Razones y pasiones: El papel del árbitro

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

La mayoría quedó sorprendida con los resultados del plebiscito en Colombia, Incluso los que estábamos de acuerdo con el NO. Y estábamos de acuerdo por considerar  que resultaba del todo inconveniente darle a las FARC una especie de premio, incluyendo un canal televisivo y varias emisoras de radio, por las atrocidades que durante tantos años han cometido. Sería lo mismo que sucedería con el niño al que por una mayúscula grosería no se le castigara adecuadamente sino se le diera un chocolate o un juguete como respuesta. Ahora bien, dado que sobre el particular decenas de analistas han dado a conocer con precisión lo contradictorio que hubiera resultado  aprobar textualmente el documento firmado por las partes,  solo nos  detendremos en mirar algo del proceso plebiscitario como tal, cuya ejemplaridad ha quedado un tanto al margen.

Efectivamente, sin ser la plataforma electoral colombina la mejor del mundo, como aseguran algunos sucede con el sistema  venezolano, no se produjo ningún contratiempo, no hubo críticas sobre el procedimiento, se cumplió satisfactoriamente lo programado. A esto  se agrega como muy sobresaliente y diametralmente opuesto a lo nuestro, que los resultados fueron oficialmente dados con celeridad, como debe ser para apaciguar las inevitables ansiedades y despejar sospechas de cualquier tipo. Hubo plena confianza

Por otra parte, nos resultó aleccionador que en ningún momento los integrantes del organismo colombiano que funge como árbitro, es decir, el equivalente a nuestro CNE, ocuparon protagónicamente los medios de comunicación, pudiendo decirse que pasaron desapercibidos. Y es que el arbitraje es bueno cuando no sobresale por estar ceñido a su condición de neutral. Es algo diferente a lo que sucede con las comadres dueñas de las elecciones venezolanas, que sienten la necesidad de ponerse siempre en primer plano para justificar las decisiones arbitrarias que se toman en contra de los derechos de  los venezolanos. Recuerdo que en el caso del fútbol hay una máxima aplicable: “Cuando el arbitraje es bueno el árbitro pasa desapercibido”.

También resultó extraordinario que ni siquiera hubo una voz de los defensores del SI que dijera que había habido fraude, a pesar de que la diferencia fue discreta.

La única voz disonante, como siempre sucede, fue la de Maduro, asegurando que hubo empate técnico, como queriendo minimizar el triunfo delo NO. Eso del empate técnico es un simplista rebusque analítico. No hay empate de ningún tipo cuando hay un ganador, así haya  ganado por un voto.