En la entrega anterior se expuso que en los actuales momentos la persistente crisis económica venezolana se torna sumamente angustiante ante la presencia de dos patologías terribles: la recesión y la alta inflación. Luego de una leve recuperación de la actividad económica en el primer semestre del año 2022, se ha vuelto a hacer presente una recurrente contracción de la producción. Adicionalmente, desde finales del primer trimestre del año 2023, el ritmo de crecimiento de los precios se ha vuelto a acelerar. Esta pésima combinación de patologías económicas ha provocado que la mayoría de la sociedad venezolana perciba nuevamente que su bienestar empeora a pasos agigantados con el paso de los días.
En esta segunda entrega acerca de las salidas a la crisis económica venezolana se sigue insistiendo en que el primer paso para una solución es lograr la resolución del conflicto político presente en el país y que se manifiesta, entre otras cosas, en la falta de voluntad de quienes ejercen el gobierno y quienes son oposición, de adelantar acuerdos que den señales del ejercicio pleno de los derechos políticos a todos los venezolanos en condiciones de absoluta libertad. Estas señales darían pie a que en el ámbito interno y externo comience a gestarse una actitud positiva hacia la promoción de planes que vayan en procura de mejorar las condiciones de vida de la población veenezolana. Un a condición considerada necesaria para emprender muchas de las reformas que en el campo fiscal, monetario y cambiario se expusieron; y cuyo propósito sería sentar las bases de un proceso de estabilización de la economía.
Presentadas ya las medidas de temprana implementación en cada uno de los campos antes señalados, es tiempo de centrar la atención en los reformas de mediano y largo plazo propuestas por los expertos para salir de la crisis económica.
En el campo fiscal, se debe acometer programas dirigidos a levantar la maltrecha infraestructura con que goza el país en casi todas las áreas (vías de comunicación, medios de transporte y comunicación, entre otros), así como recuperar el funcionamiento de los servicios públicos ( agua y electricidad entre otros). Lograda la vuelta de Venezuela a los mercados financieros internacionales, se debe adelantar un proceso de reestructuración de la deuda externa de la República y de PDVSA, para de esta forma alcanzar un requerimiento de recursos en divisas más sostenible para las finanzas públicas venezolanas.
En el campo monetario-financiero se sugiere la creación de un fondo de reservas internacionales líquidas que permitan dar estabilidad al mercado cambiario. Este fondo debe estar sometido a una estricta institucionalidad que garantice un uso adecuado y transparente a dichos recursos. Luego de haber logrado quebrar las expectativas negativas acerca del poder adquisitivo futuro de la moneda local, se recomienda llevar adelante un proceso de remonetización de la economía en función del uso preferido del Bolívar. Es necesario que en el mediano plazo se adelante una reinstitucionalización del BCV, en procura de recuperar la reputación de la autoridad monetaria como garante del valor de la moneda adicional y, por ende, como un actor responsable en el manejo de la política monetria. Es indispensable el restablecimiento de la vinculación del sistema financiero nacional con el internacional. De esta manera se dará entre otras cosas, agilidad al comercio internacional, más transparencia y eficiencia al mercado cambiario, un impulso al mercado de capitales y, apoyo al flujo de remesas.
Las medidas aquí sugeridas vendrían a ser un complemento de las ya tratadas en la primera entrega acerca de las salidas de la crisis económica venezolana, son medidas cuyo sentido secuencial y de coordinación resulta crucial para el éxito de un programa de estabilización macroeconómica. Pero sin duda alguna, este programa debe ir acompañado y ser parte integral de un plan mayor que busque el desarrollo económico y social sostenido del país.
En este sentido, se requiere trazar un programa de reformas estructurales que en el largo plazo tenga como propósito enmarcar a la sociedad venezolana en un nuevo modelo económico. Un modelo que alejado del rentismo petrolero se oriente mediante elecciones sociales que busquen la mejor combinación de eficiencia y equidad posible. Una discusión sobre este programa de reformas estructurales se presentará en una próxima entrega.
Econ. Albio Márquez
Director del IIES-FACES-ULA