Caminando sobre la incertidumbre

Por: Rosalba Castillo…

Desde los tiempos de la Prehistoria el hombre sintió la necesidad de tener el control de su entorno para sobrevivir, quedando demostrado inicialmente en las paredes de las cuevas de Altamira, para luego ampliar un alcance geográfico global. Tener la certeza de que sucedería en el exterior, comenzó siendo esa inquietud que lo llevaría a tener expresiones artísticas, que abarcaban las facetas de su vida como la caza, guerra, las ceremonias, incluso, la diversión.

La certidumbre se asocia con la seguridad, generando tranquilidad o al contrario la incertidumbre genera inquietud y ansiedad. La confianza absoluta de estar a salvo en diferentes esferas de la vida nos genera bienestar. Estamos en tiempos de una gran incertidumbre. Tal vez la más grande de nuestra historia Todos nuestros escenarios se han visto invadidas por esta pandemia. Inicialmente todos los seres del planeta fuimos impactados por una gran obscuridad en nuestras vidas que nos llevó a casa sin previo aviso. Los seres humanos somos resilientes y con esa capacidad nos hemos transformado haciendo uso de nuestras herramientas y de experiencias pasadas, que nunca son iguales a las de los demás.

Cuando llegamos a momentos difíciles, esas diferencias vuelven muy videntes. La plasticidad de nuestro cerebro hace que tengamos la posibilidad de adaptarnos a los cambios de manera satisfactoria y logremos generar actitudes donde podamos pensar mejor. La ausencia de certeza termina siendo un gran obsequio, cuando sepamos utilizar sus beneficios. Siempre ha estado presente en nuestras vidas solo que en este momento ha sigo global. Tenemos muchas incógnitas y siempre serán más. Pareciera que no podemos escapar a ella. El pánico fue colectivo inicialmente, pero con los días pudimos construir procesos internos donde   muy sigilosamente logramos asomarnos al mundo nuevamente a pesar de los miedos y de las consecuencias que nos dejó este impacto al sabernos vulnerables.

El poder llevar el control no solo inquieto a los seres prehistóricos, en la actualidad el hombre quiere el manejo del mundo. Solo que en este instante descubrió que hay aspectos relevantes a los cuales le resulta complicado acceder, aunque sigue intentándolo. El viaje al interior que estamos realizando desde esta pandemia nos ha mostrado que tenemos mucho por resolver. Nos enseño que el camino está equivocado. Esta sensación de incertidumbre nos reta a reflexionar y tener nuevos y mejores pensamientos, sin sentirnos débiles.

Cada nueva experiencia trae consigo nuevos aprendizajes. En ocasiones no estamos preparados para asumirlos, ni siquiera para darnos cuenta de lo necesarios que terminan siendo. Cada conflicto se convierte en una gran lección de vida, siempre y cuando estemos dispuestos a enfrentarla. No se trata de procesos marcados por esa inmediatez por la  que nos lleva la tecnología. Son procesos de reflexión que solo nos ofrece el estado de incertidumbre. Sin embargo, nos sentimos incomodos. El ir al fondo nos hace crecer como personas, como pueblos y como humanidad. Básicamente nos lleva al pensamiento lento al que se refería Daniel Kahneman, economista y psicólogo del Nobel de Economía 2002.

Nuestro rápido andar nos lleva a un estado automático donde nos perdemos del aquí y el ahora, cargándonos de estrés y de ansiedad. Solo cuando entramos en fases de incertidumbre hacemos un alto de manera racional a sabiendas de que algo no funcionada adecuadamente. Nuestro cuerpo es el mejor indicador del colapso que atravesamos. Cuando no podemos tener el control, porque no poseemos las herramientas que brinda el conocimiento, las situaciones se nos escapan de las manos. Vivimos situaciones críticas a nivel personal como ciudadanos y habitantes del planeta.  La salud entro en crisis, la educación se desvinculo del momento real, la economía se cae a pedazos, el hombre entro en depresión, el planeta hizo un alto por una pandemia.

Nos llego la hora de ser tolerantes, menos rígidos con nosotros y con los demás. De aprovechar esos días inciertos para soportar nuestra incertidumbre. No hay muchas respuestas. Somos seres y sociedades complejas. Acerquémonos a lo desconocido, desde probar un sabor diferente de helado, leer sobre un tema que desconocemos y no nos interesa, conversar con alguien que no nos simpatiza, hacer un trabajo incomodo. Permite que otro resuelva tu problema de manera diferente.  Demos otra mirada a la vida. Soltemos el control y la certidumbre. Esa incertidumbre nos ayudara a la toma inteligente de decisiones. Asumamos esas cosas difíciles, sean del corazón o de la razón

rosaltillo@yahoo.com

27 11 2022