La crisis planetaria es del modelo

Por: Daniel Vasquez Uribe

Se ha convertido en común denominador de las más diversas sociedades de la humanidad la palabra crisis y lo que estas 6 letras implican, cada vez más, escuchamos en los escenarios más diversos e inimaginables, que nos afirman férreamente, “estamos en crisis”.

Desde la Revolución Industrial, allá en la segunda mitad del siglo XVIII, las civilizaciones dieron un vuelco a la historia de la humanidad, de progreso y desarrollo, un acontecimiento sin precedentes. Si bien en muchos de los casos se le da profundo estudio y lectura a los avances que supuso este macroevento y como precedió la base del desarrollo y la manera de hacerlo para buena parte de las naciones de la humanidad, hay un aspecto que supone el punto de partida, en ese evento histórico, para analizar una de las crisis más sensibles y latentes de nuestros tiempos, la crisis ambiental. Y es que desde este evento histórico hasta nuestros días (aproximadamente 163 años), el paradigma se avocó hacia la producción masiva, su equivalente consumo exponencial y cada vez al menor costo posible, una premisa que implicó e implica, pasar por encima de cualquier principio ético y moral o de responsabilidad humana y ciudadana.

Este nuevo modo de vida, que se potencializó en los últimos 50 años con la revolución tecnológica y de las comunicaciones, ha necesitado desde que apareció y se consolidó aumentar el ritmo y nivel de explotación de los recursos naturales de nuestro Planeta, si bien se han mejorado procesos y técnicas, si bien la tecnología ha tomado un rumbo en este último siglo, asombroso e inimaginable, si bien cada vez más se busca minimizar el impacto de nuestras actividades hacia nuestro entorno, y en este punto hay que decirlo, es algo que parece tomar un auge potente a nivel global en los últimos 10 años, todo esto, no es suficiente.

Lo preocupante es que no es suficiente por una premisa muy obvia, que dicho sea de paso, se ha estudiado desde distintas áreas del conocimiento y con los científicos y casas de estudio más diversos y es que, los recursos naturales y elementales para la vida, son de lenta y compleja renovación o recuperación, cuando digo lenta, hago referencia para nuestro tiempo humano, pues para el tiempo de la Tierra que apareció hace 4.500 millones de años, se trata de lapsos coherentes y sobre todo naturales, pero ha sido tal nuestra ansiedad por desarrollarnos de una forma insustentable o irresponsable, que nuestro impacto (negativo) sobre la naturaleza, sus recursos, sistemas y ecosistemas ha sido brutal, tanto así, que cada vez más les acortamos su capacidad de renovarse, esto significa que los estamos agotando y extinguiendo.

Si a esto le sumamos el crecimiento poblacional del planeta, la creciente y acelerada demanda de bienes y servicios y por tanto la exponencial demanda de materias primas que supone, y que todo esto esté pasando en una misma superficie que cada vez más se agota en espacio y carga de explotación y que se encuentra degradada y/o contaminada en diversas dimensiones, nos hace pensar en un inminente déficit planetario sin precedentes, con nuestra “gran casa”, que es quien, en definitiva, nos ha ofertado y nos oferta los diversos elementos que necesitamos para desarrollarnos, individual y colectivamente.

Estamos transitando un punto crítico de no retorno para hacernos una idea, hagamos 1 ejercicio de un escenario hipotetico:

Escenario 1. El planeta Tierra tiene más de 7.000 millones de habitantes, ahora, imaginen ¾ partes de la población mundial (5.250 millones de personas), quienes producen diariamente entre 1 y 4 kg de residuos en promedio por la realización de sus actividades de vida, esto es alrededor de 1 tonelada de residuos por habitante al año, que en términos de población total, para este escenario, son 5.250 millones de toneladas de residuos, si se recicla y reutiliza la mitad, aún quedarían 2.625 millones de toneladas de basura con las que no hay nada que hacer, tengan en cuenta que un AirBus A380 (el avión comercial más grande hasta ahora construido) pesa en promedio 540 toneladas a máxima capacidad, estaríamos hablando de lo equivalente 5 millones de aviones de esta clase pero en basura, ¿dónde la guardamos?, ¿cómo nos deshacemos de ella?, ¿hay espacio?, ¿qué impacto tendrán sobre el ambiente y sobre la salud de las personas del entorno donde están?

Estamos hablando de desechos de diversos materiales que tardan largos períodos de tiempo en degradarse y que en esos proceso generan impactos múltiples al entorno en el que están, por ejemplo, el plástico tarda entre 100 y 1.000 años en degradarse, el vidrio 4.000 años, las pilas 1.000 años, las latas de aluminio alrededor de 100 años y así sucesivamente entre muchos otros.

Cabe destacar que no están incluidos los desechos de procesos productivos (industriales) y los desechos de la extracción de materias primas que podrían ser desde 10 a 30, 40 veces más. Y estamos hablando de un año, imaginen ahora, la suma de los próximos 10 años, donde el crecimiento poblacional, el consumo de bienes y la explotación de recursos naturales es exponencial. ¿Aguantará la Tierra? ¿Aguantará la civilización? ¿El modelo? ¿La especie humana?

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Los países ricos e industrializados tuvieron alrededor de 200 años para desarrollarse y hacerse lo que hoy son a base de guerras, conquistas, explotación de recursos y degradación de muchos sistemas y ecosistemas. Hoy en día los países emergentes, reclaman su momento y sobre todo su derecho a desarrollarse, esto implica, una carga monumental para los recursos naturales del planeta, pero ante tal encrucijada, que implica “ser” el momento de los países emergentes, todo apunta a que ninguna regulación o propuesta de los que ya se desarrollaron, cambie el curso mundial.

Paradójicamente, los que ya lo hicieron, o al menos buena parte de ellos, están en una profunda y sostenida crisis económica, que si bien en el presente no están en su punto más crítico, ya desde hace 5 años que se intenta normalizar las cosas y ha sido imposible. Más muestras, de que seguramente, estamos ante un momento histórico para que unos reciclen modelos y empiecen a hacer las cosas con nuevas consideraciones y a partir de valores éticos y morales renovados, hasta aquellos que estando en su “momento” pueden marcar la pauta para un nuevo y mejor desarrollo en el sentido más profundo, ambas realidades desde ese llamado desarrollo sustentable.

Hay que tener en cuenta que la crisis es económica, social, cultural, política y religiosa, ecológica y ambiental pero hay una crisis, que me parece, es el centro de todas las demás, o dicho de otra forma, es el punto de partida, de un efecto dominó sobre las demás crisis. La crisis del hombre y sus valores, la falta de ética y moral para hacer cualquier planteamiento y acción, desde la convivencia con nuestra propia familia y nuestro ambiente hasta la construcción de una multinacional responsable, es desde allí donde debemos partir, los paradigmas han de romperse”, son grandes y en especial profundos, los cambios que han de hacerse y esto debe partir desde el cambio de cada individuo existente en la Tierra. Estamos ante un momento ideal para apropiarnos de nuevos planteamientos, filosofías y acciones, pues la demanda y las circunstancias lo necesitan desesperadamente.

Alexander Mitscherlich (1908-1982), médico y psicólogo alemán versó: “Lo esencial es cambiar de enfoque; solo cuando se cambia de enfoque se descubre algo importante”.

Fotografía: Shehzad Noorani

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