Simplificación de la responsabilidad: golpe de corrupción al pueblo

 Por: Germán Rodríguez Bustamante…

Este gobierno, en su manía de endosar sus responsabilidades a terceros, ha diseñado un conjunto de campañas publicitarias con la intención de convertir sus invenciones en verdades: usa todo su poder mediático para perjudicar a un actor o actores particulares.

La guerra económica, el cerco financiero internacional, la derecha apátrida, los empresarios especuladores, entre otros mitos, son ficciones que requieren de propaganda, al mejor estilo nazi, para influenciar a la opinión pública. “La simplificación de la producción: golpe económico al pueblo” busca transferir la culpa por las erradas políticas a los empresarios, siendo en realidad las políticas del Estado venezolano, en el marco de una agenda socialista poco acertada, las que han venido alejando las posibilidades de crecimiento empresarial.

Políticas de control de precios, de ganancias, restricciones a la propiedad y licencias de importación otorgadas a burócratas con fines delictuosos han producido la ruina gradual del tejido empresarial, a pesar de la capacidad innovadora y de emprendimiento de los venezolanos.

Las alucinaciones experimentadas por los integrantes del gabinete económico, tanto del presidente Chávez como Maduro, al momento de formular políticas, desnudan la improvisación y la ignorancia del gobierno en materias fundamentales para el desarrollo del país; expresiones como “Dios proveerá” es un ejemplo vivo de esos desvaríos.

Las expropiaciones y nacionalizaciones elevaron la apreciación del riesgo empresarial; con la declaración de utilidad pública, y en aras de construir un modelo de desarrollo productivo socialista, el gobierno ha desatado una estampida en los sectores afectados. Las empresas intervenidas no cumplieron con las metas trazadas; la mayoría, por no decir que todas, producen menos que antes de ser expropiadas, no son autosustentables, tendiendo a ser deficitarias, en consecuencia requieren de subsidios y en algunos casos no tienen suficientes ingresos ni para pagar la nómina.

La improvisación y la ignorancia invadieron los objetivos económicos de las empresas; no acerca de los fines, porque por muy loable que sea vender a precios bajos, el tema es cómo hacer para que la producción se mantenga y cómo generar los recursos propios para que esas iniciativas no se conviertan en un lastre para el presupuesto público.

El desabastecimiento en gran parte es consecuencia de políticas erradas para transformar las cadenas productivas y de comercialización; la especulación es una decisión racional de un ciudadano que, ante la incertidumbre presente, intenta anticipar las pérdidas futuras o garantizar ganancias presentes, bien sea que busque asegurar consumo o pretenda revender para sobrevivir.

El empresario no simplifica la producción para ofrecer menor cantidad de productos; al contrario, es un intento de sobrevivir en un entorno hostil que le impide incorporar su saber hacer empresarial. Estimado presidente e integrantes del consejo de ministros: las medidas asumidas de persecución y criminalización de la actividad privada, lejos de resolver los problemas de escasez, los agravará; el estado debe actuar en aquellas actividades que no están siendo atendidas para asegurar la calidad de vida de los ciudadanos y facilitar aquellas que están siendo atendidas por el sector privado para que mejoren y creen valor para el ciudadano. Ustedes pueden dictar leyes, decretos, resoluciones y tomar las empresas, pero eso no asegura precios, abastecimiento, eficiencia y productividad.

Estudien y adopten políticas consensuadas con el sector privado para generar confianza y promover la inversión y la competencia sana.

La revolución bolivariana fue vendida como el proceso para construir el hombre nuevo sobre los principios y valores de Bolívar, Simón Rodríguez y Zamora. Unas de sus banderas fue la lucha contra la corrupción y la pobreza, lastimosamente estos supremos objetivos no se han podido alcanzar; por el contrario, la corrupción ha tomado dimensiones escandalosas, con mecanismos novedosos y perfeccionados para que se mantenga en estos años de revolución.

De hecho, el país continúa siendo percibido como una nación con grandes riesgos de corrupción en el sector público. El fenómeno ha adoptado modalidades creativas, ajustadas a las políticas implementadas por el régimen; pareciera que en las estrategias públicas subyace la acción delictiva para aprovechar la fragilidad institucional y la impunidad reinante. Puede que las políticas sean bien intencionadas, pero son totalmente vulnerables a las nuevas modalidades adoptadas por la corrupción.

Lastimosamente la Contraloría General de la República es inútil y, en algunos casos, complaciente. Apreciados amigos: la revolución bolivariana cambió las formas de corromperse, a través de estructuras de poder conectadas a sociedades de cómplices y a la destrucción institucional que promueve la impunidad.

Es hora de detener a quienes cometen actos de corrupción en Venezuela; los vacíos legales y la falta de voluntad política de este gobierno facilitan la corrupción tanto interna como transnacional, y reclama redoblar nuestros esfuerzos para combatir la impunidad de los corruptos, teniendo en cuenta que muchos todavía están en funciones de gobierno.

ULA – FACES

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