Venezuela devastada por una “guerra económica” inexistente

Germán Rodriguez Bustamante

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

La guerra se asocia a un conflicto social en el que dos o más grupos humanos relativamente masivos, se enfrentan violentamente mediante el uso de las armas. En definitiva es el enfrentamiento de grupos con poder de armas similares, que buscan el control de recursos o intenta imponer al derrotado una ideología. Según Kal von Clausewitz, la guerra es «la continuación de la política por otros medios». En la Venezuela actual la Dictadura dominante le endosa a una supuesta guerra económica, las  culpas por las calamidades que vivimos los ciudadanos, tal afirmación muestra la profunda desvinculación de la elite gobernante con los fenómenos sociales presentes en la realidad venezolana. Pretender trasladar la destrucción total y absoluta de la nación, a la guerra económica es una tremenda irresponsabilidad, lo concreto es que los errores cometidos en las políticas instrumentadas, produjeron las distorsiones económicas que causan los fenómenos con repercusiones sociales graves. Esta invención engañosa esconde el profundo grado de mengua de la gestión pública, que busca en esencia favorecer a los desprotegidos y que en la práctica los convierten en esclavos y vasallos del modelo.

La escasez, el desabastecimiento y  el incremento brutal de los precios de los bienes y servicios, son la consecuencia de políticas equivocadas y la actuación libre de burócratas sin que existan los contrapesos de la gestión necesarios en cualquier sistema democrático. Los venezolanos percibimos un estado de impunidad en el cual el despilfarro, los extravíos y otras modalidades de corrupción florecen, fenómenos que no serán controlados por unos inspectores comunales. Lo cierto es que, la nación muestra las huellas de una guerra convencional expresada en servicios en términos generales destruidos: interrupciones en el fluido eléctrico a nivel nacional, suministro de agua potables irregular, vías de comunicación terrestre en estado de vulnerabilidad absoluta, sistemas de comunicaciones telefónicas y redes digitales en mengua total y la recaudación de desechos sólidos es una calamidad.

Estas son las señales de una “economía de guerra” producida por el socialismo del siglo XXI. La realidad es concluyente la supuesta guerra económica es entre una unión cívico militar y la gran mayoría de los ciudadanos que  debemos sobrevivir a condiciones de exterminio impuestas. La elite dominante y sus cortesanos no sufren las calamidades del pueblo, el esquema económico montado les permite resguardarse de los ciclones sociales y económicos. Mientras el 15 % de la población rebusca la comida de la basura, por el mundo se pasean muchos “Juan Planchart”, dignos representantes y embajadores del saqueo realizado en Venezuela. Las riquezas exhibidas por estos bolichicos golpean con dureza a  los ciudadanos que debemos resistir a los escenarios de aniquilación revolucionaria. La corrupción se incubo en toda la estructura de gestión pública, los casos revientan y la estructura de propaganda del régimen difunde los éxitos de la lucha, sin embargo, los sindicados por los hechos a los pocos días salen libre, con algunos incrementos patrimoniales sustanciales. El fenómeno es consentido por el régimen generando una sociedad de cómplices y una fidelidad al Estado forajido.

Estimado presidente reconozca los errores y abra el camino a un proceso de reconciliación nacional con la participación de todos los actores involucrados, la Asamblea Nacional es una expresión del pueblo, lea correctamente los resultados del proceso inconstitucional del 20 de mayo, y por favor deje de endosar responsabilidades a situaciones que no tienen nada que ver con la génesis de los problemas. Aproveche para convocar a los empresarios a un franco y respetuoso dialogo y convertirlos  en un motor del desarrollo del país, la estrategia de importaciones masivas se acabó, no hay divisas y usted lo sabe. Guerra económica no existe, no hay un grupo humano organizado con poder en esa área para enfrentar al Estado, son las políticas diseñadas e instrumentadas por su grupo gerencial nefasto e incapaz, que nos llevaron a los retrocesos sociales, políticos y económicos que padecemos. El éxito de la gestión pública es beneficioso para el país en su conjunto, nadie en su sano  juicio puede pretender desde cualquier escenario jugar en contra de los intereses del pueblo. Llego el momento de que la Dictadura asuma las consecuencias del daño realizado, la destrucción programada para mantenerse en el poder ha producido una nación arruinada. El estamento militar está comprometido, embarrado hasta la cintura sumergido en el fango. No podemos avanzar más en la visión primitiva montada por el régimen, debemos parar la caída pronunciada en nuestra calidad de vida, esta situación es insostenible y puede producir fenómenos sociales incontrolables, difíciles de poder predecir. La salida política concertada es la única opción pacifica en este momento, la cual debe ser refrendada en un proceso electoral creíble y transparente, existen actores fundamentales en este esquema de poder que están llamados a forzar y propiciar los acuerdos requeridos con urgencia.    

ULA – FACES

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