Razones y pasiones: Carta abierta

Por: Eleazar Ontiveros Poalini…

Sr. Presidente

Salvo que en usted prive una obcecación enfermiza que le impide dimensionar a cabalidad lo que sucede en Venezuela y en consecuencia no tenga ningún interés en la solución de sus graves problemas, tenga la plena seguridad de que dada su investidura,  será el principal responsable de lo que sucede y pueda suceder en el futuro, que como todos apreciamos, no se presenta nada promisor. Por el contrario, se arreciarán las reacciones, pudiendo llegarse a confrontaciones de envergadura significativa y, consecuencialmente desastrosas. De tener, por el contrario, plena conciencia de las causas que determinan lo que sucede y de deducir el espectro de consecuencias, proceda por primer a vez como un verdadero estadista, tomanado decisiones que permitan anteponer a cualquier  espectro ideológico, aunque de él se sea partidario, la búsqueda del camino hacía el bien y la paz común,  soslayando la opinión de algunos que atenidos a sus dogmas obsoletos, creen, como también sucede ilusamente en usted,  que por el determinismo de la historia llegará a triunfar el socialismo y con él “la felicidad suprema”.

Ante todo. Sr. Presidente, debe tener el pleno convencimiento de que el pueblo venezolano, en su gran mayoría, no está de acuerdo con su gobierno y en consecuencia con las bases ideologías y los procedimientos administrativos correlativos. Llega a percibir que todo se convirtió dese 1999 en un confuso y acomodaticio arroz con mango, aderezado con la canela de la corrupción y el militarismo, que ha determinado, como nunca antes, un profundo deterioro de la vida de los venezolanos, lo que los ha llevado hasta   añorar con insistencia lo que acontecía antes de 1999, a pesar de que para la época lo criticaba acerbamente; tanto que le dio cabida al triunfo de Chávez.

Sr. Presidente, póngase cómodo en una poltrona y saboreando un whisky que le prepare la primera combatiente, pondere cuáles han sido los hechos que por sus decisiones y terquedades han convertido a uno de los países con mayor potencialidad natural y que tuvo ingresos cuyo monto se diluye en la cantidad de ceros, en un país inundado por la incertidumbre, la escasez, la rabia, y que ahora  reacciona saliendo de su paciencia para exigir que es el pueblo el que debe determinar quién o quienes lo gobiernen y bajo que principios. Ante todo, cuando esté en el tercer trago, medite  si ustedes creen en lo que pregonan ser, si saben a conciencia lo que hacen, incluyendo la perniciosa corrupción, y si viven de acuerdo a lo que han ofrecidito y siguen ofreciendo.

Esperamos que con el cuarto Whisky, dada la eufórica vasodilatación, termine por entender que la única salida es la electoral. Pero no cualquiera como resulta ser el mamotreto de la Constituyente. ¡No!  Elecciones generales para todos los poderes, es decir, una salida eminentemente democrática. Sométanse al arbitrio del pueblo. Si ganan, ustedes han dicho que no pueden perder elección laguna, pues nos resignaremos a sus designios socialistas, pero si pierden, como con seguridad sucedería y en forma aplastante, pueden recomponerse como partido y seguir participando en las lides políticas, en el entendido de que muchos dirigentes tendrán que responderle a la ley.