Monseñor Enrique “Kike” Rojas recibió la Ordenación Episcopal como Obispo Auxiliar de Mérida

La Ordenación Episcopal de Monseñor Luis Enrique Rojas Ruíz como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, la celebración de las Bodas de Oro Sacerdotales, y Bodas de Plata Episcopales del Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, además de la y la conmemoración del natalicio del Siervo de Dios Miguel Antonio Salas se celebraron este 29 de septiembre en la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de Mérida con la asistencia de 16 obispos y más de un centenar de sacerdotes, se hicieron presentes en esta ceremonia que, también se enmarcó esta celebración.

Actos que iniciaron con la celebración de XV Encuentro Regional de Monaguillos que se realizó en el Palacio Arzobispal de la Arquidiócesis de Mérida con la participación de cientos de niños que prestan sus servicios en las diferentes parroquias eclesiásticas merideñas.

Posteriormente se realizó la celebración eucarística presidida por el Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo quien en la Homilía enfatizó que la liturgia nos invita a alabar al Señor desde la intercesión de los santos arcángeles. La tradición tiene mayor peso que la ley que los une a todos en una única conmemoración, y se detiene en nuestro medio en la figura de San Miguel, quién como Dios. Como nos cuenta San Gregorio Magno, dicho nombre designa la función no el ser, a quien le correspondió cumplir la misión especial de dar a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. Custodiar las puertas del paraíso es una invitación a salir, a buscar las ovejas perdidas, a la actitud misionera de abrirnos a los demás, de trasmitir el mensaje sanador del evangelio amasado en el tiempo por tantos hombres y mujeres, testigos de la fe recibida de sus mayores.

Así mismo se realizó la Ordenación Episcopal de Monseñor Luis Enrique Rojas Ruíz de manos del Cardenal y Arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida Baltazar Enrique Porras Cardozo donde expresó con gran regocijo “Vas a ejercer el ministerio episcopal, querido Luis Enrique, en esta ciudad y Diócesis que bien conoces, donde se hermanan dos realidades, la universitaria y la del campo productivo.

Donde enfatizó además que “En el encuentro que recientemente tuvo el Papa Francisco hace apenas dos semanas con los obispos de reciente nombramiento les recomendaba “una delicadeza especial con la cultura y la religiosidad del pueblo. No son algo que tolerar, o meros instrumentos para maniobrar, o «una cenicienta» que hay que tener siempre escondida porque es indigna de entrar en el salón de los conceptos y de las razones superiores de la fe. Al contrario, hay que cuidarlas y dialogar con ellas, ya que, además de ser el sustrato que custodia la auto comprensión de la gente, son un verdadero sujeto de evangelización, del que vuestro discernimiento no puede prescindir. Tal carisma, donado a la comunidad de creyentes, no puede por menos que ser reconocido, interpelado e involucrado en la trayectoria ordinaria de discernimiento realizada por los pastores”.

El Cardenal Baltazar Porras en su Homilía con motivo de sus bodas de plata Arzobispales y de oro sacerdotales agradeció el calor y entusiasmo que transmite el testimonio de quienes nos han precedido, y de tantos que en la vida cotidiana pasan a nuestro lado y nos dejan la estela y el buen olor de sus buenas obras. Y, gracias porque esta iglesia particular emeritense ha sido en tiempos pasados y en el presente, faro de luz y de esperanza que nos hace redoblar el compromiso de ser alegres y constantes evangelizadores portadores de la buena nueva de Jesús nuestro Señor.

Alabar al Señor desde la intercesión de los santos arcángeles. La tradición tiene mayor peso que la ley que los une a todos en una única conmemoración, y se detiene en nuestro medio en la figura de San Miguel, quién como Dios. Como nos cuenta San Gregorio Magno, dicho nombre designa la función no el ser, a quien le correspondió cumplir la misión especial de dar a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. Custodiar las puertas del paraíso es una invitación a salir, a buscar las ovejas perdidas, a la actitud misionera de abrirnos a los demás, de trasmitir el mensaje sanador del evangelio amasado en el tiempo por tantos hombres y mujeres, testigos de la fe recibida de sus mayores.

