El Salmo de la Misa de este día tiene esta frase muy propicia a la personalidad de la Santa hoy recordada: «agradezcan al Señor por su amor» (106). Se trata de Isabel Flores de Oliva, y luego de vestir el hábito de terciaria dominica, Rosa de Santa María.
En ella observamos un estilo de servicio nutrido en la respuesta de Jesús, amor a Dios y al prójimo, a la pregunta del fariseo, ¿Cuál es el mayor de los mandamientos?, reflejada en el evangelio de Mateo 23, 34-40. En efecto, el subtítulo elegido para esta reflexión recoge en parte la opción hecha por Rosa de Santa María: la de construir una pequeña celda en un ángulo del jardín de su casa cual espacio de contemplación íntima y secreta con el amado de su alma, (de hecho, uno de los libros bíblicos mas leído y meditado por ella fue el Cantar de los Cantares), de inspiración y composición de poesías, coplas y música (tocaba muy bien la guitarra, el arpa y la vihuela), y desde estas actividades ofrecía su disponibilidad de escucha decente, franca y solidaria a otras jóvenes y demás personas.
En este sentido, los escritos de Rosa de Santa María, (primera santa de América Latina, específicamente de Perú y patrona de América), signados con el matiz de la mística, estuvieron orientados a las cuestiones culturales y sociales que atravesaban el corazón de los hombres y mujeres de su época (ss. XVI-XVII) y, sin duda, de los de hoy. Por eso, su lenguaje extático enriquecido en una “teología Cristocéntrica”, en la eucaristía, la penitencia, el ayuno, le concedió una capacidad individual y a la vez colectiva centrada en su aporte a los retos y a las exigencias de su tiempo, promoviendo el bien, realizando locuaces obras de caridad, empeñándose por la paz y la salvaguarda de la creación (por cierto, también fue fiel admiradora de la escuela franciscana); al respecto, de ella nos proponen este verso: «pajarito ruiseñor alabemos al Señor. Tú alaba tú a tú criador yo alabaré a mi Señor»; además, «a sus confesores les decía: “Quitarme a mí la música es quitarme el comer”».
Como podemos ver, el canto, la copla y la poesía en Rosa de Santa María, lejos de una escueta “autoreferencialidad” (Papa Francisco), más bien evidencian una forma de “glosa conveniente” de frente a visiones inspiradas y complejas como la de los huesos que van alcanzando forma organizada, tejidos, carne y espíritu (cf. Primera lectura de la Misa, Ezequiel 37, 1-14).
Por ende, en la biografía de Rosa de Santa María encontramos este coloquio al que podemos apreciar como el punto primordial de un “procedimiento exegético”, (o aclarativo), no distante de la vida concreta y de la sensibilidad espiritual de nuestras personas; o sea, «su hermano Hernando Flores de Herrera […] una vez le preguntó: “¿Quién le enseña tantos cantaricos hermana?” Rosa respondió: “Hermano, como hay tanto que decir de nuestro buen Padre, ofrécense con facilidad sus alabanzas”».
En la visión del profeta Ezequiel leemos estas palabras del Señor Dios, «“haré entrar en ustedes mi espíritu y viviréis”»; Rosa de Santa María en los momentos de soledad y sufrimiento con su guitarra armonizaba poesías como esta: «“Las doce son dadas. Mi Jesús no viene, ¿Quién será la dichosa que lo entretiene?”». Con esto entendemos cómo Santa Rosa de Lima sincronizó su corazón y sus pasos al ritmo del amor del amado de su alma; y, en consecuencia, aludimos este esclarecimiento:
el primer corazón de las Mercedes tiene la siguiente frase: “Primera merced de eridas que recevi de Dios con lansa de asero me irio y se escondió”. El segundo corazón es [según Zhenia Aldana] el que demuestra la ternura de la santa, un corazón con una cruz en la parte superior y el Niño adentro: “Aquí descansó Jesús abrasándome el corazón”. Al último y tercer corazón, que sigue llevando la cruz en lo alto, le han nacido cuatro alas en las que se lee: “Buela para Dios”, en cuyo límite se encuentra la frase: “El campo del corazón lo llenó Dios de suave amor asiendo morada en él” (Aldana, Zhenia).
Y, ciertamente, el campo de nuestro corazón, como al de Santa Rosa de Lima, lo compensa con perspicacia Cristo y sus instrucciones; en efecto, de ÉL continuamente escuchamos este encargo: «“de estos dos mandamientos –amar a Dios y al prójimo– dependen toda la ley y los profetas”».
Dios, bajo la intercesión de Nuestra Señora del Rosario, de Santa Rosa de Lima, colme de bendición a la congregación Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima (HH. DD).
Bibliografía:
Santa Rosa de Lima, en: https://secretariat.synod.va/content/synod2018/es/jovenes-testigos/santa-rosa-de-lima.html [Visto: 19-08-24]
Aldana, Zhenia Aparicio, «Aporte cultural de Santa Rosa de Lima: sus coplas, Mercedes y Escala mistica», en: Revista de Historia y Geografia, No 43, 2020, pp. 241-257; https://ediciones.ucsh.cl/index.php/RHyG/article/download/2628/2092/5837 [Visto: 19-08-24].
23-08-24
Pbro. Horacio R. Carrero C.
horaraf1976@gmail.com