Por: Eleazar Ontiveros Paolini…
Puede que se nos tilden reiterativos, pero insistir en que lo que nos sucede es producto de una planificación y no del azar, nos conmina a interpretar de la mejor manera todas las aristas implicadas en el problema. Es indispensable poder asimilar la gran lección que nos ha dado el chavismo sobre lo que no debe ser y lo que no se debe permitir en el futuro. Y es que el hombre se educa cuando en función del conocimiento cambia su forma de pensar, de actuar y proceder.
Veamos. Nos dicen: todo lo mal que vivimos ha sido producto de la mente maléfica del “enemigo necesario”, es decir, el imperio norteamericano, pues desde la casa blanca se supone que se manejan títeres que mueve a su antojo y los hace partícipes de la guerra económica, achaque fundamental asumido como explicación reiterada del régimen para disimular su la incapacidad y su proterva administración. Ahora, con ahínco, se ha venido sumando a Los E.E.U.U la vecina Colombia, la cual dicen los capos del socialismo, no es merecedora de la amistad de un país pulcro, revolucionario, encaminado a la indetenible búsqueda de un hombre nuevo, al cual no debe importarle la satisfacción de los bienes materiales, el hambre y las privaciones, sino poseer los criterios políticos y la convicción de que se tendrá que dar la milagrosa concreción de un mundo en que la igualdad y por ende el egoísmo y las pretensiones individuales serán dejadas de lado para que todo sea resuelto por el Estado, que como padre todo poderoso tendrá la sabiduría de organizar, sin excluidos, los procesos sociales , en los cuales no habrá ningún tipo de injusticia y no se volverá a ver el enriquecimiento de los burgueses estafadores.
Todo lo dicho es muy duce, no se puede negar, pero hasta muchos de los obcecados que repasan la historia, se encuentran con hechos históricos que hablan con determinación sobre los rotundos fracasos de Hitler, Mussolini, Perón y muy especialmente Stalin y Fidel, quienes pretendieron la acomodación masificadora, uniforme, de las tareas sociales, económicas y políticas . Y que como tal acomodación haría del hombre un objeto, los empeñados en tan ilusoria idea se vieron en la obligación, sin éxito, de imponer un “estado de cosas” con base al terror, la prebenda, la enajenación, la descalificación, la corrupción y el uso conminatorio de la bota militar. Su intransigencia los obnubiló de manera tal que dejaron de lado la consideración de que es imposible, a pesar de que muchos por convicción o por negocio se muestren adictos, que haya fuerza capaz de impedirle a los hombres poner el juego, dadas sus experiencias y estudios, los procesos reflexivos y creativos, con los cuales desarrolla las actividades mentales superiores: análisis, síntesis, comparación, generalización y evaluación que de por sí, sin excepciones, los hace contestatarios de lo que se pueda considerar como infalible.
Esto último es un criterio manejado desde hace mucho tiempo. Efectivamente, y vale el dato, el gran pensador florentino Pico de la Mirandola, dijo: “La grandeza del hombre del Renacimiento consistió en llegar a entender que debía tener el derecho a la discrepancia, a la libertad religiosa y cultural y al crecimiento y enriquecimiento personal a partir de las diferencias” ¿No es eso acaso lo que pasa con las sociedades modernas que han alcanzado el mayor desarrollo?
Pero los obcecados e intransigentes que son incapaces de apreciar la política como el arte de conocer las realidades y actuar sobe ellas para lograr transformaciones que afecten positivamente a la mayoría y que tal satisfacción genera un continuo creciente de nuevas necesidades, requiriéndose, por ello, tomar sistemáticamente decisiones capaces de satisfacerlas.
Creemos que el inefable Maduro y su íntima comparsa se ubican en ese mar mental de la obcecación, y que lo insultos, amenazas de guerra, inventos sobre atentados, estigmatización de otros gobiernos legítimamente establecidos y de los cuales, querámoslo o no, dependemos en gran medida, no son otra cosa que reacciones al percibir que su credo, del cual se generaron falsas ilusiones, ha fallado estrepitosamente, lo que hace pensar a la mayoría de los venezolanos que debe desparecer el dolor de cabeza que han provocado durante 20 años y que el analgésico es lograr un gobierno democrático que entienda que la democracia es la expresión política de la libertad, causa por la cual se debe ejercer con la mayor propiedad, pues el peso de la historia nos conmina a ello.