Al otro lado del puente: Peso muerto

Por Anderzon Medina Roa…

Bien sea desde una perspectiva mágico-religiosa en la que hay creencias que nos llevan a tener fe en que las palabras atraen una u otra suerte y entonces decididos declaramos que las cosas han de ser de una forma, o desde una perspectiva un tanto más sistematizada según la que al hablar damos forma a la realidad que vivimos, en una suerte de amarre cultural e histórico dentro del cual concebimos, vemos, nombramos y entendemos el mundo que nos rodea de una manera y no de otra, el carácter del lenguaje y su rol en la vida humana es tan incuestionable que normalmente se da por sentado.

La lengua es un compendio de elementos formales que funcionan dentro de un sistema que utilizamos para comprender, representar, significar, comunicar el mundo según lo vemos, y que también utilizamos para persuadir a otros a ver el mundo como queremos sea visto; convencer a los otros de que nuestra visión es más adecuada, justa o necesaria para entender mejor al mundo y así poder enfocarnos en hacer un mundo mejor. La lengua es una herramienta entonces que utilizamos para representar sí, lo que vemos, pero lo que vemos lo entendemos según lo que tengamos en nuestra mente, siempre en directa conexión con la realidad que vivimos. Aquí es donde viene el truco, a menos que muestres algún grado de conexión con las realidades que pretendas representar, todo lo que digas serán formas vacías donde ese significar solo podrá ser un discurso a lo sumo falaz.

Leer esta semana que quien ocupa el puesto de canciller venezolano acusa a ACNUR  de “prestarse para la campaña mediática contra Venezuela” da qué pensar respecto a esto que les vengo diciendo de discurso, representación de realidades y discursos falaces. Ciertamente la cohesión del discurso del gobierno socialista es algo a reconocer, pues tienen casi rigor castrense para no salir del catecismo. Así, el canciller en funciones mantiene la línea del locus de control externo en el que siempre es alguien más el culpable de lo que ocurre en el país, que todo es un montaje para sabotear la tarea del socialismo del siglo XXI, cuyas obras pueden verse y palparse, en el discurso oficial y oficialista. Ataques que apuntan a la lástima y humanidad con montajes como los que en 2018 el presidente de la ANC relataba se daban con migrantes venezolanos caminando a orillas de las carreteras colombianas. Ataques que no buscan sino opacar la labor filantrópica del gobierno en funciones, como lo mostraban al mundo ya desde 2015, cuando alegaban que la migración de colombianos a Venezuela en busca de las bondades del chavismo se había multiplicado.

Visto este titular en perspectiva, parece que se preparaban para lo que ocurre hoy, pues la cifra de venezolanos desplazados a Colombia en los últimos 5 años, supera la citada por el mandatario de colombianos en Venezuela durante 9 años (2006 y 2015). Más aún, la cifra de desplazados por motivos de la violencia y escasez producto del mal manejo de los fondos públicos y políticas sociales y económicas claramente ineficaces muestra que somos ya más de cuatro millones de venezolanos los que no estamos en el país, una cifra que parece seguirá creciendo.

Entonces vuelvo y los leo, escucho las declaraciones que dan y en un esfuerzo investigativo (soy analista del discurso), les reconozco la constancia y rigor en lo que dicen, pero frente a los hechos que el mundo reconoce, frente a la realidad de más de cuatro millones de nosotros buscando hacer vida fuera del país, frente a la constante presencia de venezolanos como vendedores ambulantes o mendigos en los transportes masivos de las grandes ciudades sudamericanas, no consigo nada que muestre que aquello que dicen tenga conexión alguna con la realidad de la mayoría de esos cuatro millones y los más de los 25 millones y tantos que aún están en el país.

Los jerarcas y cuadros medios y bajos del sistema del gobierno en funciones viven en un país en el que las penurias de la cotidianidad del ciudadano de a pie parecen serles ajenas. Y cuando las mencionan las utilizan como escudo para justificar su existencia y persistencia en funciones de gobierno. Sin embargo, no siempre todo puede achacarse a una conspiración global para hacer que fracase el proyecto del chavismo. Ha fracasado por razones que expertos han explicado y seguirán explicando por muchos años. Pero su discurso falaz da cuenta de una añeja desconexión con el ciudadano común y su posibilidad de vivir la vida como mejor le parezca. Se han convertido en peso muerto, han perdido cualquier tipo de eficiencia que en algún momento pudieron soñar tener y, sin embargo, la desarticulación del sistema país ha sido tal que siguen allí, ejerciendo peso y presión para que el flujo de desplazados siga constante y el plan de regreso de millones siga en pausa.

Dr. Anderzon Medina Roa

Prof. ASOCIADO de la Universidad de Los Andes

@medina_anderzon