Eterno retorno viral

Por: Ramsés Uribe…

Eterno retorno de lo mismo. La vuelta de las catástrofes no es algo novedoso, inédito, puesto que siempre se han dado los terremotos, tsunamis, epidemias y otros desastres naturales o conmociones sociales, aunque con otras variantes diferentes de las ocurridas en el pasado. Si los antiguos filósofos se inquietaban por el regreso de las penurias cósmicas, ahora no ha pasado de moda el mismo tema; hay toda una suerte de histeria colectiva. Toda la gente está pendiente al respecto y dada la disminución laboral y de movilidad callejera, sobra el tiempo para la reflexión. Aparte de la difusión exagerada de las cifras, los estudios científicos de la medicina y  los intelectuales están produciendo múltiples interpretaciones; algunos lanzan sus teorías fatalistas de corte apocalípticas o de la extinción del planeta o de la humanidad;  las psicológicas/psiquiátricas y de coaching acerca del comportamiento colectivo ante este flagelo, así como recomendaciones tranquilizadoras. Los teólogos ofrecen consuelo y fuerza sublime y esperanzadora. Los economistas proyectan los efectos globales adversos en términos de una de las más graves crisis de la economía mundial.  

Gianni Vattimo, filósofo italiano, explica su teoría del eterno retorno nietzscheano como la supresión del mundo aparente y verdadero por medio de una incesante repetición, no sólo es una consideración cosmológica sino moral, una metafísica de la circularidad del tiempo. Implica un contraste entre la visión presocrática del mundo (Heráclito) contra la concepción judeo cristiana del tiempo irrepetible. La manera como se desarrolla la fuerza del cosmos es enorme. Todo ese regreso es una posibilidad y tendría la capacidad de transformarnos.

En esa teoría del regreso cósmico y ético de lo igual, se produce la crítica y disolución del sujeto que se concreta en el nacimiento del ultrahombre; significa no únicamente la transformación o superación individual sino la transformación radical de la humanidad, una mutación radical principio de una nueva humanidad histórica, en suma, una esperanza en una renovación general de la civilización. Toda esta filosofía nietzscheana denominada del mediodía, pues la del amanecer corresponde a la justificación estética de la existencia que es trágica, incluye el despertar de la campana y de la gran decisión. Hay una suerte de felicidad plena al aceptar al mundo con temporalidad circular, no lineal. Otro elemento conceptual del eterno retorno es la voluntad de poder o de poderío que tiene como esencia una hermenéutica de la lucha de opuestas voluntades, lucha de interpretaciones, un perspectivismo de valores que implica una resistencia y capacidad de modificar el sufrimiento en beneficio propio. Es la salud como espíritu de aventura.  

Consideramos que Vattimo tiene razón: la repetición incesante de los eventos catastróficos en nuestro magnífico aunque convulsionado planeta, es cierto porque la historia lo ha documentado por siglos. Los griegos y otros filósofos y culturas distintas como el budismo  aceptaban la tesis de Nietzsche, la teología cristiana lo rechaza de plano.  La psicología y filosofía de hoy señalan lo aleccionador y el valor de la experiencia que puede ser el retorno de un desastre cosmológico natural para bien o para mal, es una tremenda oportunidad para el cambio personal, familiar, social y desde luego, mundial.

Regreso inoportuno. Esta es una parte de la filosofía de emergencia que nos interpela en esta crisis planetaria con su peste inesperada, aunque antes profetizada y estudiada por la ciencia histórica, médica y hasta algunos profetas, todos visionarios. Todo retorna felizmente o para mayor preocupación, tanto lo chévere como lo indeseable y maligno. Asimismo en este reluciente y movido siglo nuevecito, regresó otra vez ese ser cuasi-invisible despreciable y temible que viene azotando a la humanidad hace muchos siglos desde que existe la gente: la peste. Nunca se fue del todo, el mal siempre estuvo ahí, esperando en un rincón anónimo y oculto, como dicen las Sagradas Escrituras, esperando como león rugiente a quien devorar; el desgraciado amorfo esperó el trascurrir de los años para regresar  sin previo aviso y asestar su trancazo fulminante y destructivo.

En ese retorno de la existencia vuelve el hijo pródigo arrepentido, ojalá volvieran los capitales de petrodólares robados a la nación; regresan los migrantes venezolanos a refugiarse en nuestro país en ruinas, devastado por la corrupción, la pobreza, la hiperinflación y la ignorancia, males promovidos por  políticas gubernamentales retrógradas. Por otro lado retornan cosas y situaciones finas y maravillosas: la moda de los ochenta, o de otras épocas, los valores humanos extraviados u olvidados, la cocina eléctrica de los abuelos, los juegos ancestrales, tradicionales están siendo desempolvados, el enchulamiento de autos o la repotenciación vehicular.

Lo cierto de esta pandemia es que ya regresó tal como lo afirmó hace siglos el gran Heráclito y otros tantos sabios inquietos; entre ellos Nietzsche con su doctrina terrible del eterno retorno de lo mismo, nos lo volvió a recordar, aceptando la rudeza de la realidad que nos afecta pero con una actitud valiente de cara al mañana con alegría, es decir con todo el optimismo en honor a la resiliencia indispensable en éstos aciagos días. También afirma que se puede aprovechar este momento difícil para transformarnos en mejores ciudadanos, personas de bien, más sinceros y luchadores ante la adversidad que es parte inexorable de la vida. Anuncia la posibilidad de un cambio de la humanidad total por medio de una seria decisión social para dejar las miserias mentales y actitudinales que destruyen el planeta y a las personas que son nuestro reflejo y el lugar que es nuestro único gran hogar. Quisiéramos que volviera la maravillosa Venezuela que conocimos hace 20 años atrás.

¿Será posible que la gente de nuestro tiempo, dizque muy civilizada razonable, educada y con smartfone y tablet aunque muy frívola, alienada y snobista deje el mal para tener el mejor de los mundos posibles como decía el filósofo Spinoza? Tenemos dudas razonables.  Dios quiera y sea posible ese cambio esperado…

Profesor de la ULA

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