Hizo especial referencia a Monseñor Miguel Antonio Salas como Siervo del Señor como un insigne predecesor rigió esta porción del pueblo de Dios por doce años procedente de la diócesis de Calabozo donde estuvo dieciocho años. Antes había sido formador de clero en los seminarios de San Cristóbal y Caracas por su vocación de hijo de San Juan Eudes. A la vera de su tumba, su sobrina y el nuevo obispo auxiliar han depositado un cirio y un ramo de flores, ofrenda sencilla en agradecimiento a la abundante siembra y cosecha de sus afanes pastorales, regados con entrega total y desprendimiento de bienes y halagos. El crecimiento vocacional por donde pasó fue grande y la estela de hijos suyos espirituales, sacerdotes y laicos, fue y es notable. La presencia numerosa de servidores del altar venidos de todas las parroquias es una cálida ofrenda en esta mañana. Esta celebración tiene un marcado sello vocacional y confiamos a su intercesión los adolescentes y jóvenes que buscan acrecentar los valores cristianos como guía de sus vidas.

Aquí en Mérida optó también por un atinado acercamiento al mundo de la cultura, de los medios y de la universidad, iniciando una nueva etapa que ha cristalizado en el tiempo en intercambio fecundo entre la ciencia y la fe en vistas al bien común integral.

Sobre el nuevo Obispo Auxiliar hizo referencia que va ha ejercer el Ministerio Episcopal, querido Luis Enrique, en esta ciudad y Diócesis que bien conoces, donde se hermanan dos realidades, la universitaria y la del campo productivo. En el encuentro que recientemente tuvo el Papa Francisco hace apenas dos semanas con los obispos de reciente nombramiento les recomendaba “una delicadeza especial con la cultura y la religiosidad del pueblo. No son algo que tolerar, o meros instrumentos para maniobrar, o «una cenicienta» que hay que tener siempre escondida porque es indigna de entrar en el salón de los conceptos y de las razones superiores de la fe.

Monseñor Obispo Auxiliar Luis Enrique Rojas: “Ser sacerdote y obispo en este momento en Venezuela, ha sido mi mayor bendición.”

“Vamos a continuar siempre al lado de nuestra gente, respondiendo a sus necesidades, escuchando los clamores de nuestras ovejas que Dios nos ha confiado como pastores”, así se expresó Monseñor Luis Enrique Rojas Ruiz, ordenado Obispo la mañana de este viernes 29 de Septiembre, en la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, Catedral de Mérida.
La ceremonia en la que Monseñor Rojas Ruiz fue ungido con el Santo Crisma, donde recibió los símbolos episcopales, anillo, mitra y báculo, fue presidida por el Cardenal Porras Cardozo, lo acompañaron Monseñor Luis Azuaje, 1er Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y Monseñor Alfredo Torres, Obispo de Apure.

La ceremonia fue “una manifestación de fe y de cariño” aseguró el Príncipe de la Iglesia, Cardenal Porras, quien afirmó que la presencia generosa del pueblo merideño, de los obispos y sacerdotes que visitaron a la ciudad, de las autoridades civiles y universitarias que se unieron y sobre todo, de aquellas personas que de toda la arquidiócesis llegaron a pesar de todas las dificultades que implica movilizarse hoy día, dejaron testimonio del Amor Misericordioso de Dios para con un pueblo como el merideño.

Monseñor Luis Enrique Rojas, natural de Mérida, de la cuenca del Chama, 4to obispo auxiliar del Cardenal Porras, fue pródigo en agradecimiento, a Dios, a sus padres, a su pastores, en especial a aquel que cuando el neófito obispo era joven, visitó el liceo “Andrés Eloy Blanco” de El Chama, en el que estudiaba y le sorprendió jugando básquet con los demás jóvenes, “ese detalle empezó por despertar en mi una curiosidad por el seminario”, contó emocionado el prelado, haciendo alusión a quien para él, es pilar fundamental de su vocación, el Cardenal Porras Cardozo.

Culminó Monseñor “Kike” reconociendo las virtudes del clero merideño y solicitándoles, su oración y su apoyo, comprometiéndose a trabajar con humildad para ser un pastor cercano, como el mismo Papa lo pide, “un pastor con olor a oveja”

Redacción Comunicación Continua-Leonardo León, Euro Lobo, Jesús Quintero
Fotos: Leo León