Por: Daniel Vasquez Uribe
Si bien el Cambio Climático se vende como una frase moderna o de moda, aquello que acontece en la actualidad y que comenzó como una larga mecha de dinamita desde la revolución industrial (S.XVIII) hasta el presente, está afectando sin distinción de locación geográfica y cada vez más, va mas allá de la literatura, las declaraciones científicas o los encuentros internacionales para hablar del tema, cada vez más, lo sentimos y palpamos, lo vemos, e inclusive, nos hace dar más frío de lo normal. El desorden climático, la desorientación del termómetro planetario, los cambios bruscos e intensos de la meteorología y por tanto de la ecología de la Tierra, ha sido inminentemente debido al “desarrollo” ideado por el hombre, por la civilización. Desmesurado y des-planificado con los recursos naturales, siendo estos nuestro “hogar” y suministradores (no infinitos) de materia prima para los humanos y para cualquier materialización de nuestras ideas. La mecha se acorta, la Tierra cada vez aguanta menos y cada vez reacciona con más violencia. Si bien en muchos contextos el Cambio Climático se plantea como una moda, que sirva esta como excusa para cambiar las formas, para crear cultura, para promover una nueva forma de desarrollo (individual y grupal), aquel que parte desde una interacción “limpia” con los recursos naturales y su ecología, de lo contrario nos vamos a quedar congelados o derretidos.