Razones y pasiones: Nuestro Nuevo Cardenal

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

Nuestro respetado intelectual y amigo Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, ha sido distinguido con el más alto título honorífico que puede conceder el Papa, el de Cardenal, con lo que alcanza como eclesiástico uno de los rangos más sobresalientes e importantes de la Iglesia.

Como resulta natural, dado el conocimiento pleno que se tiene del quehacer de Monseñor Porras y de sus logros, la comunidad  merideña siente especial  regocijo por tal hecho, el cual, si se quiere, ha sido de una manera u otra ayudado en parte a moldease con  su  actuación entre nosotros. Él ha demostrado con fehacientica, poseer la condiciones que según establece el Derecho Canónico son necesarias para formar parte del Cuerpo Cardenalicio, que tiene la responsabilidad de nombrar el Papa y  en circunstancias usuales de  aconsejar al Santo Padre, así como ser el punto de apoyo alrededor del cual gira la plataforma de la Iglesia, en torno a su máximo conductor.

Por desgracia, la miseria humana que se ha engendrado entre nosotros acicateada por  la sumisión esclavizante a dogmas trasnochados, no pudo quedarse quieta y por las redes sociales, ha venido denigrando e injuriando a Monseñor al conocerse su nombramiento, con lo cual sólo consiguen que éste tenga la oportunidad de repetir la excelsa expresión de Jesús: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Alcanzar la condición de Cardenal no es una cosa de simpatía o el resultado de satisfacer una necesidad numérica, se exigen para ello condiciones que  como decía antes son obligantes por disposiciones taxativas del Derecho Canónico. Se requiere sabiduría, especialmente en cuanto al conocimiento de la Doctrina; haber llevado una vida coherente calificada con base a sus costumbres;  piedad, definida en la oración y en la relación experiencial con Dios; prudencia, representada en el actuar correcto y ejemplarizante; discernimiento apropiado; y  capacidad para  tomar  decisiones justas y aceptables.

A todo lo anterior se suman aspectos que en forma personal hemos podido dimensionar: sentido de la amistad, humildad, simpatía, buen conversador, posesión sólida de conocimientos multidisciplinarios, apreciación critica, no sesgada, de la realidad que vive el país, vocación histórica y de cronista y disposición en cuanto a tratar de conciliar en aspectos controvertidos de carácter social. Se suma su amor a nuestra Universidad, a la cual defiende sin restricciones.

¡Cuidado y en el futuro al salir humo blanco de la chimenea del Vaticano, este nos anuncie la elección de un Papa venezolano!