El anclaje convertido en lastre

Por: German Rodríguez Bustamante…

El presidente Maduro en el marco del supuesto plan de recuperación económica, adicional a la reconversión monetaria demorada, anuncia el “anclaje económico” a la criptomoneda “petro”, para mantener el valor de la moneda y controlar el sistema cambiario. El plan se soporta en la teoría económica recién parida en revolución de: “cero mata cero”. El anclaje monetario diseñado consiste en atar el valor de un bien o servicio, en este caso el salario, los precios y la moneda, a otro bien de referencia (el petro) que tenga mayor estabilidad que los anteriores. Si este bien de referencia aumenta de valor, los bienes o servicios aumentarán, si el bien de referencia pierde valor, los bienes y servicios disminuirán. Mas allá del precio arbitrario asignado por el gobierno al petro, en función del precio del barril de petróleo: no tiene valor. Este no tendrá impacto alguno mientras no circule en la economía. Es como decir que un trabajador le coloca a su fuerza de trabajo o su capacidad intelectualun valor de 1.000 dólares por día, mientras no exista una persona dispuesta a pagar ese monto, solo será una referencia. Si no hay compradores dispuestos a aceptar el petro como forma de pago o si no hay inversionistas dispuestos a pagar cierta cantidad de dólares por un petro, su valor será una mera referencia.

La Dictadura intenta por vía obligada y forzada utilizar el petro como patrón para asignar precios y beneficios laborales, con el objetivo de detener la hiperinflación que padecemos. El esquema tiene algunos inconvenientes en su aplicación, mientras la tentación de financiar la demagogia con expansiones monetarias, los precios seguirán creciendo. Por otro lado, la colocación de distintos precios a un mismo producto, dependiendo si se paga en efectivo o por transferencia continuará, puesto que el contrabando de billetes permanecerá intacto, pudiendo incluso aumentar, si tomamos en cuenta que a la fecha sólo el 0,9% del total de masa monetaria son billetes. La política de control de precios desarrollada por el régimen, no ha dado resultados. La confiscación, nacionalización y la toma forzada de entidades económicas, no resolverán los problemas. El miedo impuesto por la detención ilegal de gerentes y representantes empresariales, son un desestimulo a la actividad, que de por sí tiene riesgos, ahora deben asumir nuevos peligros. La política de precios obliga a efectuar rigurosos procesos de diagnóstico y planificación, identificando de manera detallada el mercado, su metabolismo, así como los distintos y enredados circuitos, para que de esta forma no se afecten a los dos agentes más débiles de dicho circuito: productor y consumidor. La Dictadura no hace nada de eso, simplemente impone precios sin acuerdos y pretende obligar a los empresarios a vender, independientemente de los efectos de la reposición de los inventarios.

El anclaje de los salarios luce como acertado teniendo en cuenta el deterioro experimentado en el poder de compra de los sueldos, sin embargo, los consensos son fundamentales. El salario mínimo colocado sin la participación de los trabajadores organizados y los empresarios, puede ser una carga difícil de asumir por la estructura productiva tanto publica como privada. Los tres meses asumidos por el gobierno no serán suficientes, para que el sector empleador pueda recuperar financieramente los fondos requeridos para mantener el circuito económico funcionando. A cuenta gotas el “matemático loco” realiza aclaratorias en cálculos y conjuros que confunden mucho, todavía quedan sectores fuera del subsidio, afectados por el incremento del salario. Las unidades agropecuarias no están incluidas y algunas figuras civiles tampoco, lo que indudablemente tendrá consecuencias en la tasa de empleo. El problema no se limita al pago del salario mensual, los efectos sobre las prestaciones sociales conducirán a despidos masivos o retiros acordados antes del 01 de septiembre. El propio Maduro reconoce la utilización de la expansión monetaria como política para contener la hiperinflación, los crecimientos experimentados en la liquidez monetaria semanalmente esta en promedio del 15 %, en las últimas seis. En lo que va del mes de agosto el crecimiento ha sido del 30 %, esto indica que las declaraciones del presidente son pura retórica y el financiamiento inorgánico se mantendrá.

En resumen,todo plan de recuperación debería tener tres elementos fundamentales: primero el propio plan elaborado de forma armónica, discutido y acordado; segundo la gobernabilidad para poder llevar el plan teniendo en cuenta los sacrificios y esfuerzos; y tercero el plan de ejecución del plan. La gobernabilidad no puede imponerse a la fuerza con la siembra del miedo a los actores económicos y la población en general, es necesario crear la confianza suficiente parta que todos podamos remar en la misma dirección, teniendo claro un rumbo compartido. La fuerza y la rudeza no garantiza disposición, es triste observar el éxodo forzado de venezolanos dispuestos a aguantar condiciones inhumanas, en algunos casos para evitar el genocidio impuesto por esta comiquita de revolución. El plan aparece como un conjunto de acciones desconectadas, posibles en un mundo mágico y en un universo paralelo inexistente. Y para rematar no existe un plan de ejecución o implementación, todos los días sale un nuevo vocero para confundir aún más, ante las dudas e inconvenientes por la instrumentación de las acciones expresadas en el plan. En conclusión, el anclaje no logrará sujetar la caída e impulsar la recuperación, por el contrario, es una nueva estrategia para la destrucción programada de una nación con un lastre pesado; mientras una clase privilegiada dispone de paraguas protectores para eludir las inclemencias impuestas. 

gguillermorb@yahoo.com

@germanrodri

@germanoveja