Se salvó el guiso de las hallacas con bofe y pajarilla

La gráfica que ilustra este trabajo periodístico no puede ser más elocuente de la gravísima situación económica que estamos confrontando la mayoría de los venezolanos. La gran oferta que exhibe este negocio, se refiere a un tipo de producto que en tiempos de una Venezuela digna, no era para el consumo humano, y solamente servía para algunas mascotas, perros y gatos, y sin embargo, los veterinarios no lo aconsejaban. El bofees el pulmón de las reses  y la pajarilla es el bazo, especialmente el de cualquier animal.. El aspecto resulta muy desagradable, pero cuando el hambre aprieta, “se le echa bastante cebolla, ajo y pimentón, y se puede comer”-dice una señora que ya lleva su oferta en una bolsa. “Yo no puedo comprar otro tipo de carne…Mi sueldo no alcanza, así que no me queda más remedio”, y se aleja con su carga de  resignación, y sus ganas de comprar otra cosa más nutritiva, de mejor sabor.  .Sin embargo, en el sitio había una cola de ciudadanos esperando para comprar la oferta por 20 mil bolívares.

Este año, más que en los anteriores, que ya fueron duros, hacer hallacas ha sido un acto heroico, de valentía y de compromiso con la tradición, pero las familias que lo han logrado han tenido que hacer un ejercicio de organización, de repartirse los gastos. Y sí, en gracia de Dios y con el esfuerzo de los que se tuvieron que ir, llega una remesa, aunque sea poquita, la tarea se hace más fácil; Raúl compra las cebollas y los aliños.  María y su esposo el kilo de carne, Pedro traerá las hojas de la finca, en fin.Así con la solidaridad de muchos es que se podrán hacer las “hallaquitas”, y seguramente faltarán ingredientes que le den ese sabor característico porque, por ejemplo ¿cuánto cuesta un vino, una salsa inglesa, las aceitunas, las pasitas y ni qué decir de la carne, la gallina o el cochino?

Es lamentable lo que estamos viviendo y más cuando las injusticias y las desigualdades se notan demasiados. Los que ostentan el poder, sea de donde sea, tienen cómo gastar en lujos, fiestas deslumbrantes al mejor estilo parisino.Pueden viajar y traer artículos importados y con total descaro, muestran sus iniquidades, en sus redes sociales, sin pensar en que hay otro sector y muy grande de la población que está comiéndose la oferta del bofe y la pajarilla.

Como dice la protagonista del libro “La hija de la Española” escrito por Karina Sainz Borogo :” Prometieron que nunca más robarían, que todo sería para el pueblo ,que cada quien tendría la casa de sus sueños, que nada malo volvería a ocurrir. Prometieron hasta hartase…”; ante tanta infamia social nos preguntamos ¿dónde quedaron las promesas, aquellas que inundaron el corazón de gozo a los venezolanos que votaron masivamente por un cambio? El tiempo sigue pasando, inexorablemente, y las ilusiones se han ido acabando y se filtran entre las grietas de la pobreza, de la gente que huye, de las calles vacías, de las sombras que se apoderan de la ciudad ante esos apagones, traicioneros y feroces que nos dejan en pausa con gran indignación.

A estas Navidades les falta luz, color y alegría. Les falta la paz que no podemos encontrar al observar las indignantes colas para cargar combustible, y la actitud de los que esperan con resignación que en algún momento llegue la gandola. Les  falta la paz que emanaba de ese compatriota amable, que no abusaba, que respetaba. Estas Navidades están impregnadas de nostalgia por el recuerdo de otras festividades, donde Venezuela aún era un país en el que todos cabíamos y siempre había un lugar para uno más y donde compartir lo poco o lo  mucho era cuestión de honor.

Y aunque suene cruel en muchos hogares ¡se salvó el guiso de las hallacas con bofe y pajarilla ¡

Arinda Engelke.