Razones y pasiones: ¿Para qué la Constituyente?

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

Se están ahogando y necesitan un flotador. De acuerdo con el manual no escrito del fascismo, era imperioso desviar la atención hacia algo diferente y  que los ayudara a permanecer en el poder. Lo seleccionado fue la solicitud  de convocar a una Constituyente. Pero el juego tiene validez si  la convocatoria se hacía  de manera tal que la oposición  no pudiera obtener  una mayoría. Eso sí, se debería insistir que se trata de un proceso democrático que respeta el voto universal, directo y secreto y cuyo objetivo  es  solucionar democráticamente la extrema situación que vive el país.

¿Y cómo lograrlo? Ante todo, utilizar la potestad que tiene el presidente de tomar la iniciativa de convocatoria y por supuesto, es lo importante, proponer las base comiciales que convengan, pero sin que  haya la peligrosa consulta al pueblo (el inscrito en el Registro Electoral) de si quiere o no la Constituyente. Salvado este escollo, ¡a la macha!,  las  fámulas del C.N.E. con presteza diseñaran el resto del proceso. En otras palabras, al más puro estilo cubano, hay que imponer  las bases comiciales, diseñadas a la medida del Presidente, pues en ellas se incluye además de lo territorial el voto por sectores, es decir un voto diferenciado y en consecuencia no universal. Se trata de sectores escogidos por el Gobierno: sindicatos patronales, comunas, etc., a los cuales se les da la posibilidad de elegir 250 constituyentitas de los 500 propuestos como totalidad.

De lo anterior se pueden sacar dos conclusiones: 1) Maduro le conculca al pueblo su derecho constitucional de decidir, como  poder soberano que es, si está o no de acuerdo con una  Constituyente y con la “papa caliente” que representan las bases comiciales; 2) Maduro contradice  a quien   desde siempre ha considerado  el estadista más lúcido, pues Chávez solicitó la convocatoria para la conformación de una Constituyente en 1999, proponiendo a su vez las bases comiciales y solicitando el paso previo de determinar por referendo si el pueblo estaba o no de acuerdo.  Por otra parte, propuso un número razonable de miembros (103), de ellos 24 serían elegidos en circunscripción nacional y 76 en circunscripciones regionales, agregando 3 indígenas,

Recordamos lo anterior para que tengamos claro que la consulta  a la población sobre si quiere o no la Constituyente es obligatoria, democrática y respetuosa de los derechos de los ciudadanos. Por otra parte, con un acuerdo de  escogencia como el anterior, no se está privando a ningún miembro de ningún sector de votar. Repe timos, sectorizar es fijar una elección de segundo grado y eliminar la universalidad del voto.  Ahora bien, en el 99 la propuesta y bases comiciales iban a ser aprobada holgadamente, pero  el diseño propuesto por Chávez no le sirve en la actualidad  al Gobierno, pues en ese primer paso, la consulta,  se llevaría la paliza del siglo.

Con su propuesta, Maduro pretende distraer al pueblo y hacerle creer que con una nueva Constitución, por  intervención de no se sabe que gurú divino, se resolverían los problemas económicos y la inseguridad; pero hay algo más profundo y decisorio: como  una nueva Constitución puede trasformar las estructuras del Estado, con seguridad eliminarían gobernaciones y alcaldías para dar paso al gobierno comunal, siguiendo el patrón cubano, llegando así al clímax de su socialismo de pacotilla.

Conclusión: cuando las constituciones se sabe que van a ser proactivas, es decir, permitirán adecuaciones, avances y son constructivas, como la de 1811 (paso de la colonia a la República) o la de 1945 (paso a la democracia), es válida la Constituyente  para redactarlas, más no lo es cuando solo se trata de una acción reactiva, defensiva en este caso, tal como sucede con lo que pretende Maduro. En estos casos una nueva constitución pude ser destructiva.