Caminar, hoy en día por el centro de Mérida, es encontrarse de frente con un panorama desalentador. Los anaqueles vacíos demuestran que no hay mercancías. .Las caras de los empleados que quedan denotan desaliento porque no hay clientela, y la poca que entra, sale espantada por los altos precio de cualquier artículo: zapaterías, tiendas de ropa, papelerías, mercaditos chinos, de esos, en los que en tiempos no tan remotos podías adquirir, desde una escoba hasta una pasta de dientes. Ahora, a duras penas, mantienen sus puertas abiertas porque todo va de mal en peor. La crisis económica que arrastra sin distingo a la población marca todas las actividades productivas y por supuesto a cada uno de los que formamos parte de la cadena de comercialización. Es una ecuación ineludible: el dinero que ganamos no alcanza sino para medio comer, y ojalá, no tengamos que adquirir medicinas. Lo demás tendrá que esperar, aun cuando ya tengamos los zapatos rotos y la misma ropa que compramos cuando el dinero alcanzaba.
Antes
Son muchas las historias que escuchas de tus padres, tíos, abuelos o tus hermanos más grandes, acerca de lo que hicieron y compraron con su primer sueldo. En las tertulias familiares se recuerda con nostalgia todo lo que se podía conseguir cuando llegaban los aguinaldos. Eran unas Navidades felices. Había una relativa abundancia que permitía cumplir los compromisos, y hasta celebrar. Los adolescentes solían trabajar en vacaciones para reunir dinero y luego obteneraquello que deseaban o, tal vez, ahorrar para alguna eventualidad. Antes, “se solicitaba personal” se conseguía el trabajo y se cuidaba mucho.
Ahora
En los tiempos que actualmente viven Venezuela es muy común oír comentarios tales como: “¿Trabajar en Venezuela, por sueldo mínimo?, ¡Qué va!, prefiero irme, pero regreso en unos meses, ya que con el sueldo que me puedo ganar en otro país en una semana, no lo percibiría aquí ni en un año. Así de dispareja está la situación en nuestra economía.
Empresarios que decidieron soñar y dedicar su esfuerzo a este hermoso país, e invirtieron capital y muchas ganas en sus negocios, ahora tienen otro tipo de eventualidades; antes, el personal desarrollaba un sentido de pertenencia con la empresa y trabajaba con ellos por años, mientras que en este momento viven “Solicitando personal”.
A pesar, de todos los intentos que hagan para estimular a estos empleados, aun no es suficiente para cubrir las necesidades que tienen. La crisis socioeco
Y ahora nos preguntamos…
Antes, ¿Qué se podía comprar con un sueldo mínimo? Muchas cosas. Ahora, ¿qué se puede comprar con sueldo mínimo? Esta respuesta podría variar, quizá, con el antojo de un día, que pueda tener alguien, se podría comprar una hamburguesa o dos empanadas, algo que no valga mucho más que eso. Antes, ¿Cuánto duraba un sueldo mínimo? Lo que la gente decidía. Ahora, ¿cuánto dura un sueldo mínimo? Nada. Antes, ¿qué hacía un venezolano ganando sueldo mínimo? Mucho, era un ser productivo. Ahora, ¿qué hace un venezolano ganando sueldo mínimo? Nada, pues no alcanza ni par un cartón de huevos.
Tanto los empresarios que todavía luchan por mantenerse a flote y dando un servicio, como los empleados que pese a la precarias condiciones, están en sus puestos de trabajo, merecen ser reconocidos por su coraje y valentía. No es fácil permanecer cuando todo parece ir en contra del emprendimiento.
Cuenta la leyenda
Antes, en Venezuela, cuando se conseguía un trabajo se cuidaba mucho. El trabajador hacia lo mejor posible la tarea encomendada. En algunos casos estos abarcaban más de lo que se les asignaba, pues tenían sentido de pertenencia por el lugar que les permitía mantenerse a ellos y en muchos casos a sus familias. “Es imposible retener a un empleado. Todos los días estás esperando que te digan que se marchan. Cuando renuncian solo agradecen por el trabajo. Ni siquiera piden el arreglo. Es muy raro quien lo hace. “Así lo comentó un emprendedor, soñador y luchador de esta patria, quien aprendió a trabajar desde muy joven y quien hoy se ha convertido en un jefe que “Solicita personal”.
Antes, Venezuela fue ese país idealizado por muchos hermanos de toda Latinoamérica, quienes vieron a este territorio de gente honrada y trabajadora como el destino final para comenzar un sueño. Aquí, en esta nación buscaron a un buen gerente que los emplearan, un gerente que los abrigara, y que entendiera sus necesidades. Un gerente que no buscara vengarse, un gerente que solamente sopesara que su hermano emigrante, quería llen
Violeta Santiago Practicante-CC
Foto: Leo León-@leoperiodista