Que sentido tiene decretar una emergencia por el mero hecho de hacerlo, un trance como la vaguada contempla acciones precisas que conlleven a que todo vuelva a la normalidad en el menor tiempo posible, que en el caso del municipio Tovar se está convirtiendo en una eternidad.
 
A 27 largos días de la vaguada todavía gran número de sectores no tienen agua potable y lo más grave es que la única agua visible son las cloacas que con su olor nauseabundo corren libremente desde el comienzo de la calle 8 con carrera 9 en El Corozo pasando por el Banco Sofitasa hasta llegar a la alcantarilla detrás de la ULA, por varios trayectos de la carrera cuarta, en la virgen de El Carmen, frente al grupo escolar Ananías Avendaño, por El Añil y en la entrada de la avenida en El Coliseo, mientras que las autoridades se pasan la pelotica. La alcaldía culpa a Aguas de Mérida por no cederles las varillas requeridas, aunque hubiese sido más fácil adquirirlas con cargo al crédito adicional que le aprobó el gobierno nacional al Alcalde para la emergencia, a sabiendas que apenas llueve se colapsa el sistema de aguas servidas y lluviales en el Municipio.
 
Al día de hoy, el alcalde ha gastado el 70% de los recursos asignados sin tan siquiera resolver los dos problemas apremiantes: los acueductos y las cloacas, si bien es cierto que hace de tripas corazón, más notorio es su ineficiencia, falta de planificación y priorizar que lo primero es lo primero y no puede estar compitiendo de populista con el gobierno, el alcalde se parece a san Nicolás regalando mangueras, cauchos, tripas, tensiómetros y paremos de contar. Se trata de dar solución a problemas puntuales aparentemente irresolubles, las primeras cloacas de Tovar datan de 1938, una segunda etapa se construyó en los años 50 y las últimas con la avenida perimetral en 2017, que por cierto fue plata perdida, ya que sin tomar en cuenta lo proyectado en los planes de Desarrollo Urbano y el clamor de los que saben de la materia, los tubos utilizados fueron de un diámetro muy inferior como para salir del paso, perdiéndose la oportunidad única de darle solución a los colectores marginales que recogen las aguas servidas a lo largo de la avenida Táchira.
Lo cierto es que hoy Tovar es una cloaca a cielo abierto, la ciudad está a las puertas de una epidemia, otra cosa muy diferente fuese si Ivano Puliti durante su primer mandato, en vez de desperdiciar los 18 mil millones del Núcleo de Desarrollo Endógeno en sub proyectos inexistentes, los hubiese invertido en la recuperación de los servicios básicos o de que vale contar con el mejor Coliseo techado de Latinoamérica, cuando no tenemos agua ni cloacas. Lo bueno es enemigo de lo transcendente, lo duradero de lo efímero.
 
Ha llegado el momento de iniciar la transición del Tovar actual al Tovar que todos queremos. Ya es necesario y obligatorio plantear las prospecciones sobre el futuro de la ciudad; ir construyendo el Tovar del mañana como si ya existiera y adelantar las orientaciones que se le deben imprimir para que esos problemas que sabemos existen o se presentaran, sean más fácilmente abordables porque el mañana puede ser predecible.
 
La vaguada del 24 de agosto nos debe servir de reflexión y punto final a la improvisación, marcar un antes y un después, no podemos ni debemos regresar al pasado, pero tampoco dar continuidad al fracaso actual, Tovar clama por un alcalde que quiera y sienta el terruño, que en vez de pensar en la reelección centre su gestión en dar una lección de civismo, eficacia y eficiencia, que deje de rodearse de vividores y se apoye en verdaderos visionarios constructores de ciudadanía.
 
Realmente nos merecemos un mejor destino. Pueblos como Tovar surgieron para ser grandes y no ser gobernados por enanos mentales. Estamos a tiempo de despertar de este letargo y la mejor arma la tenemos a mano, votando por Tovar el 21 de noviembre y no por un partido político ni politiquero de oficio, la vaguada los ha resucitado pero ustedes amigos lectores los conocen y saben que después que se monten en el coroto seguirán siendo los mismos patanes de siempre, decía sabiamente mi abuelo: *“Puerco mierdero ni que le corten el hocico”*
 
Néstor Abad Sánchez
La Abadía, septiembre 18, 2021 
 
Foto Leo León-@leoperiodista