Al otro lado del puente : Pride

Por: Anderzon Medina Roa…

Este mes se celebra a nivel internacional el orgullo LGBT+, con el pasado 28 de junio como día central de tal celebración. La fecha apunta a los llamados disturbios de Stonewall, una serie de manifestaciones frente a una redada en un bar, el Stonewall Inn, en el barrio de Greenwich Village en Nueva York, el 28 de junio de 1969, que se tornaron violentas ante el abuso de las autoridades y maltrato a la comunidad LGBT. Aun cuando no fue la primera vez que la comunidad homosexual reclamaba por tales abusos, su reacción luego de los disturbios fue diferente y derivó en la lucha organizada y pacífica de la comunidad en reclamo de sus derechos. Así, estas manifestaciones se toman como el inicio de las luchas, en los Estados Unidos, de la comunidad LGBT+ contra un sistema que los penalizaba por ser quienes eran.

Luego de la segunda guerra mundial, se hizo posible que las así llamadas minorías retomaran con nuevas fuerzas, argumentos y posibilidades viejas luchas y reclamos por igualdad de derechos ante la ley en los Estados Unidos. No era para menos, un conflicto que en algún momento puso en vilo al mundo entero reclamó el esfuerzo de todos por igual en esa sociedad. La crueldad de la guerra no diferenciaba ascendencia étnica, género, ni preferencia sexual; individuos cuya sangre y esfuerzo lograron ganarla luchando como iguales. El disfrute de la victoria en la vuelta a casa tampoco podía diferenciarlos. Y en estas luchas de reivindicación de derechos en los años por venir luego de la guerra, la comunidad afrodescendiente fue la que marcó la pauta y abrió la puerta para el resto de movimientos, la comunidad LGBT entre ellos. Más aún, EEUU, gran ganador de la guerra en Occidente, se convierte en un referente global y las luchas por reivindicaciones sociales eran parte de ese todo.

Podemos coincidir que las diferencias de los individuos ante las leyes hechas por los hombres y las sociedades que formamos dependen de los hombres y sus circunstancias. En consecuencia, reclamar derechos que se han amasado a lo largo de la historia – que derivan de nuestra condición humana –, en busca del reconocimiento casualmente de aspectos que nos hacen los humanos que somos, será un reclamo que siempre habrá de darse, porque humanos somos todos y la diversidad es inherente a nuestra condición.

Así, la lucha de cualquier minoría que busque reivindicar sus derechos, sin ir en detrimento del derecho de los otros, es una lucha contra la injusticia. La injusticia implícita en el desconocimiento e irrespeto de la condición del otro, del distinto, precisamente por ser otro, pensar distinto, ver el mundo de manera distinta a la nuestra. Es decir, irrespeto al otro por su condición humana.

Parece ilógico que aún hoy día tengamos problemas en reconocer y aceptar aspectos inherentes a nuestra especie, todo esto, siempre con parafernalias socioculturales que permean formas de poder y control social como la religión y legislación. Terminamos por enfocarnos en esas formas y podemos llegar a perder la perspectiva de que lo imperante es que cualquier reconocimiento y respeto al otro y sus circunstancias se da a todos por igual siempre que tal reconocimiento no desconozca el derecho y bienestar de los demás.

Luego, el reconocimiento y respeto al otro debería hoy ser aún más lógico, al considerar que vivimos en tiempos en los que nos hemos procurado la posibilidad de crear nuestra propia identidad, usando nuevas formas de entender a e interactuar con el mundo. Formas en las que tenemos la posibilidad de deslastrarnos de tradiciones, normas sociales y decidir quienes y cómo ser, desde la manera en que nos vestimos (una forma de expresarnos) hasta con quien hacer vida. Un aspecto de eso que llamamos modernidad. Una razón para sentirnos orgullosos de poder decidir ser quienes somos.

Prof. ASOCIADO de la Universidad de Los Andes

@medina_anderzon