Crónica desde El Ávila: ¿Franciscofobia?

Por: Cardenal Baltazar Porras Cardozo…

El reciente viaje del papa Francisco al corazón del África, pone en evidencia los intereses de los grandes medios de comunicación que silencian el mensaje del Pontífice, dirigido no solo al sufrido pueblo congoleño y sudanés, sino de manera insistente, a los poderosos de la tierra, responsables en buena parte, de los males que sufren aquellos pueblos. La violencia y la pobreza, el desplazamiento de millones de personas y la muerte de millares no se puede achacar sin más al atraso de sus habitantes. La explotación de las riquezas de esas tierras está en manos de grandes transnacionales, con el silencio cómplice de gobiernos y organismos internacionales. Pareciera que la vida no vale nada con tal de usufructuar para unos pocos lo que les quita el derecho a vivir y progresar a los nativos.

Organismos como el Foro de Davos, en su reciente reunión sobre el cambio climático, es una bofetada a los pueblos pobres y a quienes sufren los embates de la guerra y de la pobreza impuesta. Mientras, los altos representantes que dirimen los problemas del planeta se dan la gran vida en uno de los parajes más caros del mundo, y no tienen empacho en afirmar que, además, gozan del disfrute del comercio sexual aderezado con los manjares más exóticos. ¿Qué sensibilidad pueden tener esos expertos por los millones que sufren las injusticias de un mundo que piensa solo en los intereses económicos y en los privilegios de unos pocos?

Mientras, choca y molesta el mensaje papal, de ahora y de antes. Una voz que clama en el desierto por la vida de los excluidos y marginados de la sociedad mundial. Poner al descubierto los graves defectos de una sociedad que valora todo desde la óptica de los poderosos, no hace sino aumentar la violencia institucionalizada y la desigualdad de las personas y la destrucción del medio ambiente. Leer y meditar las exhortaciones papales y las intervenciones angustiosas de Francisco desde la pandemia, la guerra, la tercera guerra mundial, como lo ha señalado en repetidas ocasiones, no es sino el cumplimiento del mandamiento del amor, de la urgente conciencia de los valores éticos que no pueden pisotear los derechos de la mayoría.

Sin embargo, Francisco sigue siendo la esperanza para la mayoría de la población mundial, más allá de sus creencias. Lamentablemente, su autoridad moral quiere ser descalificada por razones aparentemente válidas que no son sino la expresión de que no les quiten los privilegios que han tenido siempre. No faltan dentro de la Iglesia, un pequeño grupo con muchos recursos y no pocos privilegios, para minimizar la labor del Papa argentino.

Recurro, para la reflexión serena de mis amables lectores, reproducir este acertado análisis: “¿Franciscófobos católicos? Hay quienes, sorprendentemente, se declaran públicamente católicos y, a la vez, exhiben una notoria crítica hacia el Papa Francisco y su magisterio. No se engañen: ni existen muertos vivientes, ni círculos cuadrados. El oxímoron solo es una figura literaria. No se puede ser una cosa y su contraria. No pueden existir franciscófobos católicos. Y mucho menos, militantes. Un católico difícilmente puede vivir instalado y proclamando en las azoteas esa desafección y fobia hacia Pedro y lo que su autoridad apostólica representa. Conviene que lo sepan. Conviene también que los demás estemos alerta. Quienes se deslizan por esa pendiente están, en verdad, «hiriendo el corazón de la Iglesia» (H. de Lubac), pues dividen y polarizan al pueblo de Dios en torno a la figura del Sucesor de Pedro, poniendo seriamente en peligro la comunión. La «obra del diablo» busca colaboradores de ese tipo; de esos que, so capa de bien y de ortodoxia, se erigen altivamente en jueces incluso de quien tiene la misión y la autoridad para guiar a la Iglesia y presidirla en la caridad”.

“Quien está «infestado» de esa franciscofobia, probablemente no sea consciente de lo que hace, o quizá deba revisarse en su eclesialidad. Antes eran cuatro opinadores con una incidencia social y eclesial más bien escasa. Ahora son líderes de opinión que escriben con más o menos sutileza, más o menos desfachatez, detrás de mucha de esta crítica late una amarga y gran frustración que, como es habitual, se convierte en violencia. Porque el tipo de sociedad que defienden no resiste la verdadera profecía evangélica que desde siempre proclama la Iglesia y su doctrina social. Por eso quieren otra Iglesia, guiada por otro pastor, que se amolde a su ideal de sociedad, de economía, de ideología política tal vez. No buscan la verdad. Buscan su verdad. La verdadera Iglesia católica, la de Pedro, les resulta incómoda” (Fernando Prado Ayuso).

Gracias a Dios, la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano, ha sido siempre fiel y devoto del sucesor de Pedro, en quien ve la esperanza de un mundo mejor ,más fraterno y justo. Con espíritu sinodal, respeta y alerta las opiniones más disímiles, pero sin condenar para que la paciencia y la sensatez, y el auténtico amor al Evangelio prive sobre otros intereses revestidos de piel de oveja.

5.- 9-2-23 (5091)