El Big Ben Deportivo: Nicolás y su “Gomecismo” en el siglo XXI

Por: Andrés E. Mora M…

“Venezuela ha perdido la fe en sí misma”, frase que después del último sorbo de café lanza Ingenuo Sinduda en la sobremesa del desayuno que comparte con Incredulina, su compañera de vida, en la fresca mañana de este sábado primero de septiembre. La frase, por demás pertinente en las actuales circunstancias, la tomó prestada de ‘Memorias de ida y vuelta’, la autobiografía de Ramón Escovar Salom, el ya fallecido insigne jurista y político barquisimetano que fue Canciller en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, de donde salió en 1977 echado por éste, para luego, años después, ser Fiscal General de la República coincidiendo con el segundo mandato del nacido en Rubio, quien sería echado de Miraflores a raíz de las acciones emprendidas por él. “La política es como el fútbol, siempre da revancha”, pensó el para entonces joven Ingenuo Sinduda al enterarse de la defenestración de CAP en 1993 con el gol que le marcara el ilustre ‘guaro’, quien en su adolescencia temprana fuera considerado un sobresaliente futbolista. Una anotación que haría historia, como la 28va conseguida recientemente por Josef Martínez en la MLS. Nueva marca de goles para una temporada en la liga estadounidense. 

“Esa desesperanza es consecuencia del miedo inoculado a la sociedad por la crueldad desmedida de este régimen desalmado encabezado por Nicolás, cuya criminal represión es responsable de centenares de muertos y de miles de heridos, torturados y presos políticos”, expresa el profesor jubilado de la ULA. “Una interpretación de cómo el desánimo y la desmovilización son sembrados en la colectividad por el temor, la planteó Escovar Salom en su magnífica autobiografía: ‘El miedo fue el centro de un desorden general del ánimo colectivo. El miedo o gigante negro restringe y empequeñece el sentimiento de seguridad y el miedo colectivo afecta la misión de ser nacional’. Líneas escritas a propósito de las secuelas dejadas por el miedo infundido por la dictadura de Juan Vicente Gómez en aquella Venezuela. Experiencia vivida en su niñez y decantada con los años vividos”, añade el catedrático.

“Pero no sólo la primitiva política del garrote es compartida por estos dos grises personajes de la historia de nuestra república”, acota Sinduda. “El paludismo, el chagas, la tuberculosis y el sarampión, son enfermedades que comparten también. Estas dolencias que abrumaron al venezolano por la pobreza imperante en la época del ‘Benemérito’, vuelven ahora a ser una pesadilla para la ciudadanía debido a la inconcebible miseria desatada en estas tierras apenas seis años después de finalizado el boom petrolero que, por sus elevados precios y permanencia en el tiempo ha sido, por mucho, el más importante vivido en el país”, asevera el caraqueño cautivado por Mérida. “De tal manera que entre el ‘Socialismo del siglo XXI’ – especie de collage totalitario, suerte de ‘Gomecismo’ en el siglo XXI – y la corrupción, su inseparable aliado, se encargaron de hacer trisas, por ejemplo, el titánico esfuerzo del equipo encabezado por el recordado Dr. Arnaldo Gabaldón – el célebre parasitólogo, entomólogo, salubrista e investigador trujillano – que erradicó la malaria a mediados de los 1950 en una larga y memorable cruzada, que fue motivo de reconocimiento en Venezuela y el mundo”, señala el catedrático, resumiendo en pocas, pero contundentes palabras, la peor gestión gubernamental de salud en la historia republicana de Venezuela.

“El caos en el sector salud ha sido apuntalado también por la imposición de un modelo económico concebido para destruir el aparato productivo nacional. El paquetazo del 17A, otro gancho más al hígado que recibe la tambaleante iniciativa privada que sigue guapeando para no besar la lona, es un vívido ejemplo de ello”, considera la dama, cultora desde siempre del deporte y la actividad física. “Ese ensañamiento ha convertido en una dificultad epopéyica el acceso a los alimentos básicos. Esta situación, absurda e inédita en Venezuela, ha provocado graves problemas de desnutrición que – junto a la desescolarización e inseguridad, y aunado a la falta de servicios públicos básicos como el agua, la electricidad y la movilidad – ha influido de manera determinante en la aparición de enfermedades, en la imposibilidad de tratar sus complicaciones y en la incapacidad de prevenirlas”, señala la dama que no disimula su cólera cuando le viene a la memoria la terrible noticia que 251 neonatos han muerto en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes en lo que va de 2018.

“Habiendo dicho lo anterior y luego de escuchar las similitudes entre Gómez y Maduro comentadas por ti, quisiera referirme a dos aspectos en que ambos autócratas, enemigos acérrimos de los derechos humanos, actuaron de manera radicalmente opuestas. Quizás movidos por su real sentimiento hacia Venezuela”, señala la fémina. “Mientras que el proveniente de ‘La Mulera’ canceló las deudas de la nación y llevó a cabo importantes obras públicas, Maduro ha llevado el endeudamiento del país a niveles con el que ha hipotecado el futuro de varias generaciones de venezolanos por venir. En cuanto a obras públicas su gestión no puede ser más patética, aún no ha instalado ni siquiera la primera pista de atletismo, aspiración de Feveatletismo desde hace dos ciclos olímpicos. Bajo su mirada displicente, Venezuela se convirtió en un cementerio de obras inconclusas de Odebrecht”, sentencia Incredulina.

“El ‘Gomecismo’ de Nicolás en pleno siglo XXI es, entonces, más torcido, sombrío e ineficiente que el del propio Juan Vicente ¡Na’ guará!”, concluye Ingenuo

(٭) Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo       

      aemora@gmail.com, @amoramarquez