Reinaldo Leandro Mora

Cardenal Baltazar Porras

In memoriam

REINALDO LEANDRO MORA

Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

Confieso que apenas recibí la noticia de la muerte del Dr. Reinaldo Leandro Mora, sentí el vacío que deja un ser querido y admirado. Mi primera reacción fue elevar una oración por su eterno descanso. Con él muerte uno de esos hombres que enaltecen la profesión y el oficio de la política, porque hicieron de ella un apostolado que humaniza. Fue en vida un servidor público, desprendido y generoso, jovial y amigo, que supo hacer el bien que la mano derecha supiera lo que hacía la izquierda.

Tuve la dicha de conocer a Leandro Mora siendo yo muy joven, estudiante de la Universidad Pontificia de Salamanca, y él, flamante embajador de Venezuela ante la Santa Sede. En aquellos años eran muchos los venezolanos que estudiaban en Europa, incluidos los que nos preparábamos para el sacerdocio. Tomó para sí la obligación de visitar al menos dos veces al año los colegios mayores eclesiásticos europeos, en Roma el Pío Latino, a los que se sumaban el de Lovaina en Bélgica, y los de Madrid y Salamanca en España.

Nos conocía por el nombre y se preocupaba por la salud y necesidades de cada uno, cuando el único contacto familiar se realizaba por cartas que iban y venían. Para nosotros su visita era una fiesta porque sin protocolos ni publicidad, gozábamos de su bonhomía y buen humor, nos invitaba a comer y a pasear, sin nada a cambio. Con una discreción poco común en muchos políticos nos brindaba alguna ayuda monetaria sin que los otros compañeros se enteraran.

Años más tarde, en los distintos cargos políticos que ejerció, se preocupó por las obras de la Iglesia y mantuvo con los obispos de entonces excelentes relaciones, siempre con pulcritud y a la sombra. Varias de estas anécdotas las compartí años más tarde, cuando su hijo Reinaldo, ocupó la misma misión que su padre ante la Santa Sede.

Valdría la pena que se escribiera una biografía de su vida, salpicada mejor por los testimonios de quienes lo conocieron y trataron, para que las generaciones actuales conozcan que sí ha habido políticos probos y desprendidos, sin más ambición que la de servir al pueblo venezolano. A la familia Leandro Rodríguez, en particular a Reinaldo, la expresión de mi admiración hacia su progenitor, porque la mejor herencia que recibieron de Reinaldo e Inés, fueron las virtudes ciudadanas y cristianas que siempre profesaron. Paz a sus restos y que goce del premio que merecen los justos.

53.- 10-11-13 (2447)