Plan de destrucción y atraso económico

Por Germán Rodríguez Bustamante…

Nadie jamás pudo haber pensado que nuestra Nación pudiera llegar a los niveles de deterioro enorme que experimentamos en lo económico, social y político. Posiblemente el hecho de no vivir una experiencia traumática como la actual, en el pasado reciente nos tiene en una total apatía, desorientados, sin entender y comprender la gravedad de la situación que afrontamos. Desconocemos nuestro propio entorno y la canalla mediática del gobierno construye escenarios imaginarios, que contradicen las realidades cotidianas que los ciudadanos vivimos: desde la dolarización consentida de toda la economía, la destrucción del salario de los trabajadores, el autosecuestro impuesto por la delincuencia desatada y la destrucción total de los servicios que hacen la vida insoportable.

El 20 de agosto del 2018 Maduro anunció el plan de recuperación, crecimiento y prosperidad económica, propuesta fantasiosa sin sustento en la realidad que vive el país. Luego de un año del plan, el mismo es un rotundo fracaso, debido a que no pudo impedir el avance inexorable de la inflación, el desabastecimiento y la devaluación de la moneda. Las cifras mostradas después de tres años de atraso por parte del Banco Central de Venezuela, son el reflejo concreto del desastre gestado por Maduro y su banda de delincuentes. La misma a pesar de la gravedad que exponen, pareciera que se quedaron cortas. Las realidades que vivimos actualmente, apuntan hacia una situación social y económica mucho peor a la descrita en los indicadores. Los reclamos generalizados por: alimentos, medicamentos, servicios públicos, gasolina y seguridad desnudan un estado de profundo deterioro de las condiciones de vida de la población. La invención de: “el pueblo en las catacumbas”, luce insuficiente para explicar las calamidades y miseria que sufre el pueblo en este momento. Ya las fosas fúnebres, oscuras son imágenes escasas para describir y revelar de forma clara las condiciones de genocidio impuestas por Maduro y sus lacayos.

Las reservas internacionales reflejan el poco ahorro que tiene la Nación, para hacerle frente a cualquier eventualidad que pueda ocurrir. Son comprensible los niveles de miseria que vive la población, mientras queda una elite muy pequeña protegida de las inclemencias. Grupeto que se niega a entregar el poder, a pesar del fracaso total y absoluto visible en las cifras. El Índice de Desarrollo Humano (IDH), que basa su análisis en una combinación de tres parámetros como son vida larga y saludable (según esperanza de vida), educación (según la educación general total) y nivel de producción económica (según el PIB). En estos tres criterios estamos en el fondo, la situación de la salud en términos generales es espantosa, muertes por falta de medicamentos, desnutrición infantil y general que produce condiciones vulnerables para los padecimientos, enfermedades erradicadas floreciendo en este estado de penurias. La educación general se encuentra en su peor circunstancia, niveles de deserción a todos los niveles tanto de estudiantes como docentes y trabajadores. La producción económica de igual manera transita por caminos penosos, la producción interna está paralizada y las importaciones minimizadas por la falta de divisas. En conclusión, Venezuela está en una situación de involución, no existe indicador económico y social que muestre una modesta o incipiente mejora.

La revolución convertida en Tiranía férrea, destruyo 50 años de avances experimentados por el país con las mejores condiciones para superar la brecha del subdesarrollo en los años 70. El residuo de la revolución bolivariana se ha convertido en un nido de ratas desconfiadas. Después de estos veinte largos e insoportables años de controles, derroches, desfalcos, y saqueos; adicional a abusos e ignominias tortuosas, injustas y despóticas, lograron el hecho concreto de: empobrecernos como nunca antes en la historia, limitados de toda condición humana y reducidos a seres de instintos básicos, como comer, reproducirse y resguardarse. En la actualidad somos sometidos y cada vez más dependiente de un control como medio único para obtener alimento, medicamentos, servicios básicos, en definitiva, un modo de sobrevivencia. Es el sometimiento llevado a los extremos de la crueldad. El país convertido en un campo de concentración, cercado por sus fronteras. En estas condiciones es previsible y justificable la inmensa diáspora que experimenta el país, nadie quiere quedarse para soportar estos escenarios de genocidio selectivo.

El Tirano y su jauría han acumulado todo el poder, para proteger los intereses   de una minoría que se aprovecha de las necesidades del pueblo y se muestran insensible ante los graves problemas que afectan a los venezolanos. La incapacidad en la gestión pública es evidente, la destrucción experimentada no tiene comparación, notorios investigadores expresan su asombro por las cifras económicas y sociales, que expone la nación. A pesar de que los países nunca tocan fondo, lo vivido en Venezuela es inconcebible. La pobreza es el resultado de un marco institucional débil que margina a los grupos vulnerables. Debilidades referidas a: derechos de los trabajadores, avances insuficientes en la creación de instituciones del mercado de trabajo sólidas, existencia de entornos inadecuados para el desarrollo de empresas y la presencia de mecanismos de gobernanza ineficaces y corruptos.  

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