Por: Giovanni Cegarra…
De la Mérida que conocimos en los años 70, 80 y un rayón de los 90, no queda ni la sombra, su identidad socio cultural histórica tradicional turística universitaria y de pertenencia, se perdió junto a sus valores, tradiciones, costumbres, creencias, símbolos, comportamiento de sus habitantes, una realidad de todos los días, a nadie le importa, ni a las autoridades regionales, el observar cada día, a la ciudad, sumida en la indolencia e indiferencia total.
Basta observar el estado en que se encuentran las calles y avenidas de Mérida, llenas de basura y por la noche a oscuras; sus Plazas y Parques abandonados a su mejor suerte pese a una que otra vez que les hacen semi mantenimiento; el caso urbano ni se diga, etc. etc. etc., una ciudad denominada de boca, turística por excelencia pero ni cultura ni pertenencia tiene ya.
A cualquiera se le hace fácil, dañar un banco en una plaza o parque, pintarrajear una Estatua o Busto o la pared de una vivienda u edificio púbico histórico, botar desperdicios a la calle, sin olvidar la anarquía que reina por parte de los buseteros, motorizados, conductores particulares que transitan a su antojo, atracos y robos a plena luz del día y así, penurias y ejemplos que reafirman a diario, que los merideños y los que no lo son, no quieren a la ciudad que les acobija como debe ser, total, dicen algunos “para eso está la Alcaldía y la Gobernación del Estado”, vaya ilógico razonamiento.
Ni cultura ni pertenencia hay en Mérida, una realidad palpable, tan cierta, como la que actualmente sucumbe al país, enrarecido por las aguas turbias de una diatriba política que ya cansa, que arrastra a un pueblo, que ha perdido sus valores, cultura, sentido de pertenencia, le da ya igual, lo que suceda, mentiras no son, las pruebas están ahí, en todos lados y punto.
