Razones y pasiones: El reto 2017

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

Iniciamos tambaleantes el 2017. En el 2016, donde forjamos con entusiasmo tantas esperanzas respecto a un cambio significativo en el país, se diluyó, se difuminó dejando una estela de serias incertidumbres  y  frustraciones. En forma general se piensa que habiendo tenido la “sartén por el mango”, en el cual se freían los estertores agónicos  del Gobierno,  dejamos que la llama se fuera apagando como resultado de equivocaciones, cálculos erróneos y , lo que nos perece más grave, por haber caído en el marasmo de los intereses personales y grupales, dificultando con ello la  indispensable solidez de la unidad, única manera a de enfrentar con propiedad  a un poder que se sostiene con la arbitrariedad, el engaño, el manejo discrecional del presupuesto, la sustentación militar, el mesianismo y los rebusques jurídicos del todo truculentos.

El revocatorio que centró las expectativas de un pueblo ansioso de desembarazarse  de un poder ejecutivo desde todo punto de vista indeseable, no se logró. Tampoco, a pesar de figurar en el cronograma del CNE, no se dieron las elecciones para  gobernadores, pues su importancia fue soslayada. No fue posible que  el rebuscado, forzado y  artificioso desacato, fuera dejado sin efecto, a pesar de lo que significó y sigue significando en cuanto a la posibilidad de hacer aplicables las leyes que produce la AN. El Presupuesto Nacional, instrumento fundamental en el funcionamiento del país, no pudo ser aprobado por la AN, tal como es su derecho y obligación. No se logró resolver el problema de los diputados de Amazonas, a pesar de que nunca se mostraron las pruebas del supuesto fraude. No se sustituyeron los magistrados del TSJ impuestos ilegalmente y ni siquiera se nombraron los sustitutos de acuerdo al proceso establecido, fueran o no aceptados para cumplir sus funciones. No fue posible sustituir a las rectoras del CNE que tenían vencido su periodo y el gobierno las ratificó. Debieron haberse nombrado por la vía normal, aunque les impidieran incorporarse al cuerpo. No se ha logrado la libertad de los presos políticos. Y lo que aparentaba ser más expedito: el canal humanitario, tampoco se pudo concretar.

Pero, a la vez, caímos en la atarraya tirada por el gobierno, apagando, aletargando el entusiasmo general por la protesta cívica, en aras de un dialogo sobre el cual siempre tuvimos el criterio de  que era inútil e inservible dadas las posiciones irreductibles de parte y parte. Con ello se enfrío la correcta actitud de la ciudadanía frente a una tiranía. En términos boxísticos, lo teníamos sobre las cerdas boqueando con desesperación y solo faltaba arreciar para dar el nocaut, pero relajamos el ataque y recuperado empezó a ganarnos rounds sucesivos. La lección del 2016 ha sido determinante. Solo queda redoblar de nuevo el ataque  con el mayor civismo, pero con la mayor profundidad y absoluta unidad, sin parcialidades divisionistas.