Esto No Es Un Reclamo, Es Un Grito

Gerard Paez

Por: Gerard Páez Monzón

Me recordaba un amigo en su cansancio, luego de una buena jornada de protesta, la fábula sobre el desayuno americano, en el que cada componente refleja un testimonio de su compromiso con el alimentar mañanero. Uno a muerte, otro a distancia, y otros en nada. El cochino ofrece su vida con la tocineta y el jamón, la gallina sus recursos para el huevo frito, y otros, como la hiena, que no participan. Terminaba mi amigo diciendo: «Lo mismo está sucediendo en la lucha de calle por una Venezuela libre y productiva.»

En otro evento paralelo, ese mismo día, una joven estudiante valiente lanzaba a las aguas del océano YouTube un doloroso mensaje en una botella digital, tratando de despertar en todos nosotros el salir a la calle a combatir este régimen procubano castrista, horrorosamente agresivo e inhumano, que vivimos en Venezuela. El apuntar de esta joven como el de mi amigo, no es un reclamo, es un grito para hacer despertar a aquellos individuos que aún duermen por diferentes razones. Razón de miedo, razón de negligencia, razón de apatía, razón de distancia, razón de ignorancia, razón de necesidad, razón de amenaza, o por razón de haber sido dogmatizado.

Ya vamos en camino hacia el tercer mes de protestas activas cívicas. El grito en la calle que nos envían los que ponen el jamón y la tocineta en esta lucha,  la juventud universitaria, es estruendoso que a muchos nos ha despertado y nos mantiene sin dormir, es fuerte y no para. Definitivamente no es un reclamo, es un grito de alarma para hacer despertar a todos de su cama antes que sea demasiado tarde y explote una guerra civil entre nosotros, o este país cambie de nombre a Cubazuela.

Si algunos que duermen no han logrado despertar pensando que deben cumplir con sus tareas del día, ya sentirán muy pronto un fuerte e irreversible arrepentimiento por haber pensado que con solo la corneta de su vehículo era suficiente en esta lucha, y caer en cuenta que la tarea más importante del día, la de salir a la calle, nunca la realizaron. Si otros aún duermen porque piensan que promueven el socialismo a través del voto por un partido político, tal cual como se hacía en el pasado, hoy es claro que ese partido político dejó de ser una esencia democrática para convertirse en un nido corporativo paramilitar económico y social para unos pocos. Son tan reales, abiertas, y desenmascaradas sus acciones que desde hace años dejó de ser un partido democrático, hoy es un centro operacional dedicado a desangrar a Venezuela económicamente, llevando todo su capital a Cuba y otros países, a sus bolsillos, y el sobrante, para dogmatizar a la gente. Dicho por ellos mismos: «Manipulemos la marginalidad social (los más necesitados) o mental (los oportunistas) con dinero», creando en Venezuela un Apartheid en trato y con un fuerte complejo indomable en la clase dogmatizada más humilde y oportunista. Su principal legado del dogma procubano es la promoción de verdaderos malandros en la dirección de las riendas del gobierno, convirtiéndolo en una grave tiranía nazi.

El abandono de socialistas democráticos de las filas del régimen militante sigue sucediendo. Son muy pocos, son los que no han robado, son los que ven la simple realidad del rompimiento tan abierto de las reglas de juego de la Carta Democrática. Otros, los que viven los efectos del desabastecimiento, huyen en avalancha simplemente por sentir, cada noche, la pesadez social que este régimen ha convertido para muchos la jornada del día en ocio, o para otros, el salir a la calle a trabajar, a compartir, a disfrutar, y finalizar siempre en la cama reflexionando sobre la calidad de vida parasitaria que este régimen está transmitiendo a sus hijos y nietos.

Las alarmas de un reloj se activan, no para reclamarnos, pero si para gritarnos de alguna forma, para lograr despertarnos, repetimos en mayúscula, A TIEMPO,  ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE. El monstruo del régimen ha crecido tanto que el no salir a la calle se ha convertido hoy en un impresionante retraso por la simple razón de no oír el grito de la alarma del reloj fabricado por la libertad.

Este escrito, por cierto, no es un reclamo, es un grito.     @gerardpaezm