En otros tiempos, cuando la vida transcurría con normalidad, visitar el páramo en el mes de octubre, era sentir la vida latiendo en nuestros corazones, pero… esta imagen retratada en los recuerdos, cambió radicalmente. Hoy nuestros páramos, salvo por los colores de la naturaleza, que permanecen, lucen sombríos y desolados. La gente de aquellos lugares está sufriendo de las mismas torturas que la mayoría de los venezolanos: los agricultores, quienes afanosamente lograron sembrar algún rubro, ahora pierden sus cosechas por la falta de gasolina. Los pequeños negocios apostados a la vera del camino, que exhibían orgullosos variedad de artículos; cobijas, alfombras, utensilios de cocina, tuvieron que cerrar sus puertas. Lo mismo sucedió con las ventas de comida que tanto atraían a los visitantes: pastelitos, chicha andina, fresas, mermeladas de frutas, todo se acabó. Son pocos los que ahora transitan por las sinuosas carreteras de los páramos.

Apagones, pobreza creciente, incertidumbre.

También, al igual que en todos los lugares del Estado Mérida, padecen de apagones constantes que envuelven en tinieblas las casitas parameras y ni qué decir de las comunicaciones porque tampoco sirve la telefonía, ni fija ni móvil. Nada se escapa del infame influjo de un país devastado por los tantísimos errores cometidos por los políticos, enfermos de poder, que no han sabido o no han querido priorizar las acciones para beneficien a la población. Se han enfrascado en diatribas estériles, unos y otros, sin lograr ponerle un alto al descontrolado dólar, a la hiperinflación, al alto costo de los productos de primera necesidad. También con el paso del tiempo se fueron destruyendo las empresas básicas, hasta el punto de que un país petrolero por excelencia ahora tiene que esperar “un barco cargado de… Gasolina iraní” para intentar medio llenar los tanques de un parque automotor, que ahora mismo está parado.

Lo político antes que lo social

Algunos representantes del oficialismo han reconocido que para ellos, en este momento ganar las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre es la prioridad. Entonces, que la política y el poder, están por encima de los gravísimos problemas sociales y económicos que enfrentan los venezolanos, es sumamente cruel y doloroso para un pueblo que sufre diariamente. Esta forma de pensar no debería ser la de quienes están llamados a resolver situaciones apremiantes que vive la nación. No es justo, no es ético, es inadmisible.

No preguntamos ¿dónde quedó la aplicación de nuestra Carta Magna? La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su Título de los Principios Fundamentales, reza en su artículo 2: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político. “A la luz de lo que está sucediendo, actuar, sola y únicamente en pos de ganar unas elecciones, dejando a un lado la crisis tan severa que atraviesa la nación en todos los ámbitos, no encaja ni se compadece con el espíritu de nuestra constitución.

Mientras tanto, Venezuela está detenida. Nada se produce. Se sobrevive a duras penas. Si una comunidad protesta, con justa razón, por falta de gas, de gasolina, porque no hay transporte público, la respuesta inmediata es la represión. Nadie puede expresarse “de viva voz o por escrito…” como dice la Constitución, porque eso puede traer consecuencias para quien se haya atrevido a semejante acción.

Nada puede estar por encima del bien común, entendido como la creación de las mejores condiciones sociales posibles en cada momento para que todos los ciudadanos tengan bienestar.

Hay que frenar esta caída al vacío que lleva nuestro país. No se trata solamente de reconocer que hay problemas, eso es innegable. Venezuela necesita un cambio profundo en sus estructuras políticas, sociales, económicas y morales. Venezuela clama por una existencia digna, Venezuela necesita volver a sonreír.

Redacción. C.C.

02-10-2020