Por: Giovanni Cegarra…
Incomoda, para no usar la palabra adecuada, el escuchar y leer, día a día, en la radio, televisión, prensa regional y nacional, en la propia calle, la mil y una palabrería de quienes con actitudes de mansas palomas, vociferan sus argumentos para hacerse de una popularidad, enarbolando la bandera de una barata demagogia política.
Da grima escuchar y observar, como los que hacen y deshacen vida política en este país, sean de cualquier bando, se contradicen en sus rayados argumentos, en medio de una crisis socio económica política provocada por ellos mismos, mientras el pueblo, ese que aseguran amar, querer, luchar por sus justos derechos, sigue cargando en su lomo, las secuelas de una barata demagogia política que raya en la incredibilidad.
La intolerancia que se vive en Venezuela, duela a quien le duela, es producto de la práctica politiquera de hace 40 años, de la falta de credibilidad en la dirigencia de cualquier bando, que un día dice una cosa y más luego, de acuerdo a las circunstancias, se contradicen, reculan colocándose antifaz para esconder su falsa cara amparándose en esa demagogia que pareciera adquirieron en un baratillo y lo peor es que se ofenden cuando se les encara, como si fuesen inmaculados santos y pues nada, “al que le caiga el guante que se lo plante”.
Por culpa de esa barata demagogia política y otros factores por demás conocidos, estamos como estamos y por el camino que vamos, si no se endereza el entuerto, poniendo de su parte, sin distingos de clase y posición, opositores y gobierneros, se acrecentará mucho más la crisis, más de lo que está, ya que los politiqueros de oficio, halan para sus intereses personales grupales, vengativos, ansios de poder, a expensas de un pueblo que usado como carne de cañón, siempre lleva las de perder, por culpa de estos demagogos cuyo antifaz no cubre ya, su desparpajo político que tanto daño le ha hecho al país y punto en boca.
