UNA CONCIENCIA DESPIERTA
Más allá de las angustias que sobrellevan los venezolanos, la incertidumbre que se avizora en el terreno económico y social desafía las leyes que rigen el comportamiento político del país. Sobre todo, en materia económica. El modelo económico que estableció el gobierno a lo largo de catorce años, redefinió las realidades de cara al criterio de considerar al Estado venezolano como eje central del crecimiento lo cual no devino en resultados que dejaran ver las capacidades que tiene el país. Por el contrario, se potenciaron problemas que arrojaron situaciones críticas. Tanto, que Venezuela alcanzó a ser el quinto peor país en libertad económica, según el índice del Banco Mundial.
Según Fedecámaras, se perdieron 200.000 empresas en la última década, y otras 1.600 fueron expropiadas. De tal manera que el gobierno del presidente Chávez elaboró y tomó decisiones que acentuaron protestas por los problemas que surgieron: el incontrolado desabastecimiento de productos básicos, elevadas tasas de inflación y el exasperado aumento de la deuda externa e interna con lo cual se elevó el riesgo que vive la economía venezolana ante las actuales exigencias determinadas por la dinámica internacional. De ahí que el próximo gobierno deberá afrontar fuertes reclamos a consecuencia de la innegable confusión que ahora se vive y que tiene al borde de la parálisis la economía nacional. Aunque tal desenlace ya se temía luego del fallecimiento del presidente Chávez.
La caída de los bonos gubernamentales, evidenció dicho problema. Las erogaciones representadas en subvenciones y subsidios a más de 40 países, ha generado crudas desavenencias cuyos resultados comienzan a sentirse a nivel de una administración pública agotadas por lo que, de alguna forma, habrá que reconocer que la economía venezolana constituye un verdadero desafío político nacional.
CINISMO MANIPULADOR
El hombre cínico busca tergiversar la visión de las realidades a fin de imponerlas de acuerdo con la intención de su fechoría. Por eso la política se regodea de las cualidades del cinismo a fin de manipular situaciones para las cuales se tiene un interés determinado. Por esa razón, el cínico busca falsear las realidades con el propósito de convencer y así ganar el espacio no sólo inmerecido, sino también impropio.
Sin embargo, sus resultados muchas veces terminan arrojando las ventajas que pone adelante a quien se adosa al cinismo como recurso para hacer política. Sólo que los resultados que logra alcanzar suelen ser tan efímeros, tan fugaces, que casi siempre se caen por su propio peso quedando al descubierto la perversidad implícita en la tramoya. De ahí que el cinismo no resulta ser un buen recurso para elevarse ante las circunstancias pues antes del tiempo necesario, el cínico sale mal parado de la carrera. Precisamente, por la trampa o la zancadilla que pretende utilizar como mecanismo de “escalada”.
El ventajismo que el cínico se plantea, se le revierte al extremo que al final de la escaramuza sale con las “tablas en la cabeza”. Y en política, este tipo de argucia no dura mucho tiempo sin ser advertido por lo que termina siendo no sólo derrotado sino que además sale más frustrado del intento. Es así como el cinismo es apenas una bandera para garantizar el retroceso de cualquier acción que pretenda asirse a razones de lógica, ética y moralidad. Óscar Wilde, escritor norteamericano, expresaba que cínico “es un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada”. Particularmente por el hecho de presumir, equivocadamente, que la vida se aprovecha mejor de servirse el mayor tiempo posible del cinismo manipulador.