Sistema tributario capitalista

Por Germán Rodríguez Bustamante…

En los últimos días el dictador en su laberinto anuncia al país la construcción de un sistema tributario al estilo del capitalismo clásico. Señaló que el capitalismo ha logrado los niveles de desarrollo fundamentado en el pago de impuestos. Lo que el pasado era una práctica depredadora, abusiva y anti revolucionaria aparece en este momento como la tabla de salvación, para construir poderosos sistemas de protección social. En sus delirios olvida de manera maliciosa que para poder tener sistemas tributarios que contribuyan con el desarrollo social, debe existir una robusta base de recaudación.

De acuerdo a la Constitución Nacional, en Venezuela el sistema tributario procurará la justa distribución de las cargas publicas según la capacidad económica del o la contribuyente, ateniendo el principio de progresividad, así como la protección de la economía nacional y la evaluación del nivel de vida de la población, para ello se sustentará en un sistema eficiente para la recaudación de los impuestos. Las reformas o modificaciones en el sistema tributario de un país, se justifican si es con la finalidad de racionalizar, armonizar y fijar incentivos fiscales que permitan el impulso del aparato productivo nacional. Está claro que en la medida que se pueda contar con una base de contribuyentes formalizados y en crecimiento, la recaudación subirá como consecuencia del incremento de la productividad de los sectores.

Venezuela está sumergida en la crisis más profunda de su historia contemporánea, derivado de un manejo irresponsable de la economía nacional. Es incomprensible que en estos años de bonanza de precios petroleros y endeudamiento masivos, la Nación muestre uno pobres indicadores de desarrollo en infraestructura industrial, agrícola, salud, seguridad, educación y en general. Ante la caída de los ingresos el régimen busca meter la mano en los bolsillos de los ciudadanos, quienes ya pagan el más nocivo de los impuestos: la hiperinflación y la más perversa de las cargas ocultas: la corrupción. En este momento el régimen tiene la necesidad apremiante de buscar aumentar sus ingresos, echándole mano a todo, obviando el principio fundamental de todo sistema tributario que es la capacidad económica o contributiva de los ciudadanos, para que el mismo sea justo.

Desde la publicación de libro El Capital en el Siglo XXI en el año 2.013, el economista francés Thomas Piketty, ha realizado aportes importantes sobre el flujo de capitales y como esto tiene repercusiones en las desigualdades crecientes entre ricos y pobres. El economista francés sostiene que, a lo largo de la historia, y aún más en los últimos años, el rendimiento del capital ha sido mayor al crecimiento de la economía y que, por tanto, quienes contaban inicialmente con ese capital en forma de inmuebles, herencias o patrimonio se beneficiaban más del crecimiento que quienes dependían de su trabajo. Una fórmula matemática que se ha revelado en toda su crudeza con la crisis y que ha suscitado el enfado de las clases medias, que se sienten los sacrificados de la crisis, duramente golpeadas por las políticas de austeridad, el recorte de los servicios y las subidas de impuestos.

La situación generada en estos años de revolución en Venezuela, en los cuales las desigualdades entre ricos y pobre se han acentuado, corroboran la tesis presentada por el profesor Piketty; hay una clase que ha acumulado capital representado en inmuebles quienes protegen su patrimonio y el mismo crece a un ritmo mayor que lo que pueda remunerar el escaso ahorro de la clase trabajadora. Mientras la inflación termina de convertir a los pobres en indigentes, ya que asumen la peor parte al afectar su costo de vida. Se creó una clase política gánster enriquecida con los recursos públicos, quienes no pagan impuesto por el incremento de su patrimonio. El régimen pretende con esta nueva fantasía que la clase trabajadora y los empresarios formales, lleven el mayor peso de la carga tributaria.

El manejo discrecional del sistema tributario produce riquezas groseras para los funcionarios de alto cargo, quienes realizan interpretaciones de los deberes y cuantifican las infracciones, incorporando coimas personales. En este sistema corrupto y cancerígeno, pretende el dictador imponer un nuevo modelo tributario. Es otorgar mayor facultad para que estos directores regionales hagan de las suyas, en terrenos fecundos para la matraca. El régimen saqueo el país completo, a lo largo y ancho del mismo se observa obras inútiles, inconclusas y algunas sin comenzar, a pesar que todas ellas fueron pagadas en su totalidad. Sería más sencillo y justo colocar un impuesto a la corrupción gestada en estos años de revolución, muchos jerarcas civiles y verde oliva, ostentan riquezas difíciles de poder explicar y justificar. Sin embargo, en este contexto son los ciudadanos de bien, trabajadores y empresarios quienes deben pagar el costo del despilfarro, con nuevos impuestos.

Podría justificarse un impuesto progresivo global, basado en la imposición a la propiedad privada; con la finalidad de compensar el crecimiento del capital de las clases más ricas y permitir la distribución de la renta a los más pobres. En estos años de desdichada revolución, las clases más ricas son las conectadas al poder, no es difícil identificarlos, sus gustos y excentricidades los dejan en evidencia. Son ese grupo de privilegiados y conectados personajes, quienes deberían asumir parte de la carga, por la acumulación grosera de sus patrimonios. Estas propuestas rayan en lo ridículo, reformas en un sistema económico en ruinas. Pronto ante la insuficiencia de ingresos centrales, a los ciudadanos les cobrarán impuestos por respirar.     

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@germanrodri

29-8-2022