Razones y pasiones: Incertidumbre

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

Las perspectivas del país para este año no son nada halagüeñas. Hasta los más desprevenidos aseguran que la precariedad aumentará por efecto de la falta de alimentos, de medicinas, de salarios compensatorios adecuados y  por la indetenible hiperinflación, causa por la cual todo se reducirá a una lucha denodada por la mera supervivencia. Pero, sin embargo, y es lo más preocupante, el Gobierno sigue empeñado el considerar que no se requiere un giro económico  ni es necesaria la  ayuda humanitaria.

Si el análisis de la situación con el apoyo sólido de los números  hace más que objetiva la anómala situación, muchos nos vemos una vez más en la necesidad de hacernos algunas preguntas, procurando con base a ellas tratar de obtener alguna respuesta. Así: ¿Se trata de un problema de incapacidad administrativa, de carencia en el Gobierno de técnicos debidamente formados? ¿Es, acaso, una situación de indiferencia enfermiza? ¿Se tratará de una cómoda e irresponsable displicencia, indolencia o desinterés? ¿O se trata de situaciones calculadas que interesa se  sucedan para consolidar con base a ellas el “nuevo hombre socialista” y una sociedad de iguales dependiente del Estado, que deberá decidir hasta la forma de orinar?

Ahora bien, si las proyecciones indican que habrá una arremetida inflacionaria que impactará con contundencia en este mes y el próximo y se acumulará por el resto del año  y sin embargo no se toman las decisiones apropiadas que los conocedores proponen, no nos queda otro camino que aceptar que le razón de todo esta ceñido a la última de las preguntas.

¿Es solo especulación de desubicados opositores? ¡No! Las cifras hablan para todos por igual. Veamos algunos ejemplos. En noviembre del 17 la familia necesitaba 7.190.158 Bs. para adquirir la comida adecuada y 13.883.365, para satisfacer además de la alimentación, las de vestido, transporte, recreación,  vivienda  y educación. Para el mismo mes, según datos asentados en la gaceta oficial, el salario mínimo estaba en 248.510 Bs. a lo cual se suma el ticket de alimentación por 549.000 Bs. Es decir, un total de 797.510, o sea el 11.09 % de lo requerido exclusivamente para adquirir la comida necesaria. La inflación acumulada en 2017 fue del 2.999%; la disminución del PIB de 5.5%; la deuda externa está en 150 millardos de dólares; los casos de paludismo se situaron en 500.000; hay  hasta en un 90% es la carencia de medicinas para tratar la diabetes, enfermedades respiratorias y diarreas.

Sobresale como consecuencia de tal situación, la consideración de que cualquier contrato colectivo es inútil, salvo que establezca la revisión salariar por lo menos cada quince días. Además,  resulta hasta ofensivo que se piense y se diga que  mediante una “negociación política” y supuestos acuerdos, todo se resolverá, cuando cada aspecto de los contemplados son obvias alteraciones  de derechos constitucionales y humanos, taxativamente establecidos.  Si las leyes no se aplican correcta y sistemáticamente por quien manda, estamos en presencia de un tirano, y quienes las obedecen sin siquiera criticar las desviaciones, son  esclavos.