Sueldos abultados

Por: Ramsés Uribe…

Todo está de cabeza. Con todo lo desastroso que está pasando en el mundo en materia económica, social y política, entre otros asuntos humanos, muy humanos, sumados a las catástrofes naturales producto del calentamiento global y de la conducta irresponsable de gente que contamina, tenemos que esforzarnos para redefinir los conceptos tradicionales que se muestran insuficientes. La convulsión del mundo siempre ha ocurrido como lo registra la historia. La estratificación (clases sociales) social y otros términos sociológicos, quedan hecho trizas con el nefasto e infame sistema de sueldos y salarios de Venezuela de esta veintena de años transcurridos. Sin duda, habrá que replantear la terminología en general a la luz de los nuevos mazazos irracionales del gobierno de turno. La gente experta en las ciencias sociales y económicas, con desconcierto e irritadas, se halan de los pelos, pues no atinan en llegar a comprender cabalmente, aunque tal vez pueden con cierta aproximación, el inusitado desastre socioeconómico nacional y por añadidura el tremendo embrollo del salario anhelado. En los años últimos recientes identificados como los de la era de la incertidumbre,  la globalización e inteligencia artificial, se plantea mucho la reinvención, el reseteo y la rehumanización de la sociedad y desde luego de cada individuo. Sin embargo, en materia de economía de sueldos Venezuela sigue en la incertidumbre social por la presencia de la miseria y destrucción del país. Gracias a Dios y al apoyo familiar, de amigos y fundaciones filantrópicas (ayudan personas necesitadas), el ciudadano de a pie se viene reinventando para poder sobrevivir y en algunos casos hasta prosperar con éxito más allá del emprendimiento.

Sueldo o salario. Prácticamente el término sueldo es casi equivalente al de salario. La diferencia es mínima, casi imperceptible. Para los efectos prácticos lo importante es que a una labor desempeñada corresponde una determinada paga; un sueldo o remuneración si se prefiere. Lo curioso es que en el país del eminente científico Dr. Jacinto Convit, a una jornada laboral ejecutada no se obtiene un jornal adecuado. Entonces lo cancelado por dicho concepto económico es menor a lo definido técnicamente como salario o sueldo, por tanto no existe, es un mal chiste.  

Ciudadanos ejemplares. La gente, la masa trabajadora se quedó vestida y alborotada. Así lo señaló el periodista emeritense, Giovanni Cegarra (2023) quien explicó que la gente sacó sus cuentas según lo que decían las redes sociales y nada pasó.

En esa misma ruta de opinión, la profesora Elsa Castillo (2023), emblemática luchadora del gremio docente magisterial, a propósito del tema salarial, señaló hace algún tiempo que los bonos son puro disimulo del gobierno y que  el monto del reciente aumento del salario no es lo que gasta un gobernante en chucherías,  con eso no se puede vivir.  En el pasado con huelgas se logró una mejora sustancial a pesar de ser ilegal.  Materialista es el que tiene un Rolex (reloj lujoso) como algún gobernante o la ministra de educación que se fue de Shopping (ir de compras). Ahora se dice que  docentes son materialistas. La ministra de educación estuvo en USA muy contenta porque estaba en la tierra de Mickey Mouse. Los socialistas que son sociolistos, salen del país y gastan, ah y los materialistas son los docentes, qué maravilla.  Se pide no sólo el salario sino una política educativa.

Todo lo indicado por la citada educadora es bastante importante y demuestra la claridad de inteligencia, pensamiento crítico con chispa y jocosidad de una intelectual criolla capaz de reclamar y aleccionar a los gobernantes. Denuncia la sagacidad del gobierno para engañar a todo un pueblo digno y trabajador aparentando preocupación por su bienestar cuando es todo lo contrario. Deja al descubierto la hipocresía y el cinismo de personalidades públicas, empresarios, políticos y gobernantes que carecen de humildad y exhiben ostentosas joyas, hacen viajes y poseen otras riquezas que difícilmente pasarían una auditoría o al polígrafo (detector de mentiras), no podrían costear ellos mismos con sueldos del sector público; mucho menos un docente o funcionario público promedio podría tener alguna fortuna. Llamar materialistas a los profesores es una oración inexacta, es más, constituye una ofensa a un sector de la población que ha contribuido al desarrollo del país a pesar de sufrir tantas penurias y humillaciones. Materialista es aquel personaje que considera a la materia como lo fundamental del universo; es una filosofía rígida que descarta la espiritualidad. Una persona que busca satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia; si además tiene otros proyectos existenciales de emprendimiento, económicos o empresariales, artísticos, deportivos, educativos, científicos, teológicos o filosóficos no puede considerarse materialista, sino alguien que tiene propósitos legítimos personales o grupales completamente válidos e ideales. Aspirar a tener un mejor nivel y calidad de vida que la que tiene actualmente la mayoría de los venezolanos, no es ilícito ni exagerado o desproporcionado. La fortuna producto de su arduo trabajo, talento, habilidades, sensibilidad o negocios éticos que logran algunos ciudadanos  es admirable, merecedora de respeto y elogio. Mientras que tener un cargo público para aparentar y lucrarse exageradamente como si no hubiera un mañana, aparte de apropiarse repentinamente de la riqueza ajena, de todo un país, es una conducta totalmente reprochable digna de ser censurada, castigada con todo el peso de la justicia y la ley e investigada por lo insólita e inédita de tan grotesca corrupción.        

Es increíble la ingenuidad de muchos paisanos que esperan pacientemente, casi con devoción inflada, cada primero de mayo en el día del trabajador, el soñado aumento salarial, pero éste no llega abultado o aparece recortado. Se ha dicho reiteradamente que el venezolano es de corta memoria para los asuntos políticos nacionales. Y es verdad porque ha ocurrido que cada año dichos anuncios salariales son engañosos y pírricos. Si bien es legítimo el deseo de mejora económica de toda persona, también esto demuestra que de ilusiones también se vive y se sufre… El desencanto o la desilusión es la primera etapa para poder empoderarse hacia el éxito y la realidad cotidiana conseguida a través del trabajo honesto.                               

Correo: ramaseum@yahoo.com

Twiterr: @ramthalneo

09-05-2023