Pido la palabra: Crisis de basurales

Por: Antonio José Monagas…

Que si planes de contingencia, solicitud de colaboración, voluntad política, aporte del sector privado, no son pretextos que tiene alguna cabida en medio del caos que estos problemas de basural animan.

El ejercicio de la política, no admite imprevisiones. Y si las permite, el accionamiento político pretendido deviene en crisis. Pero no en la crisis que muchos conciben como problemas de inmediata resolución. Ni tampoco, como un agudo revés que, difícilmente, puede soliviantarse bajo el régimen de un acuerdo o negociación entre las partes afectadas.

La crisis que induce cualquier desafuero generado por el insuficiente manejo de causales que sólo tienen su razón de ser en el ámbito de la política, tiene consecuencias  que pueden comedirse siempre y cuando sus cometidos tiendan a razonarse considerando los elementos estructurales que conciernen a la explicación o análisis del problema en cuestión.

Estos problemas se suscitan, cuando el ejercicio de la política se produce al margen de procederes y conocimientos que tocan la esencia de la práctica de producción social que se corresponden con la situación propiamente en crisis. Terreno éste desde el cual es posible escrutar múltiples recursos, por escasos que sean. Pero todos asociados a múltiples criterios de eficacia, muchas racionalidades y autorreferencias explicativas que provocan decisiones alejadas de imprevisiones e improvisaciones capaces de desarreglar las realidades más inmediatamente de lo que tienden a estar o mostrarse.

Casos como este, mantienen atrapado el devenir de la política. Sobre todo, en medio de circunstancias aledañas a problemas acumulados por falta de ausencia de oportunidades. Y tan grave situación, se convirtió en razón para avivar el debilitamiento de posibilidades de desarrollo político. Más, cuando el mismo se halla, perversamente, concentrado en pocas manos. Particularmente, manos no siempre invisibles del caótico populismo.

Es lo que viene aconteciendo en Venezuela. Y muchas capitales de estado, como Mérida, no escapa de tan implacable revés. Es lo que explica la causa de la crisis de basural que afecta a la comunidad en general. En especial, cada vez que un basurero adyacente a cualquier especio público, por disimulado que parezca, es factor de contaminación en todo aspecto. Además, las evasivas explicaciones que acostumbran a ser declaradas a manera de excusas, no calzan con alguna justificación que propenda a disculpar una gestión de gobierno municipal, estatal o nacional responsable de la salud, saneamiento del ambiente y ordenación del espacio público en el que convive toda una comunidad a la cual se debe la actuación gubernamental.

Que si planes de contingencia, solicitud de colaboración, voluntad política, aporte del sector privado, no son pretextos que tiene alguna cabida en medio del caos que estos problemas animan. Si bien las contingencias son propias de sobrevenir en cualquier momento, políticamente no hay excusa que valga para volver irrisorio un espacio público de imprescindible conservación, cuidado y acicalamiento urbanístico y paisajístico.

Frente a esta explicación, luce absurdo endilgarle las dificultades que genera la operación de los basurales a factores político adversos, cuando quienes son responsables de su manejo, no están sintonizados con el conocimiento que tales aprietos implican. Desde lo que es la teoría de colas, pasando por la planificación de situaciones que intenta la consideración de las complejidades que esta materia refiere, hasta el análisis de situaciones integrales, o incluso llegar a lo concerniente a técnicas de simulación humana de procesos, tanto como postulados de teoría de organización, son razones de peso conceptual y metodológico para gerenciar, administrar, controlar, evaluar y superar las complicaciones que comprometen cualquier crisis de basurales.

“La ineficacia de una gestión de gobierno, no sólo se traduce en problemas directos a la población gobernada. También, y peor aún, estimula un estilo de gobierno dominado por la negligencia muchas veces encubierta por decisiones sectarias que son empalagosas al momento de proponerlas dada su condición de paliativas”

AJMonagas