Biscocuy, pueblito con ínfulas de ciudad, montado a caballo entre los estados Portuguesa y Mérida. Embebido de sabores y olores al café que cultivan, con amor, sus campesinos. Ese pueblo bendecido por sus noches frías enmarcadas en dulce neblina, escondido entre frondosos árboles y surcado por ríos caudalosos, aunque amigables, vio nacer en su tierra generosa a quien sus padres bautizaron con el nombre de Stalin. Escritor, quien estaría llamado a darle a Venezuela un premio Nacional de Literatura 2020. Y el honor nuestro de contar con uno de los narradores más destacados de la literatura universal, en todas sus facetas: poeta exquisito, dramaturgo premiado, novelista sensible, cuentista imaginativo y audaz. Así es, a grandes pinceladas, la persona que hoy ostenta un importante galardón concedido por la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte).
Aquel domingo 26 de julio con su clima cambiante, entre soles y tormentas, la tranquilidad del hogar del autor, fue interrumpida por el timbre del teléfono. Una voz femenina, al otro lado de la línea, desde Caracas, le anunciaba al profesor, de nuestra Universidad de Los Andes, Stalin Gamarra Durán, que le había sido concedido el Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca 2020 en su categoría de narrativa.
Nuestro Stalin, no se lo esperaba. Él había enviado el manuscrito de su novela “La Nave de las Almas”, así como por no dejar. No había expectativas. Sin embargo, la noticia lo sorprendió gratamente. Alegre, entusiasmado, orgulloso, porque un premio nacional de esa categoría es como para ufanarse. La buena nueva se extendió como semillas al viento y volaron lejos, muy lejos. Empezaron a llegar las felicitaciones desde cualquier punto del globo terráqueo: España, Alemania, Francia, Caracas “la generosa”, Mérida su lugar de permanencia. Sus alumnos de la Universidad de Los Andes, algunos de sus colegas escritores, y no era para menos, porque el que conoce la trayectoria y la fecunda obra de Stalin, no podía dejar de manifestar la emoción de compartir ese triunfo, bien merecido, más que justo, memorable.
Stalin Gamarra Durán, estatura mediana. Le agrada vestir con propiedad. Cabello entrecano, abundante. Mirada profunda, enigmática. Ademanes de lord inglés. Sonrisa franca. Es de esas personas a quienes no se les nota el paso de los años y, como el mejor de los vinos, al añejarse tiene más bouquet. Su hablar es pausado: elocuente, genial, con un sentido del humor que fascina a todo aquel que lo sabe interpretar. Según el mismo Stalin “El humor es un sentido al revés, y no cabe en cualquier cabeza” (De su libro digital TWITTER).
Las quiero a las dos
Con su particular forma de contar historias, Stalin Gamarra nos dice acerca de sus dos novelas “las quiero a las dos”, al referirse tanto a su primera novela, La montaña de los muertos, editada en Mérida, por Ediciones Actual, como también la premiada La nave de las Almas, cuya edición le corresponde a Fundarte.
Acerca de la primera, su amigo y también dilecto escritor venezolano, fallecido recientemente, Armando Rojas Guardia la calificó como “portentosa” y el público de todo el mundo, la aclamó. En cuanto a La Nave de las almas, todavía es una incógnita en su estructura general, para los lectores, porque no ha sido publicada y solamente sabemos lo que nos dijo su autor: Es una novela sobre la vida, sobre lo maravillosa que es. Cuenta la proeza de la formación social de Venezuela y su salto a la modernidad a partir de la interacción de sus personajes. Es realmente una visión panorámica y extensa de los venezolanos, donde se narra la historia de las diferentes migraciones de Europa (de Italia, Portugal y de España) después de la Segunda Guerra Mundial y cómo Venezuela fue desarrollándose con toda esta gente y cómo logra crecer como sociedad. Sé que los autores se equivocan en relación con sus obras preferidas, conmigo tal vez sea un verso de la totalidad de un poema. Alguna línea donde se esconde se esconde una novela.
Al profesor Stalin, a veces, lo hemos percibido como si fuera sacado de una novela de ficción. Es todo un personaje. Su mente inquieta siempre está creando nuevos relatos. Sus protagonistas son tan auténticos que el lector, no puede dejar de llorar cuando algo malo, triste o cruel, les pasa. O reírse a carcajadas en otro episodio lleno de jocosidad. Se hacen querer o se hacen odiar, pero mueven sentimientos. No es posible aburrirse leyendo a Stalin Gamarra y… se aprende tanto de la vida y sus misterios.
Stalin es leal con sus amigos, los quiere y se los demuestra con hechos. Ya no se amarga la vida con nimiedades. Le gusta la soledad, el silencio compartido con sus libros, su lectura, su escritura. Aunque también disfruta de la compañía de quienes, antes de la pandemia causada por el coronavirus, acudían a su casa donde hay un lugar dispuesto, con pizarrón y un mesón grande, para filosofar y dialogar sobre los grandes temas y misterios de la vida. “El aprendizaje es la exaltación del alma”, piensa Stalin Gamarra.
Tratar de plasmar una vida fecunda, interesante y premiada en el poco espacio de los medios en la actualidad, no es tarea fácil. Por esa razón, en Comunicación Continua, hemos decidido dividir la entrevista con el profesor Stalin en dos entregas. Quedarán, estamos seguros de eso, muchas preguntas por hacer y otras tantas respuestas de las cuales disfrutar, pero nos satisface hacerle honor al que lo merece, y además tenemos la dicha de que él está aquí, entre los merideños: leyendo, escribiendo, sonriéndole a los días porque aun cuando ha pasado momentos muy amargos, como todos los venezolanos, él nos dice”: “El luminoso presente de la vida”
Arinda Engelke- Comunicación Continua
Stalin Gamarra Durán: Todo en la existencia merece un cuento. Parte II