El régimen se ha empeñado en retrotraer la historia de Venezuela a momentos
superados para mantener sujeto el país a condiciones extremas.
Nada más conforme y justo que vivir en presente. Particularmente, porque lo único que realmente pertenece al hombre es el tiempo. Aunque algunos dicen que “todo tiempo pasado fue mejor”. Sin embargo, tan despreocupada expresión, no tiene total validez ya que dicho aforismo tampoco hace ver que la vida antes era menos insidiosa o menos calamitosa. Lo que sucede es que la gente tiende a olvidar momentos de ingrato contenido. Al menos, es lo que las realidades explican.
El problema que tan flemática consideración puede revelar, pareciera ir de la mano de aquella referida a que “éramos felices y no lo sabíamos” para aludir tiempos atrás. O por el deseo de viajar en el tiempo animado por la nostalgia que provocan remembranzas de capítulos vividos sin que el visor de la inquisición política, económica o social pueda descalificar algún episodio propio del momento recordado. Esa es la frase empleada para argumentar razones que no del todo calzan con las realidades actuales. Por eso se escucha una especie de queja que se convierte en móviles que ayudan a retornar al pasado. Clamores como: Si había delincuencia, no se notaba. Si había desempleo, no era del todo fulminante pues era posible dar con más oportunidades de trabajo. Si había corrupción, no era tan grosera o descarada como la actual. Si había colas, no era para comprar alimentos pues no existían mercados o tiendas desabastecidas tal como hoy.
En medio de esta disertación, vale dar cuenta que tan trilladas expresiones, encubren un agudo rechazo a los actuales momentos. No por lo que hay de vida en ellos. Pero sí, por lo que encierran políticamente ante lo que desde el presente pretende el régimen desplegar. O intenta esconder, con el perverso fin de simular lo que no se tiene, lo que no es y lo que tampoco se puede. Pero que en verdad debería ser. Naturalmente, a instancia de lo que la norma constitucional y las leyes orgánicas de la República determinan a favor de las libertades, de las garantías por las que debe velar el Poder Público, del debido proceso institucional y del Estado democrático y social de Justicia y de Derecho.
No obstante, las realidades se pintaron de otro color. Ahora, por causa de la pérfida indolencia y de la desvergonzada ineptitud de los actuales gobernantes, el país sucumbió ante las incidencias de políticas internacionales que exige un ejercicio político de respeto, tolerancia, solidaridad y de responsabilidad. No sólo ante la sociedad a la cual se debe. También, ante el resto del mundo con el cual tiene subscrito acuerdos que exaltan y exhortan civilidad, moralidad y humanidad. También, por causa del atraso al que la intransigencia y la incapacidad arrastró la actual gestión de gobierno, el país se extravió entre medidas contradictorias elaboradas bajo la obstinación de sus gobernantes. Además, el país se convirtió en un reducto de “ponchados”, resignados, aunque también de valientes y esperanzados. Aunque por tanto insulto y humillación, el país fue desplazado del camino hacia espacios de desarrollo político, económico y social. En medio de situaciones donde se subsiste sin derecho a comer, a leer, a comprar, a vender, a alquilar, a disfrutar, lo que cualquier venezolano pudiera y quisiera decidir. Al menos, el derecho a votar de manera universal, secreta y directa, no corrió con la misma suerte.
El régimen se estancó en entelequias que sólo han servido para justificar razones que sigan permitiéndole hacer que el país retroceda de forma progresiva. Aunque a paso de perdedor. El régimen se empeñó en retrotraer la historia de Venezuela a momentos superados. De ese modo configura la rémora de la cual se ha valido para dar con la motivación e ideas necesarias a objeto de mantener sujeto el país a condiciones extremas tanto de tortura emocional, como de contracción de la economía y las finanzas públicas.
Por lo visto, revisado y analizado, puede inferirse que el régimen se desaforó groseramente al amparo de su equivocada revolución. Detrás de tan absurdo propósito, que ha deshonrado el ideario del Libertador Simón Bolívar, ha pretendido reivindicar un proyecto político fundamentado en la permanente y maliciosa tentación de vivir en pasado.
“El tiempo no se disfraza como si lo hace la política para engañar o sorprender al incauto.
El tiempo es sigiloso para así poder imponerse a las arbitrariedades de la naturaleza
humana y dominar al hombre en su propio terreno”
AJMonagas