Rechacemos el maltrato animal

La escena se repite, otro video en el grupo de WhatsApp de mi comunidad. Un perro esquelético buscando comida entre la basura, tres gaticos víctimas de la crueldad humana que fueron abandonados en la calle. Los vecinos consternados, compartimos nuestra indignación ante la situación, pero lamentablemente después llega el vacío, luego todos olvidan que esos pobres animalitos están allá afuera con hambre, con frio y corriendo peligro.

Esta realidad nos duele profundamente porque reconocemos en esos seres la vulnerabilidad y la inocencia que merecen compasión. No hay justificación posible para lastimar a un ser indefenso; es el acto más cobarde que pueda existir.

Gracias a la incansable labor de organizaciones y activistas, Venezuela cuenta con la Ley para la Protección de la Fauna Doméstica Libre y en Cautiverio, vigente desde 2010. Este instrumento legal establece claramente que el maltrato animal constituye un delito.

Esta ley prohíbe acciones que, aunque deberían ser evidentemente reprochables, muchos ignoran: el abandono, el envenenamiento, la mutilación, la explotación laboral y las peleas organizadas. Más importante aún, contempla sanciones que incluyen multas y penas de prisión que pueden oscilar entre 3 y 18 meses.

No podemos seguir siendo testigos y cómplices de tanta maldad. Hay que denunciar a las personas que le hacen daño a los animalitos.

Por otro lado, la adopción responsable puede marcar la diferencia. Podemos darle un hogar a los animalitos que han sido abandonados, los podemos esterilizar, proporcionarles atención veterinaria adecuada e integrarlas como familia. Compartir estos valores con nuestro círculo crea un efecto multiplicador.

Nuestro apoyo mediante donaciones, voluntariado o difusión de sus campañas puede significar la supervivencia de incontables animales. Un «me gusta» crea visibilidad, pero la acción directa salva vidas.

Nuestras plataformas digitales tienen un potencial transformador. Compartir información verificada, casos de adopción y contenido educativo convierte el activismo de salón en un movimiento tangible.

Los jóvenes no somos solo el futuro – somos el presente actuando. No permitiremos que la normalización del maltrato animal defina nuestro legado. Rechazamos ser la generación que solo se indignó detrás de una pantalla; aspiramos a ser quienes convirtieron la compasión en acción colectiva.

El camino comienza con decisiones concretas: una denuncia presentada, un animal adoptado, una conversación que inspire. La Venezuela que soñamos incluye el respeto irrestricto hacia todas las formas de vida.

Marco Antonio Sosa Villamizar

Estudiante de 3er año de bachillerato

Colegio Micaeliano-Mérida

05-10-2025 (127)