Cruzando el puentecito colgante

Este sábado, amaneció radiante, con un sol amarillito y un cielo bien despejado que invitaba a no quedarse en casa. Salir a caminar, recorrer tantos senderos como la energía dictara. Despejarse por un momento de las malas noticias que se ciernen sobre el país: La subida espantosa del dólar. El alza de productos como la Harina Pan, el pan de los venezolanos, que pasó por arte de las malas mañas de costar 55 mil bolívares en la mañana a  80 mil bolívares por la tarde. La amenaza de una guerra con las consecuencias que eso podría traer, en fin, son demasiadas circunstancias nefastas, pero no nos podemos dejar vencer, sencillamente porque nos toca estar aquí y enfrentarlas con las herramientas que tengamos a mano: amigos, lecturas, paseos al aire libre, las tonadas acompañadas de un cuatro, cuando se va la electricidad. Usar la palabra de moda: reinventarse, aunque a veces no sepamos muy bien cómo hacerlo, cuando sentimos que todas las puertas se cierran y la luz no llega, literalmente.

La naturaleza no sabe de esos problemas. Ella es dueña y señora de sus actos. Los árboles crecen, las flores muestran sus colores, los ríos siguen su curso vigoroso.La tierra hace crecer las semillas que se plantaron. Bendito el que tienen aunque sea un pedacito de terreno para sembrar, porque el maíz crecerá y los granos de sus mazorcas servirán para preparar la masa de las arepas, piladas, como antes hacían los campesinos. El que sembró caraotas, podrá cocinarlas y dar de comer a su familia, sin tener que pagarle a cualquier usurero, precios en dólares por un kilo de “negritas”. Sin embargo, hay que reconocer que los agricultores a gran escala, también padecen un calvario para poder cultivar.

El puentecito.

Hay un puentecito de metal y hierro  que desde hace mucho tiempoune a El Arenal con Los Llanitos de Tabay. Cuando uno se monta para atravesarlo, tiembla mucho,porque como es colgante; se mueve al compás de cada paso que damos, y más, si otras personas transitan por él. Abajo, el río Chama, luce impetuoso y ruge entre las rocas en su recorrido desde los páramos hasta desembocar, más allá… en el Lago de Maracaibo.

Al terminar de cruzar el puentecito, allí mismito, está una famosa estación de gasolina de Los Llanitos, muy conocida y visitada porque está en plena carretera y en otros tiempo mejores, sin duda, abastecía con eficiencia a propios y turistas. Hoy está cerrada. “Ayer-comenta un señor-se formó una cola bestial, pasaron dos gandolas, pero de largo. Dicen que están surtiendo en Tabay, pero que hay tanto carros como larga es la Trasandina”.

Delante de nosotros se estaciona una camioneta, a todas luces son turistas, personas que se arriesgaron a venir a Mérida quién sabe por cuáles motivos. El chófer saluda. Tiene cara de angustia. En el techo, bien amarradas lleva varias pimpinas. Nos pregunta ¿dónde estarán surtiendo gasolina? La respuesta del grupo:” Dele hasta donde pueda, dicen que más arriba están echando, pero la cosa está fea”.

El dueño de la frutería comenta preocupado: Mire usted, aquí tengo unos bultos de harina que compré y tengo que pagarlos en dólares, de verdad no sé cómo hacer. Todo está cada vez peor y nadie hace nada por arreglar el entuerto en el que se ha convertido Venezuela.

Calles vacías negocios cerrados, caras consternadas, preocupadas. Comentarios en contra del gobierno y también de la oposición. “Aquí no hay a quién creerle. Solamente Dios en su infinita misericordia puede salvarnos – indica una señora-  que busca una panela para endulzar el café”.

Aunque parezca extraño, se ven pasar a los “moteros” que con sus atractivas  y atronadoras máquinas, luciendo atuendos de cuero y toda una serie de adminículos, que lo que dan es risa, vienen a cumplir con su cita anual. Y nos preguntamos ¿en cuál dimensión de este país viven?

Al regresar hay que volver a brincar por el puentecito, el camino de regreso se me hace más cansón, porque el sol está muy bravo y el calor aprieta. Me encuentro con una amiga que trabaja con turismo. Nos damos un abrazo. Sus piscinas están llenas de agua, pero vacías de temporaditas.” No llegó nadie a la posada y tampoco a disfrutar el día..Pero no podemos dejarnos someter por el pesimismo, la palabra dice que “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino a tomar.” Proverbios 3:5-6 (NTV). Solamente nos resta decir “AMÉN” y continuar el camino,sin saber con certitud, a dónde nos llevará.

Arinda Engelke.