El pueblo en las catacumbas

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El año 2017 se inicia con decisiones poco alentadoras para el futuro de los venezolanos: el nuevo gabinete ejecutivo nombrado por el presidente Maduro refleja la toma del poder por el sector radical del gobierno, más vinculado con hechos oscuros en el manejo de los recursos públicos y sus conexiones con la frágil unión cívico militar. El paciente viene con problemas graves y no hay señales claras, de parte de los gestores del paciente, de un cambio de actitud que aminore la gravedad de los problemas y mejore la calidad de vida de los ciudadanos. La nueva invención de la política revolucionaria de “ir a buscar al pueblo en las catacumbas” en el fondo es un reconocimiento de que los venezolanos nos encontramos en galerías profundas, invadidos por la miseria, en lugares oscuros similares a fosas fúnebres. En otras palabras, pretenden invocar a los espíritus de las sabanas para revivir a un pueblo sumergido en tumbas, confinado allí por unas medidas económicas, sociales y políticas totalmente ineficientes, adoptadas por ellos mismos.

Las ilusiones de “reimpulsar”, “repromover”, “reestimular”, como acciones para corregir los errores, en realidad no resolverán los problemas. Es necesaria la aplicación de medidas para cambiar la orientación de la política económica, que permita disminuir el riesgo y que las inversiones puedan fluir hacia Venezuela.

El contexto de crecimiento global bajo que se prevé para este año que comienza es un elemento que afectará al país. El incremento del financiamiento del gobierno americano, impulsado por las políticas anunciadas por el presidente Trump, hará más difícil la posibilidad de obtener fondos en los mercados internacionales; ello, agregado a la destrucción de la industria petrolera nacional, se constituyen en variables que exigen una corrección urgente del camino para prever y anticipar los efectos de los eventos por venir.

A pesar del frenazo de la mesa de diálogo, la conflictividad social, producto de las condiciones económicas y sociales, no ha desaparecido. La festividad navideña y de fin de año se acabó, por lo cual los reclamos por abastecimiento de alimentos y medicinas ya comenzaron a fermentar nuevamente en todo el país. Las maquilladas respuestas dadas por el gobierno no son suficientes para disminuir la desconfianza. Para el gobierno y su corte, como para la oposición agrupada en la MUD, es imprescindible la recuperación de la confianza: para el gobierno la posibilidad de que los ciudadanos confiemos en la viabilidad de las medidas es esencial y para la MUD igual lo es, asumir con responsabilidad los compromisos y promesas formuladas a sus seguidores.

Obviamente el gobierno tiene la mayor responsabilidad en la recuperación de la confianza por parte de los ciudadanos. Si la confianza es un fundamento importante de la política, quienes confían deberían ser más proclives a expresar confianza en sus instituciones, tanto públicas como privadas: la Asamblea Nacional, el gobierno, el sistema judicial, el sistema electoral, los partidos políticos y en general en toda la estructura de cimiento de la democracia. En Venezuela lastimosamente el ciudadano es socialmente desconfiado, con desafecto político y crítico, receloso de los líderes políticos, desencantado con las instituciones e insatisfecho con el funcionamiento de la democracia.

En este entorno es impostergable la adopción de medidas que recuperen la confianza de los ciudadanos en los hacedores de políticas públicas. La única solución es la construcción de un gobierno de unidad nacional que recupere la independencia de los poderes y de las instituciones, que asuma medidas económicas, sociales y políticas debidamente informadas a los ciudadanos y que se gestione con total y absoluta transparencia. El rescate de la confianza a largo plazo pasa por convertir a la gestión pública en libros abiertos sujetos a procesos de control ciudadano permanente. La figura del secreto de estado no puede privar a los ciudadanos de información sobre la evolución económica y social del país. Existen límites aceptables dentro de una sociedad democrática en materias relativas a la seguridad interna y externa; sin embargo, no puede ser el argumento para someter a la sociedad a una total oscuridad informativa. La administración pública está al servicio de los ciudadanos y se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad; en consecuencia los funcionarios están obligados a presentar información sobre la acción particular en su ámbito.

Las catacumbas pueden emerger a la superficie no por excavaciones de los actores políticos revolucionarios, sino por acciones concretas que corrijan el rumbo. El modelo económico y político es absolutamente inservible para resolver los problemas presentes en la economía nacional. Es fundamental recuperar la confianza para que las políticas instrumentadas cuenten con el apoyo de las mayorías, sean creadas las mismas por este gobierno o por uno nuevo alternativo.

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