El Big Ben Deportivo: La “mesita” se “hizo la Willie Mays”, sin querer queriendo

Por: Andrés E. Mora M…

Hace once días, el martes 2 de junio, se cumplieron diez años de una de las equivocaciones arbitrales más recordadas en la historia del beisbol. Ese día el Comerica Park, «home» de los Tigres de Detroit, quedó enmudecido cuando lo que fue un «out» evidente para los 17.738 asistentes, para jugadores y cuerpo técnico de ambas novenas, para el personal de las transmisión de radio y televisión, para los fanáticos que seguían las incidencias del encuentro Cleveland-Detroit por la «pantalla chica» e, inclusive, para los vendedores de golosinas y «suvenires», no lo fue, empero, para el único individuo en todo ese escenario que tenía la autoridad de tomar una decisión al respecto, el «umpire» de primera base.

El enfático «safe» decretado por Jim Joyce, quien sin atisbo de duda sacudió sus brazos enérgicamente para señalar el «quieto», permitió que se envasara Jason Donald por «infield hit». Esa apreciación – errada a todas luces, como lo reconocería el mismo Joyce después de ver la repetición – le puso fin a una seguidilla de 26 bateadores retirados en forma consecutiva, dando al traste con lo que hubiese sido el vigésimo primer «juego perfecto» en los 130 años de la MLB y primero en ser lanzado por un venezolano.     

Esa noche, el criollo Armando Galarraga estuvo «intraficable» y los 80 «pitcheos» – de ellos 62 «strikes» – en su labor de 8 «innings dos tercios» habla de su dominio ante la toletería indígena, cuando Donald fue al «cajón de bateo». Y la dominación continuó, sólo que en cuenta de 1-1, sucedería la jugada que generaría la polémica decisión. El bateador conecta un «roletazo» entre primera y segunda que «fildea», moviéndose un par de pasos hacia su derecha, el inicialista Miguel Cabrera lanzando de inmediato a la inicial que cubría Galarraga, quien con el batazo había bajado del montículo para hacer la asistencia, recibiendo la pelota con la mano izquierda mientras su pie derecho se posaba sobre la almohadilla fracciones de segundos antes que arribara a ella el corredor. Armando apretó la pelota con su guante y se aprestaba a celebrar, cuando el grito de «safe» le negó la posibilidad de entrar al reducidísimo grupo de «serpentineros» con un «juego perfecto» en su haber. Al final, la victoria 3-0 sobre los Indios quedaría registrada como una «blanqueada» de un hit.

“Ha sido la decisión más importante de mi carrera”, habría dicho un contrariado Joyce. “Le acabo de quitar un juego perfecto a ese chico. Pensé que el corredor había llegado antes que el tiro. Estaba convencido de que llegó antes, hasta que vi la repetición”, reconocería su error el experimentado árbitro, demostrando su profesionalismo y honestidad. De hecho, el para entonces gerente general de los Tigres, Dave Dombrowski, revelaría que Joyce le pidió hablar con Galarraga a quien, una vez teniéndolo enfrente, le pediría disculpas por su yerro “Epa, déjame decir que lo siento”, comentó el «pitcher» que le dijo el apenado hombre.

Ahora bien, trayendo al contexto político venezolano las declaraciones del atormentado «umpire», no sabríamos decirles si la decisión más importante en la carrera política de Felipe Mujica, secretario general del MAS, y del resto de los integrantes de la «mesita», haya sido la de solicitar por ante la Sala Constitucional del TSJ la “declaración de omisión legislativa” por el tema de la designación de los nuevos rectores del CNE. No obstante, somos uno de los tantos en coincidir que la del pasado 5 de junio ha sido la más sumisa y servil decisión tomada por ellos – de manera pública y notoria, al menos – para favorecer al régimen usurpador. Aquello de que el escrito consignado ante la Sala Constitucional es una solicitud para que el TSJ proceda a resolver el problema del CNE porque “Venezuela tiene ya un año tratando de dirimir de qué forma se elige a un nuevo organismo electoral que garantice elecciones libres, en condiciones plurales y respetando los derechos de los venezolanos”, es un argumento vacuo, pueril e inmoral, para decir lo menos, conociendo las actuaciones de los «magistrados exprés».

Lo anterior nos recuerda una de las frases dichas por Galarraga después de su malogrado «juego perfecto»: “Acabo de ver la repetición 20 veces y no hay forma de que lo cantes quieto”. En el caso que nos ocupa, los de la «mesita» pudieran estar «realmente esperanzados» – partiendo de su supuesta buena fe – en que la Sala Constitucional, cumpliendo con el artículo 336.5 de la Constitución, ordene al Poder Legislativo a actuar, y como mucho, dar lineamientos sobre la actuación que debe llevar a cabo. Pero conociendo a esos siniestros personajes enfundados en togas negras – ¡Porque no solamente lo son aquellos dos hermanitos! – eso no va ocurrir, así como no se «cantó» el «out» aquel, a pesar de que no había forma de que lo cantaran quieto, de tal manera que los de la «mesita» esperen sentados, porque tal y como ha actuado en ocasiones anteriores, la Sala Constitucional, arrogándose un derecho inexistente, sustituirá al Poder Legislativo y procederá a designar a los rectores del CNE. Agudizando el conflicto en el país, pero maniobrando para que el usurpador haga las legislativas a su manera.

Así pues, flaco favor le ha hecho al país los de la «mesita», quienes demostrando estar lejos de la sapiencia, humildad y sentido del deber de un Jim Joyce, se hicieron los «Willie Mays» para «sin querer queriendo», solicitar tal despropósito ante el TSJ a sabiendas que “La falta de autonomía del Consejo Nacional Electoral y su clara parcialización a favor del régimen de Nicolás Maduro encuentra su primera causa, precisamente, en la violación de ese procedimiento, al haber la Sala Constitucional asumido, indebidamente, la competencia para designar a los rectores”, tal y como expresara recientemente José Ignacio Hernández, Procurador Especial de la República designado por la Asamblea Nacional

  Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo        

     aemora@gmail.com, @amoramarquez