitar”, dice una señora que busca en el mercado hojas para envolver las multisápidas. Otros con gran espíritu navideño ya pusieron el arbolito y el nacimiento. Los niños en las escuelas entonan aguinaldos y la abuela tal vez pueda preparar el dulce de lechosa.
Redacción C.C.
10-12-2022