Si los árboles nos contaran sus secretos

En tiempos de pandemia lo que necesitamos es oxígeno para respirar. En tiempos sin pandemia de igual manera todos requerimos ese oxígeno para vivir. Hoy se nos fue al cielo un querido bata blanca, el Dr. Luis Manuel Guilarte Gallardo. “Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y otro para arrancar las plantas. Todo tiene su momento” Eclesiastés 3:1-2. Se mueren las personas. Se mueren los árboles. Sin pena los matamos. No los mató el COVID-19. Los mató el hombre.

Cada año, cerca de 13 millones de hectáreas de boques se queman o se talan en el mundo. Hoy el planeta se detuvo. Una pandemia más, nos trajo un mensaje de cambio, de conciencia. La naturaleza y el hombre pueden prosperar juntos. Pero también, la naturaleza da su parte y el hombre la destruye. El poder protegernos está en nuestras manos. Se nos hace cada día más difícil tener victorias de conservación si ese cambio no llega a todo el planeta que está en estos momentos en una fuerte encrucijada.

Uno de los primeros pasos para proteger nuestros árboles es transmitir su importancia a las comunidades, así como lo hicieron los antepasados que se fundieron con la naturaleza y este paso lo debemos hacer lo más temprano posible. La educación ambiental parte de las familias, de las escuelas, de las comunidades, a través de las redes sociales que son escenarios de influencia para los jóvenes y los no tan jóvenes. Se trata de establecer un compromiso real con el ambiente.

Nuestros árboles merecen respeto porque son seres vivos y por todos los beneficios que nos dan a nuestras vidas. Debemos tomar conciencia de la función que tienen en el medio ambiente ya que con la tala desmesurada de árboles logramos alterar el ecosistema y mañana los hábitats desaparecerán. Fauna y flora serán un mundo en extinción y el hombre también. Algunos piensan que los cambios vienen de afuera cuando sabemos que los cambios reales están en nosotros mismos. En nuestra actitud. En esa nueva forma de ver el presente y el futuro.

Tener el privilegio de contar con árboles en el lugar donde vivimos, ayuda a limpiar el aire ya que genera oxígeno y en la noche absorbe el dióxido de carbono. También ayuda a direccionar el viento y modula su velocidad. Reduce la exposición de los rayos UVB. Son hogar de insectos, mamíferos y aves. Conserva los suelos fértiles. Ayuda a reducir el ruido. Evitan la polvareda. Atraen las lluvias, garantizando que se cumplan los ciclos del ecosistema. Nos dan alimento y productos maderables. Embellecen el paisaje. Nos calman el espíritu y alegran nuestra alma. ¡Casi nada…!

Vivimos en sociedades en las que el medio ambiente, no termina siendo una prioridad. Venezuela no es la excepción. Con ecosistemas en peligro, debido a la ausencia de políticas públicas y leyes, la vida vegetal y animal está en permanente riesgo. La crisis por la que está pasando el país, la está pasando el patrimonio natural, se ve reflejado en el descuido del medio ambiente.

El país es un campo minado de problemas ambientales que con los años se han puesto en evidencia. Los árboles están indefensos. No hay leyes que los protejan. Desde 40, 50, 100 y más años atrás, el hombre se ha beneficiado de los servicios gratuitos que brindan. No existen podas controladas para que los árboles no se estresen y puedan realizar su función principal.

“Al árbol debemos solícito amor, jamás olvidemos que es obra de Dios…” Himno al árbol de Hugo Lizcano y Javier Galué. Ya no se les rinde honor a estos viejos verdes que siempre nos regalan sombra, flores y frutos. Si no existieran, no hubiese oxígeno ni vida, tampoco agua pues sin estos antepasados verdes la tierra se recalienta. Lo cierto es que no sabemos qué pasaría con la diversidad biológica si los árboles llegaran a desaparecer, pero sin duda sería peor que la catástrofe ocurrida durante el cretácico, hace millones de años, “la cual marcó la extinción de los dinosaurios”

Las comunidades emblemáticas en la ciudad por sus zonas verdes, entre ellas La Floresta en la Pedregosa Sur, estado Mérida, Venezuela, deben ajustarse a ese compromiso con el ambiente, a pesar de que algunos árboles no les hayan sido tan beneficiosos. Agotar todas las alternativas antes de darle muerte. Seguir el ejemplo de países como Costa Rica, Chile, Gambia, Ghana en el manejo de sus bosques. Al derribar uno de ellos cortamos los corredores biológicos donde se produce conectividad entre paisaje, ecosistema y hábitats. Sólo así aseguramos el mantenimiento de la biodiversidad biológica.

Existen procedimientos como desraizamiento controlado de árboles que garantiza, conjuntamente con otras acciones técnicas y de Ingeniería, evitar la continuidad de daños y mantiene la vida de ese motor de energía. Es responsabilidad compartida entre las comunidades y los entes competentes hacer poda y mantenimiento de árboles antes de que causen daños a personas y bienes materiales. En fin, lo que proponemos es colocar en el centro de las políticas al hombre y su relación con el ambiente, construir ciudades verdes para un futuro sostenible.

Y… los árboles no tuvieron dolientes, solo 4, 6, 10 0 20 soñadores.

Y… Planearon su muerte bajo su sombra

Rosalba Castillo

rosaltillo@yahoo.com