Unidad contra el abuso

Unidad contra el abuso

Profesor Germán Rodríguez Bustamante

ULA – FACES

 

El abuso de poder en Venezuela ha sido el principal causante del deterioro de la democracia. A través del uso degenerativo del poder político prácticas antidemocráticas han surgido en la sociedad venezolana, comportamientos que se han convertido en políticas de gobierno. Como consecuencia de ello, se ha producido: una crisis prolongada en materia de DD.HH., una debilidad institucional, la discriminación política y la represión indiscriminada hacia sectores de oposición por parte del gobierno, son sólo algunos de tantos síntomas que actualmente forman parte de la realidad venezolana y que estarían encaminando al país hacia el levantamiento de un Estado fallido. Los síntomas antidemocráticos representativos de la Venezuela de Maduro, ponen en entredicho la existencia de una democracia constitucional en el país y con ello, la precariedad del Estado para cumplir sus funciones básicas para con los ciudadanos.

En este momento con la proximidad de una elección presidencial aparece una oportunidad, con costos asociados y obviamente con premios. En el ámbito de la política cuando se intenta construir una unidad derivada de una coyuntura particular, es fundamental que los actores políticos en el dilema, valoren los costos a los que renuncian por no poder alcanzar algunos acuerdos mínimos. Obviamente en el campo financiero es mucho más fácil cuantificar y parametrizar el costo de oportunidad de una decisión. Sin embargo, en las decisiones políticas también existen riesgos, retornos y castigos. En la Venezuela presente la clase política que le hace oposición al régimen se encuentra en una disyuntiva, derivada del proceso electoral en puerta, para el cual no existen compromisos básicos para enfrentar en las urnas al adversario. El costo de la decisión es influenciado por externalidades que la matizan, convirtiéndola en una medida cargada de peligros o premios.

Las elecciones primarias a realizarse este año, el 22 de octubre es la oportunidad para intentar construir una unidad sincera y desprendida. El proceso como sistema para elegir candidato a unas elecciones, es un procedimiento cada vez más habitual para legitimar las aspiraciones. En definitiva, son los ciudadanos quienes eligen a su abanderado y la elección directa inviste al ganador de una legitimidad añadida, que le hace más indiscutible ante sus oponentes. El método disminuye las interferencias partidistas, sobre todo en el contexto venezolano actual, en el cual los partidos gozan de una mengua en su reputación. En consecuencia, cualquier ciudadano puede ser elegido y votar por un candidato, es decir, tiene un papel decisivo. La elección se produce en un plano horizontal y no en uno jerárquico en el que los aparatos deciden entre ellos quién será el candidato, sin tener en cuenta la opinión ciudadana.

Unas primarias permiten no sólo informarse de cada candidato y lo que proponen, sino que también, para la clase política, es una magnífica forma de ofrecerse al resto de los ciudadanos y dar ejemplo de madurez democrática. La mayor participación de los ciudadanos en el proceso de selección del candidato, repercute en una mayor implicación en la campaña y en el resultado, fortaleciendo el compromiso democrático, que será muy útil para la futura elección presidencial. Es el mejor ensayo electoral ya que se elige, supuestamente, al candidato más preparado y se podrá ponderar cómo será su comportamiento en la campaña electoral, siendo también un termómetro del interés despertado entre la opinión pública.

Los desafíos electorales están marcados por una visión autoritaria del régimen, para la cual la única posibilidad de obtener resultados, es la construcción de un frente único y unitario, que logre capitalizar el descontento que se refleja en todos los estudios de opinión recientes. La estructura democrática puede terminar de derrumbarse si el voto se decide más por la cantidad de dinero invertido en migajas electorales y tarifas, y los abusos del partido en el poder, que en los compromisos y ofertas electorales. En conclusión, la clase política debe entender que el costo de oportunidad de la unidad, puede ser la construcción de una sociedad manejada por el dinero y la delincuencia y no por las mayorías.

La realidad es que la falta de unidad fragmenta las fuerzas democráticas de manera destructiva, tanto para ganar elecciones, como para mostrarle al pueblo venezolano que tiene los medios para abordar los problemas del país. La caída en picada del apoyo a la oposición, demuestra el costo de esta debilidad. La oposición debe desarrollar nuevos mecanismos para seleccionar líderes, lo que permitiría una expresión más amplia de la democracia que no descarte a sectores enteros de la oposición como colaboradores del gobierno de Maduro y se aleje del tóxico personalismo que ha sido la ruina del sistema político de Venezuela desde su inicio.

Se debe buscar el camino de la unidad nacional, una unidad operativa en la que todos con seriedad y sinceridad desde el respeto, y el reconocimiento recíproco, anteponiendo el bien común, trabajen por la unidad, la paz y la prosperidad. Independientemente de la inequidad en la lucha electoral manifestada en el abuso de recursos públicos de todo tipo en favor del régimen, la historia de la humanidad está llena de circunstancias en las cuales las mayorías canalizadas, orientadas y preparadas derrotaron con amplitud tales injusticias. Si las mayorías sociales no logran consolidarse como mayorías políticas, la democracia perderá empuje, credibilidad y legitimidad. Hay que hacer los esfuerzos necesarios, para edificar una unidad que logre convertir los reclamos mayoritarios en poder político en urnas electorales. Con toda seguridad no todo lo que brilla es oro en las maquetas electorales opositoras, habrá tiempo para la purga selectiva de los parásitos que invaden la arena electoral como zancudos.                

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10-07-2023