Reestructuración de PDVSA una historia sin fin

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El termino reestructuración es utilizado para abordar procesos de cambios, en las estructuras existentes para hacerlas más eficientes, productivas y rentables. En el caso de nuestra principal industria PDVSA, son muchos los anuncios hechos, de modificaciones de la estructura, derivados de denuncias de corrupción, desastres productivos, modificaciones en los mercados internacionales y uno que otro delirio. En definitiva, cada proceso no ha mejorado la estructura, por el contrario, cada iniciativa ha empeorado la eficiencia, la productividad y la rentabilidad. Colocando a nuestra principal industria en la quiebra total y absoluta, y sin salvación en este momento.

En estos 20 años de revolución cínica, PDVSA fue sometida a una gestión empresarial nefasta que eliminó sus capacidades competitivas: en primer lugar los despidos masivos, producto del paro petrolero, descapitalizó intelectualmente a la empresa, gran cantidad de profesionales capacitados fueron sacados de cargos de dirección y sustituidos por camaradas sin ninguna o poca formación y conocimiento del negocio; en segundo lugar, la empresa asumió responsabilidades vinculadas con el desarrollo social que desvirtuaron sus objetivos fundamentales, el régimen presionó a la empresa y se despilfarraron recursos orientados a gasto público y no al incremento de capacidades; en tercer lugar se comprometió la producción a través de convenios comerciales, obviando las autorizaciones de la Asamblea Nacional.

El comandante supremo en un delirio imaginario, soñó con construir una nueva geopolítica, estableciendo una estrategia de integración energética, a través Petroamerica,  Petrocaribe, Petrosur y el Gasoducto del Sur. La política de solidaridad experimentada por Venezuela brindó créditos a largo plazo y cuotas de petróleo preestablecidas a los países más débiles de la región contribuyendo no solo a fortalecer alianzas estratégicas de carácter geopolítico, sino disminuyendo supuestamente, las asimetrías existentes en las naciones latinoamericanas. Todo parecía muy plausible, sin embargo, los venezolanos vivimos en este momento las consecuencias del socorro. PDVSA redujo sustancialmente su flujo de caja por ventas de crudo a precios subsidiados y a periodos de financiamiento superiores a los estándares de mercado. Periodos de crédito de 10 y 20 años, produjeron consecuencias financieras enormes para la industria petrolera. El ejemplo de Republica Dominicana es más que elocuente, perdidas por descuento de facturas cercanas a los 2.500 millones de dólares.  Los acuerdos bilaterales firmados por Venezuela en el marco de CELAC, han tenido resultados criminales en las desigualdades internas del país, incremento de la pobreza, presiones inflacionarias y la salud financiera de PDVSA.  En la práctica Petrocaribe ha servido para la mejora de la calidad de vida de los habitantes de las naciones integrantes del bloque, pero en detrimento de nuestra calidad de vida, en otras palabras: Venezuela pone el petróleo y los venezolanos colocamos el sacrificio, el sudor, la sangre y las vidas.

Como si no fuera poco, también se intentó Petroamerica con el Gran Gasoducto del Sur, una total locura, internamente no hemos podido construir los gasoductos para suministro doméstico, ni para alimentar las plantas termoeléctricas y pretendíamos llevar gas hasta Argentina. De igual manera Petrosur buscaba ser una plataforma energética del mercado común del sur (MERCOSUR), para minimizar los efectos negativos sobre los países de la región originados por factores especulativos y geopolíticos, mediante la disminución de los costos de las intermediaciones, el acceso a financiamiento preferencial y el aprovechamiento de las sinergias comerciales para solventar las asimetrías económicas y sociales de la región. Por acto de la providencia esta demencia so se logró concretar en su totalidad, sino las derivaciones serían peores.

Otro proceso de reestructuración fue acabar con la estructura patrimonial de la empresa, se vendieron las refinerías en  Lyondell, Paulsboro y Savannah en Estados Unidos; Ruhr Oel, en Alemania, las cuales se hicieron en procesos oscuros, beneficiando a los gestores de las operaciones, en perjuicio de la empresa. Los recursos generados fueron molidos por la estructura corrupta de gestión pública.

La negociación de bonos de PDVSA adquiridos por Goldman Sachs colocados por el Banco Central de Venezuela, a través de un banco inglés intermediario, fue una venta de un botín de guerra, más que a un proceso financiero para obtener unas divisas requeridas. El valor nominal de los bonos era de 2.800 millones de dólares emitidos en el 2014. En la operación el BCV recibió 865 millones de dólares, es decir el 31 % del valor nominal, asumiendo la Republica una pérdida del 69 % equivalente a 1.935 millones de dólares. Otro resultado mas de la eficiencia, productividad y rentabilidad de estos reestructuradores.

Cuando nombraron a Quevedo se anuncio otro proceso de reestructuración, lamentablemente este gerente forrado de valores superiores, preparado el camino para el sepelio de la empresa. Deja una industria en niveles de 600.000 barriles día, sin gasolina, gas domésticos y lubricantes, mejores resultados de su proceso de cambio de la estructura son innecesario.

Con estos antecedentes es muy poco lo que se puede obtener con este nuevo proceso de reestructuración, en cada empuje el saqueo se profundiza, se dilapidan cantidad importante de recursos que, de acuerdo a las últimas investigaciones, forma parte de las riquezas personales construidas en estos 20 años de revolución y de reestructuración permanente de PDVSA. Lastimosamente para los nuevos reestructuradores la gallina de los huevos de oro, no pondrá ni un embrión. El riesgo futuro para los ciudadanos es que seamos vendidos como esclavos, producto de un botín de guerra. Debemos presionar para terminar el horror.

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