Por: Rosalba Castillo…
Y un día descubrimos que nada es casual. Y un día sabemos que estábamos justo en el lugar y el momento correcto. A pesar de la vida y muy a pesar de nosotros mismos. Somos el producto de las decisiones que tomamos de manera consciente o inconsciente. Pareciera como si el universo conspira para que el mar se encuentre con la arena. En el tejido de la vida todo está hecho. Aunque lo deshilemos, ella se encarga de volverlo a diseñar. Solo debemos estar en modo consciente para darnos cuenta de que esa la situación que se nos ofrece es la adecuada dentro de nuestro proceso del vivir. En ocasiones sentimos estar en nuestro más difícil momento, pero era solo el indicado para nosotros. Es que, todo efecto tiene su causa, y en ocasiones una multitud de ellas. Y es que la causa es aquello que hace que el efecto sea lo que es. Existe un sitio a donde van las cosas que desconocemos. En un instante lo descubrimos.
Y es que la causalidad es el verdadero origen de algo. Desde los inicios de la filosofía, ya Aristóteles, hablaba, acerca de los momentos donde la mente humana se acerca a las verdades básicas, que no son innatos y que en muchas ocasiones no llegamos a conocer. Las cosas no ocurren de manera aislada, sino que se van interconectado. Este principio de la causalidad es el mismo de la investigación científica, suponiendo que, al conocer las razones, podemos conocer sus consecuencias, en definitiva, controlar los eventos. Así aparece el principio de la razón suficiente cuando Leibniz, uno de sus promotores, considera que ningún hecho pueda ser verdadero sin que haya una razón suficiente para que sea de esa manera y no de otra. Estas verdades son consideradas desde la mirada formal y analítica.
Mas allá de la causa y efecto, existe otro universo que va lejos del conocimiento, ese donde las cosas no son comprobables a los ojos de la ciencia, donde se juntan el alma y el corazón. Teofrasto, Plotino, Pico della Mirandolla, Agrippa de Nettesheim, Kepler, Jung, sintieron esa causa desconocida, mágica, que nos envuelve con el cosmos, con el destino, pero siempre en sincronicidad. Caminamos hacia personas y espacios que nos esperaban desde siempre. Ese es nuestro lugar. Allí debemos aprender, sentir, hilar, para lograr que esa causalidad se engrane en el rompecabezas de nuestra existencia. Las piezas están sueltas, es nuestro verdadero aprendizaje encontrarlas. Todo tiene su plan secreto. Aunque no lo entendamos. Esas pequeñas causalidades siempre cambian nuestra existencia. Chopra, plantea la necesidad de ir mas allá de esas coincidencias para lograr los verdaderos milagros
Cada causalidad trae un mensaje. En tiempos de tecnología donde se escurre el tiempo, olvidamos mirar y mirarnos. Cuando estamos en modo conciencia con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza, descubrimos el valor de los preciosos instantes que conforman la vida. Estamos hechos de ellos. Solo que de tanto correr para llegar a ninguna parte, perdemos la caricia del hijo, el sonido de las palabras, la luz del amanecer y allí se nos pasan los días sin encontrar el sentido de la vida y sus historias. Son momentos de hacer un alto en nuestros días y podernos descubrir como el milagro que somos. Solo así descubriremos que hay una vida paralela a la nuestra, que nos esta escribiendo por otro chat que no logramos ver. Esa fuerza divina nos habla constantemente.
Nada es casual. Siempre podemos tomar otros caminos. Siempre estaremos mejor. A pesar de las circunstancias, a pesar de los miedos. Hay una ruta indicada para nosotros que va más allá de la que marca el GPS. Basta saber quiénes somos y hacia donde queremos ir. Es cuestión de enfocarnos y así nos conectamos con la intuición, la creatividad, el amor y el bienestar personal, que se convierte en colectivo. Intención y atención. Solo nos queda quedarnos tranquilos, antes de tomar acciones, que esa fuerza superior va a juntar las partes para complementar la historia y construirá las redes que harán que sucedan cosas importantes en nuestros días. Son acontecimientos que siempre nos estarán abriendo otras puertas. El colibrí trae un mensaje. Solo hay que estar alerta para escucharlo. Miremos atrás para darnos cuenta que somos el producto de todas las causalidades anteriores. Leamos atentamente las pistas que nos van llegando. Mientras más atención les vayamos prestados, más entenderemos su significado.
Rosalba Castillo.
03 09 2022
rosaltillo@yahoo.com