Crónica de un sábado decembrino sin electricidad

Hoy me desperté como a las 6 de la mañana, y estaba muy motivada a enfrentar con ánimo un día dedicada a los oficios del hogar: poner la lavadora, planchar, hacer una torta de auyamas que es la única que puedo preparar sin mantequilla, escuchar música navideña, especialmente villancicos venezolanos, limpiar bien el piso y hasta pasar la pulidora, aprovechando que me queda un poquito de cera , de lo tiempos en que esos , ahora lujos, eran de lo más normal .Dicen los entendidos que entre más ordenada y aseada esté una casa, cuando se acerca el fin de año, pues, será mejor para la prosperidad. Entonces, ¿por qué no poner en práctica estos sabios consejos?

Los venezolanos hemos ido desarrollando el arte de tener fe, sin saber en qué tener fe y por eso yo, imaginaba, con ingenuidad que todo transcurriría según lo concebido, pero, Corpoelec, tenía otro plan, se trataba de quitar, en la zona donde vivo,  la electricidad a una hora tan desapacible como las 9:30 de la mañana.

Ya el día anterior habíamos sufrido varios apagones, sin avisos ni posibilidades de protesta;aguantamos, incluso, uno por la tarde que duró hasta bien entrada la noche, tanto es así que nos fuimos a dormir a las 8, acompañados de nuestra lamparitas para leer. En la madrugada llegó la luz, y renacieron las esperanzas en nuestros corazones resignados a este suplicio en el cual no tenemos arte ni parte y en el que dependemos absolutamente de la acción violenta de los “cortes no programados” que nos quieran hacer, desde qué se yo, cuál dispositivo infernal, manejado por quién sabe quién, que a su antojo dice:” aquí habrá luz, aquí no”. No importa si es festivo, si es Navidad, Semana Santa o Carnaval, lo único que importa es castigar a nuestros Estados Andinos y al Zulia sin misericordia, porque eso sí, a la gran Caracas y a otras regiones privilegiadas, nada les puede faltar.

Con cierto disgusto por el inconveniente, decidí hacer un cambio en mí cronograma. “Bueno, me dedicaré al jardín, y al patio. Este apagón no debe ser tan largo, y en cuanto llegué la electricidad, haré todo lo demás.

¡No, qué va!, la electricidad llegó a las 4:30 pm. Con mucho susto prendí mi computadora para escribir esta crónica de la indignación. Susto porque no sé en qué momento nos la vuelvan a quitar y mi pobre y fiel maquinita padecerá una vez más.  Indignación porque no hay razonamiento que pueda explicar cómo es posible que toda unapoblación esté sometida a esta falta total y completa de respeto, de abusos, y hasta si queremos ir más lejos, de maldad.

Aquellas explicaciones de los iguanodontes estilo Jurasic Park, o los ataques cibernéticos parecidos a la guerra de las galaxias, ya no se las cree ni un infante. El drama de la destrucción del Sistema Eléctrico Nacional, es una realidad tan palpable que la sentimos todos los días, horas y minutos  los ciudadanos de esta nación otrora iluminada.

En cualquier país normal, sus ciudadanos pueden, vivir su vida en sociedad  sin mayores tropiezos. Pueden llevar una agenda, pueden quedar con alguien para tomarse un café y conversar un rato, sin temor a que se les vaya la luz. Hacer un paseo en moto hacia el páramo cubierto de frailejones y de frío. En estos días navideños ni siquiera hemos podido encender las luces del arbolito o del pesebre porque no sabemos cuándo todo se apagará. Es una tragedia, es una vulneración flagrante de nuestros derechos.

Sin embargo, hay gente por allí a la que todo le da igual. Si hay miche, o alguna parranda callejera, no  importa si a las afueras reina la oscuridad, basta con que haya un carro con un buen equipo de sonido y con el volumen más alto, arremeten contra los oídos y la paz de los que no están involucrados en su bochinche.

Al observar la indolencia, la pasividad, el acostumbramiento a perder la salud, la tranquilidad y hasta la vida mentidos en colas para cargar combustible, situación  que convierte a las ciudades en un gran estacionamiento, cabe la pregunta ¿será cierto que todo pueblo tiene el gobierno que se merece? según apunta la  famosa frase de Joseph de Maistre. A estas alturas la pregunta quedará sin respuesta, pero lo que sí es cierto y como dice una amiga que es como un ángel de bondad.” Todos los días en mis oraciones envío luz para nuestro país, y pido porque haya una verdeara democracia, concordia y que vuelva el honor y la dignidad.

Eso anhelamos todos los hombres y mujeres de buena voluntad, mientras eso sucede, seguiremos sometidos a los constantes apagones, a las penumbras y a poner nuestra existencia en pausa, no sabemos si larga o corta, mientras regresa la electricidad.

Arinda Engelke.