Por:Eleazar Ontiveros Paolini…
Aclaro que no somos suspicaces. Es decir, inclinados a desconfiar o a tener sospechas. Preferimos construir nuestras opiniones con bases ciertas, en especial cuando se trata de problemas sociales o políticos, siempre con un espectro ilimitado de aristas. Pero, contradiciendo ese nuestro proceder, no hemos podido evitar sospechar que así como así, gratuitamente, de buenas a primeras, como si no se tratara de una ficha chavista de fanática incondicionalidad y a la cual en un momento dado el país le pedirá “rendimiento de cuestas” por los dislates cometidos, haya metido al gobierno en un berenjenal, por efecto de un arrebato de arrepentimiento y constricción. Y es que, como se entiende, su grave juzgamiento en cuanto a que la pretensión del TSJ de asumir las competencias de la AN mientras permaneciera la condición de invalidez de sus actuaciones rompía el hilo constitucional, demostró palmariamente a Venezuela y el mundo, que en este régimen los poderes no tienen autonomía; están sujetos a los dictámenes del ejecutivo.
A lo anterior se suma la desfachatez de que al ver la olla hirviendo como nunca antes, sin que dejemos de pensar que él mismo la montó y echó la leña, Maduro manda a sus fámulas a que corrijan el entuerto, tratando de demostrar a propios y extraños su talante democrático, su incondicional defensa de las Constitución, al no permitir que ni siquiera sus panas queridos, compañeros del rezo diario invocando al comandante supremo, puedan mancillar el librito azul, producto de los efluvios divinos de su protector.
La otra posibilidad, ya difundida con profusión por muchos analistas y aceptada por algunos desprevenidos, es que se trata de una “lucha interna” entre facciones chavistas y maduristas, estas últimas bregando por permanecer en el poder y aquellas por tratar de echarle mano en el futuro con base al argumento de que nuestro fornido presidente se alejó de los lineamientos del único poseedor de la verdad: el supremo. Pero surge la duda. ¿Han sido tan torpes para enfrentarse públicamente dándole gratuitamente argumentaciones determinantes a la oposición y a los organismos internacionales para que profundicen el rechazo?
Queda la otra suposición: se dice que es inevitable que el pleito interno generará una implosión, es decir, que el gobierno explotará porque la presión interna es superior a la presión externa: la que pueda ejercer la oposición. Esto puede hacer pensar que hay que quedarse tranquilo y en la casa ya que los chavistas, entre ellos mismos, nos resolverán el problema del derrocamiento, pero no sabemos cuándo sucederá. Recordemos que la mecha que provocará esa implosión está encendida desde hace muchos años, pero no termina por llegar a la dinamita.
Como corolario creemos que en el problema, como en todo lo que el gobierno y su partido hacen, hay de fondo una triquiñuela que nos resulta difícil precisar. Pero la conoceremos. Nos queda por entender que los que no esperan nada del azar, del albur, de la casualidad, son dueños del destino si es que luchan por él.