Por: German Rodríguez Bustamante…
La negociación es una versión entendida y formal de la resolución de conflictos empleada con mayor frecuencia cuando existen situaciones que deben ser acordadas. El objetivo de la negociación es la construcción de un entorno compartido que lleva a la confianza a largo plazo y en la mayoría de los casos actúa un tercero neutral, que intenta eliminar las emociones de los actores involucrados. El diálogo planteado entre la oposición liderada por Guaído y el régimen encabezado por Maduro, a realizarse en México, pareciera una aproximación de actores con posiciones opuestas, que no tienen la intención de escucharse, ni tampoco estar dispuestos a analizar los planteamientos de cada uno. El régimen demanda el reconocimiento de las instituciones afines, la suspensión de las sanciones económicas extranjeras contra su poder ejecutivo, y la liberación de recursos retenidos fuera del país. La oposición exige una elección presidencial anticipada con garantías electorales. Ambas posiciones de entrada son imposibles de poder concretar.
Maduro el usurpador y Guaído el interino tendrán que realizar concesiones para que el diálogo pueda producir resultados concretos, que mejoren las condiciones de vida de los venezolanos. El Reino de Noruega ha sido clave para los acuerdos previos. Delegados de ese gobierno han visitado Venezuela desde enero de este año para reunirse con ambas partes políticas a fin de acercar posturas en cuanto a las fechas, plazos, sede y agendas de las negociaciones. Tras los fallidos diálogos de Barbados, en 2019, y República Dominicana, en 2018, la mesa se instaló en el Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México, con la mediación de Noruega y el auspicio del gobierno mexicano. En el memorando de entendimiento firmado, ambas delegaciones mostraron su disposición a acordar las condiciones necesarias para que se lleven a cabo los procesos electorales consagrados en la Constitución con todas las garantías y entendiendo la necesidad de que sean levantadas las sanciones internacionales.
Las delegaciones se volverán a ver el 30 de agosto para discutir una agenda de siete puntos: derechos políticos para todos; garantías electorales para todos y cronograma electoral para elecciones observables; levantamiento de sanciones y restauración de derecho a activos; respeto al Estado Constitucional de Derecho; convivencia política y social, renuncia a la violencia y reparación de las víctimas de la violencia; protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano; garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado. La agenda y las reglas del juego de las conversaciones era el primer paso y, de momento, el camino para empezar a explorar una salida ha quedado despejado. Queda lo más complejo, lo que durante años de posiciones irreconciliables y tensiones ha llevado al fracaso del intento de diálogo promovido por el Vaticano en 2.016 primero y de los acercamientos de República Dominica y Barbados.
Mientras esto avanza, la crisis humanitaria en Venezuela no ha hecho más que empeorar, al igual que el desánimo más profundo ha ido penetrando los ánimos de millones de venezolanos. Esta negociación comienza con expectativas, pero también con muchos recelos. El régimen se percibe como actor de mala fe, por su comportamiento en el pasado, siempre ha utilizado el diálogo político como estrategia para mejorar su imagen internacional y nacional sin asumir ninguna concesión. El principio que rige la mesa es que nada está acordado hasta que todo lo esté. Sin embargo, las partes podrán celebrar acuerdos parciales si consideran que el o los temas sobre los que versen ha sido suficientemente discutidos y si su implementación es urgente, necesaria o, al menos, verificable antes del término de la negociación.
la crisis en Venezuela solo puede ser resuelta por los propios actores políticos venezolanos. La comunidad internacional apoyará el proceso, así como se espera que lo haga la sociedad venezolana. La crisis es una realidad inocultable, la emergencia ha producido una migración sin precedentes en la región, con más de cinco millones de personas que se fueron en busca oportunidades. La difícil situación económica por la que atraviesa el país hace que el tema de las sanciones sobre funcionarios y empresas venezolanas sea una de las prioridades para el régimen, sin embargo, no todo el desastre es consecuencia de las mismas, por lo tanto, en la mesa debe estar la discusión del modelo económico también. Por su parte, la oposición llega al diálogo con el objetivo de alcanzar un acuerdo de salvación nacional que permita superar la grave crisis que vive el país. Exigiendo en la negociación garantías electorales para todos y un cronograma electoral para elecciones observables.
La población venezolana, que en parte mira con incertidumbre este diálogo tras los fracasos de cumbres anteriores, es la que continúa sufriendo la peor crisis de su historia reciente. A los largos años de recesión, hiperinflación y pérdida de poder adquisitivo que contribuyeron a que millones de personas abandonaran Venezuela, desde el año pasado se sumó el impacto de la pandemia de covid-19 que acentuó aún más las dificultades. La ayuda humanitaria será por lo tanto una de las claves de este diálogo.
La comunidad internacional jugará en este intento un papel fundamental, le será muy difícil al régimen zafarse de la negociación sin concesiones importantes. Noruega, que ya participó en el fallido diálogo de Barbados y en otros procesos de resolución de conflictos internacionales como el celebrado en La Habana entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, vuelve a actuar como mediador en este nuevo diálogo, que cuenta con el visto bueno de EE.UU. La espada de Damocles de la CPI, pende sobre la cabeza de Maduro y altos funcionarios del régimen, por cometer delitos de Lesa Humanidad. Es un ingrediente que se encuentra fuera del dialogo, pero que puede agregar para lograr un acuerdo favorable, en una Nación que languidece lentamente.
@germanrodri
16-08-2021
@germanoveja
