¡Elecciones Universitarias Ya!

Gerard Paez

Por: Gerard Páez Monzón…

Ya no hay piso político en las Universidades Venezolanas. La tierra universitaria de las autoridades está saturada, peor aún, está sulfurada. El único abono que le devolvería la vitalidad a esa tierra es el llamado y realización de las elecciones universitarias. El tiempo apremia, es urgente, nos encontramos en zona roja. Puede no estarse de acuerdo con los reglamentos electorales universitarios vigentes, pero son justamente ellos los que les ofrecen solidez de autoridad a las personas elegidas, ante la comunidad. El período para el que fue electa alguna autoridad universitaria caducó hace más de dos años, y aún se encuentran en sus cargos por una orden central del régimen actual, transformando de esa manera, al aura de autoridad universitaria en un reloj de arena.

Parte de la capacidad de liderazgo en una autoridad está ofrecida por las personas que conforman la sociedad donde actúa el líder, por el apoyo brindado por quienes lo escogieron. El camino político que lo llevó a ocupar la responsabilidad de dirección ofrece fuerza de liderazgo. Pero la esencia del liderazgo es agotable, bien sea por el tiempo transcurrido, por su incapacidad, o por los cambios del entorno. La pérdida del peso de líder genera malestar e inseguridad en la comunidad. El vencimiento político del período genera inestabilidad social.

La Universidad de Los Andes, como todas las universidades autónomas del país, se está destiñendo internamente, su color azul, por la pérdida de representación de sus autoridades ante la comunidad universitaria, creando un ambiente sin liderazgo. Solo el llamado a elecciones podrá refrescar y así recuperar la vitalidad de la confianza que brota de la validez de la autoridad.

Las autoridades universitarias, entonces, se encuentran con el liderazgo agotado, las Facultades están a la deriva como cualquier barco fantasma sin tripulación por el sobregiro de las responsabilidades de sus decanos, sin peso absoluto en autoridad.

Una universidad nunca debe ser reflejo de su país, debe ser lo contrario, reflejar su propia luz. Una universidad no es una luna, es una estrella. Debe reflejar hacia la sociedad su accionar académico, irradiando sabidurías, conocimientos, soluciones de valor, y siempre intentando predecir el futuro. Un espectrógrafo serviría para evaluar la calidad de cada universidad.

La intoxicación del oxígeno universitario es tan fuerte que se duplican actos que sólo deben sucederse en la sociedad abierta. La renuncia por derecho propio de un Decano en el contexto de elegido, y en el contexto actual impuesto por orden central, son hechos que producen efectos colaterales diferentes y opuestos. En uno se decide por vocación, en el otro por obligación, respectivamente. En uno se anuncia la renuncia sin prejuicios, con su tiempo ponderado; en el otro, se usa la sorpresa en la renuncia. En uno se propone un sucesor, en el otro no; mucho menos imponer a un príncipe. En uno se respeta a la comunidad, en el otro se irrespeta a la misma comunidad que en su momento lo eligió. En uno, la Institución está por encima de lo personal, en el otro, la persona pisotea a la Institución.

Esta situación actual de fragilidad política de las autoridades y de la Universidad, es vivir un feudalismo de reyes y príncipes, no de pares universitarios. Se convierte la universidad en una sociedad de amigos y cómplices, produciendo el mismo resultado que cuando las autoridades llegan a los cargos sin sabiduría.

Encontrarnos en el contexto universitario contaminado por la falta de representación, debido al vencimiento del período para el que se fue elegido válidamente por su comunidad universitaria, genera una pérdida de energía, capacidad, y respeto en el liderazgo, vital para el impulso de proyectos e ideas, pero especialmente en la concentración del recurso humano en general.

Todo esto se está viviendo en nuestras universidades, y la honorable Universidad de Los Andes la sufre con llagas y epidemia.

¿Qué hacer ante esta situación manejada a la fuerza por el régimen sobre las Universidades Autónomas del país? Una opción de respeto es salir a la calle a exigir nuestra autonomía en nuestros quehaceres universitarios ante el Tribunal Supremo de Justicia para que se realice el llamado y ejecución de elecciones universitarias ¡ya!. En paralelo, una opción responsable que se podría hacer, y casi para combatir la mediocridad de lo que vivimos como país, sería que las autoridades actuales convoquen a individuos frescos con ideas y deseos de trabajar por sus facultades o su universidad. Para esto se requiere ser individuos netamente académicos, no políticos.