Realidades diferentes y una Feria del Sol

Mientras en la plaza de toros Román Eduardo Sandia, los afectos a la fiesta brava gritan olé, y se abanican ante el calor que produce el inclemente sol ferial, otros merideños, como en La Variante, bajo el mismo sol,  protestan por los incesantes cortes de electricidad y se cumple un paro cívico en San Juan de Lagunillas, donde el 90 por ciento de los comercios están cerrados en apoyo a la medida de la población, para decir ¡basta de apagones!

Son realidades diferentes, muy distintas, pero que cohabitan en un mismo Estado que para unos es tiempo de celebraciones y para otros de preocupación.

Muchos se preguntan si la aparente mejoría en algunos sectores de la ciudad de Mérida donde sábado y domingo no se había ido la electricidad al menos, con tanto ensañamiento como en los últimos días, se deba  a acuerdo políticos para no “restarle brillo” a las actividades programadas para la Feria del Sol, o ¿es que de verdad el problema está en vías de solución?. Esto último, aunque desearíamos que fuera así, es poco probable, porque para nadie es un secreto la verdadera situación de las plantas que suministran energía a la entidad. Dicen los expertos que si la “administración de cargas” se altera por un tiempo, lo que vendrá después de este periodo de asueto nos castigará fuertemente, porque será muy difícil para Corpoelec, cumplir, al menos parcialmente con la demanda de los sectores.

De igual manera, se ha observado con gran regocijo, que las colas de la gasolina están avanzando con gran rapidez, y toda esta maravilla, como que se debe, a la “magia ferial”, ¡abra cadabra, que con las ferias la gasolina fluirá!  ”Ojalá el conjuro dure para siempre jamás, como dirían en los cuentos de hada.

En la cola para la gasolina de La Vuelta de Lola, unos jóvenes que esperaban surtir, decían entre ingenuos y deseosos: “si esto es así, ¡que  la ferie no se terminen nunca ¡”, mientras que uno un señor con cara compungida y cansancio en el rostro expresaba, “no estamos para ferias, hay hambre y muchas necesidades en el pueblo. Esto es una ilusión y muy pronto, el miércoles de ceniza a más tardar, nos volveremos a encontrar con la dura realidad de un país devastado”. Ante esta afirmación solamente el tiempo le dará la razón a quien la tiene.

Repartir el pan, ser solidarios.

En la icónica Plaza de Milla, bajo un sol bonito y entre los árboles, se hacía otra cola. Esta vez, era de personas que están viviendo en condiciones muy difíciles y que acuden cada mañana a que buenos samaritanos, y aun con la crisis económica que existe, se dedican pacientemente, a repartir algo de comida y bebida a los que no tienen cómo, ni con qué alimentares. Es una acción noble y que sigue los conceptos atesorados en el Eclesiastés “Dale de comer al hambriento, y un día serás recompensado. Comparte lo que tienes con siete y hasta ocho amigos, pues no sabes si mañana el país estará en problemas…”.

Esta imagen alentadora, de solidaridad y compromiso humanitario contrarresta con la de esos grupos de “parranderos” que amanecieron bebiendo, haciendo bulla con su música estridente y molestando a los demás. Entonces surge una pregunta cuál es la razón de las diferencias de comportamientos entre unos y otros?, pues, básicamente: educación y valores morales, esos que se siembran en las familias, se riegan en los colegios y se cosechan en una vida adulta responsable. Si eso falla, fallarán las conductas que procuren el bien común.

Todavía queda feria, todavía hay mucho que ver, los contrastes entre quienes tienen gran poder adquisitivo y los que no, se acentúan durante estas actividades.

Ser ponderados, amables, generosos, responsables, solidarios debería ser la consigna.Actuar según nos dicte el sentido común, recordando: “No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti. Se trata de una afirmación que busca tener presente un simple principio de conducta basado en el respeto por los valores propios reflejados hacia los demás.

A.E-L.L./ Foto Eduardo Castro Engelke